Por Rosario Zanetta Septiembre 17, 2014

Desde la industria aseguran que si bien en un principio la molestia sólo la hacía sentir -aunque con fuerza- el Banco Santander, poco a poco esta visión se fue imponiendo. Y aunque en una primera instancia el Banco de Chile apoyó a su director, hoy éste está empeñado en levantar un buen nombre para el siguiente periodo.

En agosto pasado, y al menos en dos ocasiones, los principales ejecutivos de algunos de los grandes bancos del país se reunieron fuera de sus oficinas y bajo la más estricta reserva. Representantes del Santander, Banco de Chile, CorpBanca, BBVA y Bci se dieron cita para tratar un solo tema: el crítico diagnóstico que comparten respecto del segundo periodo de Jorge Awad a cargo de la Asociación de Bancos (ABIF). Desde entonces las conversaciones entre ellos no se han interrumpido y se han centrado en un punto clave: dar con el perfil y el nombre de quien lo reemplazará a contar de abril, cuando Awad se despida definitivamente de la ABIF.

El consenso que generaba su figura en 2011, cuando fue elegido por primera vez, hoy ha quedado atrás. En privado, varios ejecutivos comentan que, tras la salida de Hernán Somerville después de 18 años a cargo de la asociación, a Awad se le encomendó una única labor para darle nuevos aires: la de tender puentes con las distintas autoridades y actores del mercado. Esa misión ha sido la que, según distintos miembros de la industria, Awad no ha podido cumplir, sobre todo en su segundo periodo, y es ésa la razón de fondo por la cual las negociaciones para encontrar a su sucesor se adelantaron en más de siete meses.

El presidente de un banco resume la molestia en pocas palabras: “No existen percepciones muy positivas de él”. Y otro añade: “Se pensaba que sólo por la vía política se podrían resolver los problemas de la banca y eso no es así”. En los últimos días, ese diagnóstico se convirtió en algo transversal, e incluso el Banco de Chile, el mismo que en 2013 movió sus fichas para que Awad resultara reelecto como presidente de la ABIF, hoy está sentado a la mesa con los demás actores que se empeñan en buscarle un reemplazante.

Awad no se hace eco del conflicto y asegura estar tranquilo y sentirse respaldado por los buenos resultados obtenidos. Mientras pasa unos días de vacaciones en Europa, afirma categórico que ningún representante de la banca le ha hecho objeciones a su actuar y que si existen críticas, éstas responden exclusivamente a malas intenciones.

Una muestra de la pérdida de liderazgo de Awad es la tibia relación que mantiene con el regulador. Cercanos a la Superintendencia de Bancos (SBIF) aseguran que desde un tiempo ésta ha optado por potenciar sus vínculos directos con cada institución en lugar de canalizarlos a través de la asociación, a diferencia de lo que ocurre entre otras entidades gremiales y sus fiscalizadores. Una prueba de ello ocurrió el pasado 31 de julio, cuando en un encuentro organizado por el instituto de gobiernos corporativos Board, los representantes de los principales bancos se reunieron con el superintendente Eric Parrado en un hotel en Vitacura. Jorge Awad no estuvo presente y su ausencia, lejos de llamar la atención fue leída, por parte de la banca, como algo natural.

DESPUÉS DE LA FURIA
Ha pasado más de un año desde que Jorge Awad tuvo su “día de furia”, según fue bautizado por los medios. A principios de mayo de 2013, con voz golpeada y a la salida de un seminario en CasaPiedra, defendió con fuerza a la industria que representa tras conocerse el acuerdo conciliatorio entre BancoEstado, Conadecus y el Sernac por el cobro de comisiones indebidas y el fallo de la Corte Suprema en contra de Cencosud. “No voy a aceptar que la protección del consumidor sea una medida circunstancial a los momentos políticos”, espetó. Y remató con una frase que sacó ronchas y se esparció rápidamente por las redes sociales: “La banca chilena no abusa, sino que da confianza y progreso”. El exabrupto no sólo incomodó al gobierno. Los presidentes de la banca también se molestaron y se lo hicieron ver.

