Por Francisca Jara V. Enero 14, 2011

© José Miguel Méndez

Son las dos de la tarde, y en la cima de un edificio ubicado a un costado del Hotel W, como todos los días, la jornada para José Tomás Zegarra (25) recién comienza. Este ingeniero comercial de la UC nunca se duerme antes de las 3.30 a.m ni después de las 5 a.m. Y pese a que el horario suena a bohemia, no es eso: así funciona su trabajo. Aun cuando todo apuntaba a que buscaría un empleo, al igual que sus padres -un constructor civil y una enfermera-, José Tomás hoy vive del poker en versión online.

En 2006 le contaron que una página chilena, PokerChile, regalaba US$ 5 para jugar en línea. Entró al sitio y comenzó a probar suerte en sus escasos ratos libres: entonces, su principal preocupación eran sus estudios universitarios. La suerte -y su habilidad para los números- le jugó a favor y en corto tiempo logró reunir alrededor de US$ 1.000. Un día los quiso retirar, pero no sabía cómo. "Comencé  a bucear por distintos foros de internet, hasta que contacté a alguien que sabía cómo hacerlo y me ayudó", explica. El procedimiento no era demasiado sofisticado: se requería abrir una cuenta en Neteller, un banco online, y luego esperar la llegada de una tarjeta al domicilio para retirar el dinero. "Me acuerdo que fui con mi papá porque no me creía nada. Y la saqué. Le dije ¿ah sí? ¿Esta plata es falsa?". A contar de ese día, Zegarra comenzó a jugar como amateur, y lo hizo durante tres años. En abril del 2009 se tituló y decidió tomarse un año sabático. Ahora tenía todo el tiempo para jugar. Y algunos miles de dólares ahorrados.

"Doble o Nada" se llama la modalidad de poker que Zegarra juega desde que comenzó su sabático. "Tú pones US$ 10 y hay diez personas inscritas. Los primeros cinco ganadores se llevan US$ 20 y los otros, nada", explica. Se trata de torneos cortos -aproximadamente 30 minutos-, donde muchas personas juegan en poco tiempo. Sin embargo, a medida que transcurrieron las semanas, subió cada vez más sus apuestas. José Tomás jugaba en 15 mesas al mismo tiempo. "Me fue tan bien, que ahí entendí que no tenía sentido ponerme a buscar pega. Si el poker me da más plata que ejercer como ingeniero comercial, tomando en cuenta la proyección, voy a estar en ésta sí o sí", confiesa.

Aunque prefiere no dar cifras, un jugador profesional, como él puede llegar a ganar hasta US$ 50.000 al año o incluso más.

El factor Moneymaker

La tendencia de jugar poker online en el mundo comenzó cuando el jugador estadounidense Chris Moneymaker llegó a la televisión. Tenía 27 años y tras invertir US$ 40 en el sitio PokerStars consiguió un cupo para participar en el World Series of Poker (WSOP) del 2003, transmitido por ESPN, adjudicándose el título de mejor jugador. El premio fue de US$ 2.500.000, una suma que lo impulsó a dejar su trabajo. Era su primer torneo en vivo.

ESPN comenzó a televisar los WSOP en el 2001, al mismo tiempo que la modalidad Texas Hold'em No Limit (NL) se hacía cada vez más popular entre jugadores que buscaban dejar de lado el azar y volcar las probabilidades a su favor, basándose, principalmente, en la varianza, una modalidad que PokerStars, el sitio web de poker más grande del mundo, optó por masificar y que consiste en analizar estadísticamente los resultados.

"El poker tiene la virtud del sueño americano, de decir, con habilidad y sin dinero puedo llegar a ganar millones de dólares", sostiene Morbiducci, de Dime Poker. "Nosotros tenemos algunos usuarios que llegan a ganar entre US$ 50.000 y US$ 100.000 anuales".

Al parecer no bastaba con sus 15 millones de usuarios a nivel mundial y pusieron sus ojos en Chile. A través de la agencia de comunicaciones y marketing deportivo Dime, abrieron la página Dime Poker en septiembre del 2009. Ahí proveen a los usuarios de los software PokerStars y TitanPoker. "En un comienzo las ligas tenían 200 usuarios chilenos, pero hoy pueden llegar a los 1.000 en un minuto", dice Cristián Mackenna, uno de los dueños del sitio, que recibe alrededor de 4.300 visitas diarias y regala US$ 1.000 al mes. "El promedio de regalos debe ser US$ 2 por persona, o sea deben ser 500 beneficiados. Pero siempre hay más demanda para los regalos", explica Felipe Morbiducci, el otro dueño de la firma, sobre la estrategia para captar afiliados, que por lo general son universitarios.

