Por Alejandra Costamagna, escritora Febrero 26, 2014

Isidora Stevenson ha dirigido montajes como Little Medea y Hans Pozo;  ha actuado en obras como Niñas araña y La chancha; ha fundado, incluso, una compañía de teatro: La Nacional. Y ahora completa el cuadro de oficios, al debutar como dramaturga con Campo (un drama burgués). La obra será montada durante el segundo semestre, pero ya es visible en el libro publicado por editorial Mago. Stevenson maneja con astucia la progresión dramática y va urdiendo un conflicto central que se ramifica en pequeños nudos de la intimidad. Entre otros referentes, la autora se nutre de la dramaturgia chejoviana con uno de los temas predilectos del escritor: el desmoronamiento de un clan familiar que funciona como espejo de una clase social igualmente descompuesta.

Pero Stevenson elige quedarse en casa, en la provincia chilena, en la atmósfera cenagosa de una familia quebrada en el sentido económico y emocional. Aquí no habrá vodka ni jardines de cerezos, sino pisco sour, tarjetas de crédito, teléfonos celulares y una piscina con el agua estancada ya medio podrida. Todo ocurre durante un fin de semana, cuando se juntan en la vieja casona patronal una abuela aparentemente senil, una nieta que vive pegada al chat, una sirvienta que no es sirvienta, un taxista estafado, unos padres y unos tíos con vidas tan turbias como el mismo lodazal de la piscina. Queda esperar la puesta en escena, desde ya atractiva por su elenco: Naldy Hernández, Taira Court y Nona Fernández, entre otros.

“Campo (Un drama burgués)”, de Isidora Stevenson.

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