De ahí en adelante, la gestión de Awad empezó a ser criticada por algunos miembros de la industria. Frases como “yo ya voté por Bachelet y ahora me voy a repetir el plato” o “soy el papá de la guagua” en alusión al acuerdo por la reforma tributaria, poco a poco fueron develando un problema de estilo, que para algunos, hoy está obsoleto. De hecho, los problemas comunicacionales que algunos le atribuyen a Awad quedaron en evidencia a fines de agosto, cuando Nexos, la agencia de comunicaciones que los asesoraba desde la administración Somerville, decidió voluntariamente poner término al contrato. En Nexos no quisieron referirse al tema, pero el mismo Awad reconoce que entre ellos hubo diferencias de criterios que los llevaron a finalizar el acuerdo.

El conflicto con la agencia está lejos de ser el más complejo que ha tenido que sortear Awad en los últimos meses. En marzo, el ex presidente de Icare protagonizó un impasse por el que tuvo que dar explicaciones. En un evento organizado por la Sofofa, su presidente, Hermann von Mühlenbrock, planteó los reparos del empresariado respecto de la entonces incipiente reforma tributaria. “Si los proyectos se vuelven poco rentables en Chile por aumentos impositivos, se llevarán adelante, pero en otro país”, sostuvo el líder de la Sofofa.  Jorge Awad salió a refutarlo enérgicamente. “Si este país algo ha demostrado es la atracción por la inversión extranjera”, planteó.

La molestia en la banca nuevamente no se hizo esperar. El presidente del Banco Bice, Bernardo Matte, y el entonces presidente del Banco Santander, Mauricio Larraín, reprocharon en privado las declaraciones de Awad. En una carta enviada a los directivos y ejecutivos de la asociación, Matte pidió una posición gremial más consensuada respecto de la reforma, la misma que calificó como “muy mala” y “de gran impacto negativo para el futuro de Chile”, según publicó el Diario Financiero. La opinión de Matte fue refrendada a los pocos días por Larraín, quien también aseguró tener la convicción de que el alza impositiva sería “muy negativa para el país”.

Pero tras sostener reuniones con los miembros del directorio de la ABIF y consensuar un cambio de giro, Awad logró sortear el episodio. Para eso el presidente de la banca debió salir a hacer nuevas declaraciones y criticar los puntos más sensibles de la reforma del ministro de Hacienda Alberto Arenas. Así fue como sostuvo en distintas entrevistas que una reforma sin crecimiento “no es sostenible”, o frases como “los bancos no ganan con la reforma tributaria”. Las nuevas opiniones fueron leídas como las que verdaderamente representaban el sentir de la banca y quizás no tanto el pensamiento privado de Awad, militante democratacristiano y bacheletista declarado.

De izq. a der.: Claudio Melandri, gerente general del Banco Santander; Pablo Granifo, presidente del Banco de Chile; y Luis Enrique Yarur, presidente del Bci.

RUT CONOCIDO
Las credenciales políticas de Awad eran, precisamente, uno de sus principales activos cuando asumió el segundo periodo a la cabeza de la asociación, en 2013. “En ese momento su nombre no surgió porque fuese el que mejor conocía el tejemaneje de los bancos, sino porque se pensó que podía cambiarle la cara a la asociación cuando las críticas empezaban a arreciar”, comenta un alto ejecutivo de un banco. Se acercaba un cambio de gobierno, y Awad, consciente de esto, se jactaba de tener un “RUT conocido” en la administración entrante.