"El poker tiene la virtud del sueño americano: con habilidad y sin dinero puedo llegar a ganar millones de dólares", sostiene Morbiducci. Aunque de sueño tampoco tiene mucho. "Nosotros tenemos algunos usuarios que llegan a ganar entre US$ 50.000 y US$ 100.000 anuales", explica.

Y a pesar de que no hay un catastro sobre el número de personas que vive del poker online, sí hay más claridad sobre su perfil. "Se trata de hombres entre 21 y 30 años (los sitios web no permiten menores de edad) que les encanta estar frente al computador, que no podrían estar sin internet y que han pasado por juegos o actividades online. Lo fundamental es que les gusta el poker", explica José Tomás Zegarra con seguridad. Él es uno de ellos.

Algunos jugadores pagan impuestos por sus ganancias, pero como la actividad es tan nueva, en varios países aún no está claro su tratamiento tributario.

De la multinacional al paño verde en línea

Jorge Vega (28) llevaba tres años trabajando como category management en Unilever cuando decidió renunciar para dedicarse al poker a tiempo completo. "No conocía a nadie que lo hiciera, pero sabía que había gente a la que le iba bien", dice este ingeniero civil industrial de la UC, sobre su arriesgado paso. Sin embargo, no era un mundo ajeno.

Cuando egresó de la universidad, en 2006, se dedicó a organizar torneos en vivo en Viña del Mar: los Poker Challenger of America se realizaban en pubs y la entrada era el consumo de bebidas. "Las fichas daban puntos, con ellos podías pasar a la final y, si la ganaba, ibas a un torneo grande en un casino donde se apostaba plata", recuerda. Pero él no jugaba, sólo organizaba. Fueron cinco meses, hasta que entró a trabajar a la multinacional anglo-holandesa. Comenzó a jugar poker.

Profesión: Jugador de poker online

A finales del 2008, el casino Enjoy ofreció mesas abiertas (cash games) para jugar poker contra personas y no contra el casino. Fue la oportunidad para Vega. Como trabajaba en Santiago y era difícil viajar, "comencé primero online y los fines de semana iba a Viña". Sus resultados no fueron los esperados. "Me sentía un jugador mediocre, porque perdía muy seguido", explica. Entonces tomó clases particulares online por tres meses. Una hora a la semana, que costaba US$ 50. Luego todo cambió. "Llegué a un punto en que ganaba casi lo mismo que en la pega, principalmente online", asegura Unipoker, nombre con el que lo conocen en el medio. Empezó a darse cuenta que no sería feliz estando toda su vida en una empresa. En noviembre del 2009, renunció.

"Me carga ser empleado, los horarios y ue me paguen uno cuando generaste cinco", dice, con los ojos pegados en la pantalla plana de 21 pulgadas de su computador. Vega se a dedica la modalidad cash games online, donde la gran diferencia es que se puede jugar 750 manos por hora, mientras que en vivo sólo se logran 20 jugadas. La filosofía de Unipoker es que no es muy rentable jugar en vivo. De todas formas, a veces lo hace. Entre 2009 y 2010 ha participado en ocho torneos de este tipo. De hecho, hace algunas semanas estuvo en uno en Punta del Este, gracias a su auspiciador: la página Dime Poker. "Yo les digo al que me gustaría ir,  ellos me compran el pasaje, la entrada, cubren todos los gastos y compartimos las utilidades", aclara.

Sin embargo, siempre mantuvo como objetivo el poker online: lo practica desde el departamento que arrienda y en el que vive solo desde que empezó a trabajar.

Azar y banca

"Con mi ingreso mensual no tengo mucho que envidiarle a un ingeniero recién egresado, y eso que estoy empezando. En un año más debiera ganar el doble", asegura Javier Osorio (27). Este ingeniero comercial, recién casado, trabajó en su profesión original, aunque siempre sus intereses estuvieron en los juegos de azar. Hizo la práctica profesional en la Polla Chilena, mientras terminaba la carrera en la Universidad de Santiago. En eso estaba, cuando conoció el poker online. Partió jugando una hora diaria. Entremedio se cambió de trabajo: entró al Bci, y aunque sólo permaneció seis meses, destinó mensualmente el 20% de su sueldo al poker "porque creía que le podía sacar rentabilidad a esa plata".

