Por Alejandra Costamagna Noviembre 20, 2015

Lo vimos hace unas semanas: el cuento Caperucita roja, de Charles Perrault, se presta para reescrituras y versiones nada infantiles. Pasó con el libro Caperucita se come al lobo (Cuneta, 2012), de la escritora colombiana Pilar Quintana, que fue comprado por el Ministerio de Educación y distribuido en bibliotecas de colegios públicos chilenos bajo el (mal) entendido de que era un libro para niños. Pero se trata, más bien, de unos cuentos enfocados en ciertas zonas turbias y espinosas de las relaciones humanas, donde campea la violencia, y los apetitos sexuales pueden resultar inagotables. Algo similar ocurre en Un espectáculo feroz, la obra teatral escrita por el argentino Javier Daulte como una “versión libre, contemporánea y adulta sobre la ferocidad de las relaciones”, que por estos días lleva a escena Alejandro Goic en una carpa ubicada en el zócalo del GAM (el audio en este espacio, hay que advertirlo, no es de lo mejor).

Una cama de hospital, algunas sillas cercanas al público, una multitud de pinos blancos que simulan una suerte de bosque fantástico y una pantalla en la que son proyectadas imágenes que van de lo bucólico al comercio sexual son los elementos escenográficos de los que se vale Goic para ambientar esta comedia negra. Además de ser un texto gracioso y terrorífico, a ratos hilarante, la obra sobresale por el carácter bufonesco que le imprime el director y por la magnífica conexión de Alejandro Trejo con su rol de hombre-lobo psicopático, un mentalista obsesionado con la niña de capucha roja hasta el punto de suplantar y acaso eliminar a la abuela enferma para dar con su presa. Cuando la protagonista crea ver en la penumbra a la anciana enferma y pregunte, como en el cuento de Perrault, por qué tiene la boca tan grande, la falsa abuela responderá “para besarte mejor”. Y lo que ya era siniestro y dudosamente infantil en el original, acá tendrá otras connotaciones. La problemática relación entre la madre y la hija (y entre ambas y la abuela, que es la cabeza de este núcleo familiar femenino) será uno de los ejes dramáticos por los que transite la obra. Y un terreno propicio, además, para que el hombre se infiltre en la vida de las mujeres y saque sus garras de lobo psicopático y contemporáneamente feroz.

“Un espectáculo feroz”: hasta el 6 de diciembre en el GAM.

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