Su renovación también era pensada al interior de la ABIF como una buena señal. Un signo de continuidad durante tiempos convulsos. Y aunque algunos lo hicieron a contrapelo -e intentaron promover nombres como los de los economistas Klaus Schmidt-Hebbel y Mario Marcel o el del gerente general del Grupo Security, Renato Peñafiel, para “profesionalizar” la presidencia de la industria-, finalmente se impuso la idea de un presidente de consenso que tuviese vínculos entre la Nueva Mayoría. Awad era la mejor ficha.

El problema fue que sus frases hacia las nuevas autoridades en lugar de tender puentes, los debilitaron. Dueño de un estilo que algunos califican como frontal o visceral, Awad planteó durante los últimos meses quejas que no cayeron bien entre los reguladores y otras autoridades. “Este ministro no se dejará presionar por el lobby de la banca”, le respondió el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes a Awad luego de que éste criticara la poca claridad respecto del consentimiento expreso en los contratos financieros.

El superintendente de Bancos, Eric Parrado, también salió al paso de comentarios del líder gremial. “La SBIF no puede ser pauteada producto de los comentarios de los fiscalizados”, respondió a Qué Pasa en mayo, ante una pregunta sobre las quejas de Jorge Awad por las pocas conversaciones que hubo a la hora de sacar adelante algunas normas.

En la administración anterior, el presidente de la ABIF ya se había enfrentado al director del Sernac, Juan José Ossa, y al ex superintendente de Bancos Raphael Bergoeing, a quien le puso nota 4.0 en una entrevista que fue publicada cuando éste aún era el regulador del sector.


¿CAMBIO ABRUPTO?

Su serie de provocativas declaraciones terminaron por agotar la paciencia de la banca. Al interior de la industria aseguran que si bien en un principio esta molestia sólo la hacía sentir -aunque con fuerza- el Banco Santander, poco a poco esta visión se fue imponiendo. Y aunque en una primera instancia el Banco de Chile apoyó a su director, hoy éste está empeñado en levantar un buen nombre para el siguiente periodo.

Lo que está claro es que la banca no apurará el cambio. La industria tiene un estilo de hacer las cosas y quienes hoy participan de las negociaciones prefieren dar señales de prudencia y continuidad antes que la de un cambio abrupto. Por eso, desde uno de los principales bancos sostienen que aunque la actual situación de inmovilidad les incomoda, la prefieren antes que un quiebre radical.

Por eso y con sigilo, los representantes de los grandes bancos han salido a buscar candidatos. Lo que no está del todo definido es el estilo de quien buscan. Algunos, como el Santander, CorpBanca y BBVA abogan por cambiar el perfil de la Asociación, nombrando en el cargo a alguien independiente, tal y como lo hizo la Asociación de AFPs al poner en su presidencia al ex ministro Rodrigo Pérez Mackenna. La idea es buscar un presidente con un sello técnico y que tenga la credibilidad suficiente para explicar y dar a entender los problemas de la banca. Para dotar a la presidencia de este nuevo perfil más profesional, la ABIF tendría que modificar sus estatutos, posibilidad que hoy se analiza de cerca. Por otra parte, hay quienes prefieren mantener el statu quo y que el nuevo presidente siga siendo un “banquero tradicional”, tal como fueron Somerville y Awad. 

En todo caso, más allá del tipo de presidente futuro, lo que en la industria comparten es que será difícil encontrar un sucesor de alto prestigio dispuesto a asumir el cargo. Es un “puesto para valientes, con mucha exposición y cargas complejas de manejar”, asegura un conocedor de las negociaciones, las mismas que tienen a Luis Enrique Yarur, presidente del Bci, como uno de los grandes articuladores.

Entre los nombres que están sobre la mesa están el del presidente del Grupo Security, Francisco Silva; el del director de Quiñenco, Fernando Cañas, y otros de perfil más técnico, como el economista jefe del Banco Santander, Pablo Correa. Más allá de quién resulte electo, la tarea que tendrá está clara: rearticular las relaciones entre la banca y el resto del mercado y volver a dotar a la asociación del poder que por años la ha caracterizado.

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