También comenzó a tomarse el oficio más en serio, jugando dos horas diarias y a 24 mesas. Cuando estimó que tenía un fondo cuantioso para seguir por su cuenta, se retiró del trabajo.

Un día, un primo suyo le contó que vivía en un departamento en la calle Carmencita del barrio El Golf con otros jóvenes que jugaban poker. "Le pedí que me hiciera el contacto y me metí", agrega. El líder del grupo era Zegarra.

Full House

En septiembre del 2009, "Shortix" Zegarra se metió a las apuestas de US$ 100. "Fue bien inconsciente, no estaba ni ahí con lo que podía venir", confiesa. En sólo dos semanas, llegó a perder alrededor de $ 2.500.000. "Ahí quedé bien choqueado, me di cuenta de que se podía perder, y harto. Cuando tú ganas harta plata no lo valoras tanto, comparativamente a cuando la pierdes. Ganar te puede dar felicidad 10, y perder te da infelicidad 100", explica. Entonces, le comenzó a rondar la idea de contactar gente. Quería compañía para pasar los malos ratos. Quería armar un departamento de jugadores. Y lo hizo.

"Si tú quieres que el poker sea tu vida, estás superbién acá. Pero si tú crees que el poker es ganar plata un mes y el otro derrocharla, no estás bien. Cada persona que participa de este departamento paga $ 150.000 mensuales", explica Zegarra sobre las reglas de esta suerte de oficina.

Arrendó un departamento de dos piezas con piscina, en la azotea de un edificio de El Golf. Luego buscó compañeros de piso a través de un verdadero casting en el que los elegidos fueron Jorge Vega, Javier Osorio, Sebastián Fernández, José Ocampo y el violinista Tomás Recart.

"Si quieres que el poker sea tu vida, estás superbién acá. Pero si tú crees que el poker es ganar plata un mes y el otro derrocharla, no lo estás. Cada persona que participa de este departamento paga $ 150.000 mensuales", explica Zegarra sobre las reglas de esta suerte de oficina. Este valor incluye el derecho a estar por el día (sólo Zegarra duerme ahí) y los servicios de una nana que los atiende. "Mi sueño era comer bien, balanceado, que me hicieran la comida, porque cuando estás jugando ni siquiera te puedes parar", dice Zegarra, quien también contrató a un contador para que lo ayudara con sus cuentas.

Los espacios están ocupados por computadores con pantallas planas de 21 pulgadas. Incluso el living se transformó en el área de fumadores, mientras que una habitación se destinó para los no fumadores. En una pared, cuelga una pizarra que lleva un registro de cada jugador.

"Todos los días tengo que jugar 5.000 manos. La meta es 100.000 al mes. Y si un día no las hago, tengo que tratar de equilibrarlas para cerrar la semana con 25.000 manos", dice Vega. Como todos, administra su trabajo y su tiempo. "Juegas a la hora que quieres y tienes independencia máxima", señala Osorio. Esto les permite, por ejemplo, ir al gimnasio por dos horas diarias o más, como lo hace Vega que lo hace "por salud mental". "Lo que yo priorizo es levantarme y tener la pega al lado porque soy muy bueno para perder el tiempo", agrega Zegarra.

El poker este año pasó a ser reconocido por la Asociación Internacional de Deportes Mentales (IMSA), al igual que el ajedrez o el bridge. Y ellos se lo tomaron en serio. Decidieron profesionalizarse y hacer del poker un estilo de vida: en este departamento se encuentran tres de los 13 supernova de Chile, la categoría que PokerStars otorga a quienes invierten más de US$ 18.200 en un año.

Además, planean cambiarse a una casa más grande y alcanzar el estatus más alto de los jugadores: los llamados supernova elite. Lo explica Zegarra: "para eso hay que pagar US$ 182.000 al sitio. Si lo haces, te pagan pasajes a Las Vegas o Europa. Eres un Dios. Para sacarlo en los US$ 50, tendría que jugar como 90 mil mesas en un año. Nadie en el mundo ha hecho eso, y yo pretendo hacerlo el año que viene".

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