Por Yenny Cáceres Febrero 26, 2014

La sorprendente Ella, de Spike Jonze, no se basa en un hecho real, aunque puede resultar más actual -y en cierta forma, cercana- que otras candidatas al Oscar que se inspiran en historias reales y perfectamente documentadas (12 años de esclavitud, Capitán Phillips, Philomena, El lobo de Wall Street, Escándalo americano). Es más, su inclusión en la lista de las nominadas a Mejor Película parece más bien una rareza y un saludo a la bandera.

Ésta es una historia mínima, que no abraza grandes causas. Es, ni más ni menos, que la odisea existencial de un hombre cualquiera. Theodore (Joaquin Phoenix) está separado de su mujer (Rooney Mara), y aún no se decide a cerrar el capítulo y firmar los papeles del divorcio. Theodore trabaja escribiendo cartas, aunque la comunicación cara a cara no es lo suyo, y acepta con más resignación que certeza cuando sus amigos le proponen una cita a ciegas. Theodore, en definitiva, no puede -y no quiere- olvidar a su ex.

En eso está cuando se enamora de su sistema operativo, dotado de inteligencia artificial y de una voz femenina, Samantha (Scarlett Johansson), que lo escucha y que lo entiende como nunca antes le había pasado con ninguna otra mujer. Así es como Ella es muchas cosas a la vez. Una cruza entre una comedia romántica y una película de ciencia ficción. La versión mejorada de (500) días con ella y el revés de 2001: Una odisea del espacio. Un retrato del mundo impersonal de la tecnología y el complemento perfecto a Red social de David Fincher.

Pero finalmente es una película sobre una ruptura, sobre una separación, del mismo modo que lo era Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Más allá del  inusual romance de Theodore con Samantha, quizá lo más poderoso aquí sea el retrato del mundo íntimo de Theodore. La melancolía de un hombre que se niega a dar vuelta la página y  la soledad de una ciudad inabarcable, donde la Los Ángeles del futuro  aparece contaminada y cosmopolita, llena de asiáticos y con edificios que podrían estar en Tokio o Hong Kong. Un no lugar, un no hogar.

La banda sonora de Arcade Fire contribuye a darle ese tono retro y neofuturista a la película, pero la mayor proeza recae en Joaquin Phoenix, tan grande, preciso y contenido como en The Master. Ella es hermosa, nostálgica, dolorosa a ratos, cabronamente romántica, y con un final que encoge el corazón.

“Ella”, de Spike Jonze.

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