Por Alejandra Costamagna, escritora Enero 8, 2014

Son dos visiones de los años que marcaron sus infancias: una chilena, otra peruana. La dictadura de Pinochet en un caso; el conflicto armado de los años ochenta de Perú, en el otro. El contexto y las propuestas artísticas de cada cual son muy distintos, a pesar de que ambas obras trabajan con un registro documental. Pero las mayores coincidencias están en la manera de acercarse a la historia reciente de sus países a partir de las microhistorias puertas adentro. Mirar los tiempos de represión con los ojos de quienes no fueron protagonistas de aquellas experiencias y ahora reconstruyen una memoria heredada. Bello futuro (en la foto), escrita por Gerardo Oettinger y dirigida Paula González Seguel, es una de las obras chilenas seleccionadas entre lo mejor de la cartelera de 2013 en Santiago a Mil. El montaje, de corte realista, recrea los testimonios de un grupo de trabajadoras de CEMA Chile, institución presidida por Lucía Hiriart de Pinochet en los años ochenta. Cómo asesinar a Lucía, podría haber sido el título de esta obra de escritura fresca, dinámica y muy lejana a cualquier caricatura del período. La peruana Proyecto 1980-2000/ El tiempo que heredé, en cambio, sigue la línea de Mi vida después y El año en que nací, de la argentina Lola Arias, y es definida por sus autores como “un ejercicio creativo desde lo real”. Bajo la dirección de Sebastián Rubio y Claudia Tangoa, cinco jóvenes cuyas historias familiares estuvieron directamente vinculadas con los años de violencia en Perú se reúnen alrededor de una mesa para explorar el pasado, desmenuzarlo e introducirse en él no como si fuera una pieza de museo, sino como parte de un presente muy vivo, muy en relación con el futuro. Dos obras de teatro que dialogan, de manera vital, con los tiempos que les corresponden.

Santiago a Mil: “Bello futuro”. GAM, 11 al 14 de enero. “Proyecto 1980-2000/ El tiempo que heredé”. Teatro UC, 13 al 15 de enero.

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