Por Valeria Bastías Julio 2, 2014

Al entrar, lo primero es una banca frente a un televisor. En la pantalla, las imágenes hipnotizan y la voz de la narradora pone los pelos de punta. Pero antes de ese video hubo miles de fotos y una labor minuciosa que aún no termina. Al otro lado de la pared que sostiene la pantalla, los artistas visuales Cristóbal León y Joaquín Cociña (León & Cociña) trabajan adentro de una pequeña casa de madera que simula un precario castillo, con cabezas de papel maché adornando sus puntas. Alrededor, otros pequeños talleres de grabación completan la instalación llamada El castillo de la pureza, quinta etapa de un proyecto itinerante que lleva dos años situándose, artistas incluidos, en distintos espacios, como el  Museo de Bellas Artes o el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Ahora están aquí, a la vista de quienes se detienen a acompañarlos, a hacerles preguntas o simplemente a observarlos mientras crean lo que será su primer largometraje con técnica stop motion: La casa lobo, película que narra la historia de una joven alemana atrapada en una casa en el Sur de Chile, con pequeños guiños a Colonia Dignidad. Joaquín, vestido con un overol rojo, se agacha, corta las ramas de una planta en miniatura, ajusta la luz y fotografía. Cristóbal se arregla la bufanda, recoge unos papeles del piso y mira lo que hace Joaquín. Un mes de ese trabajo se traduce en cuatro minutos de grabación. Por eso es que la próxima semana seguirán aquí, y la que sigue y la que sigue también, inmersos en un proyecto que mientras cobra vida, se vuelve en sí mismo una obra de arte constante.

“El castillo de la pureza”, instalación de León & Cociña. Hasta el 17 de agosto en MAC Quinta Normal.

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