Por Yenny Cáceres Noviembre 1, 2012

Un Bond viejo, al borde del retiro, que limpia sus heridas. Esa imagen, que cruza la primera parte de Operación Skyfall, resume el espíritu de esta nueva entrega del agente 007. Esta vez Bond (Daniel Craig) debe enfrentar a un peligroso hacker (Javier Bardem), un ex agente del servicio secreto que se convierte en una amenaza terrorista para Inglaterra.

No es raro que bajo la dirección de Sam Mendes (Belleza americana, Revolutionary Road), la película a ratos parezca un drama familiar. Incluso puede ser una desilusión que la chica Bond más importante en el relato no sea la francesa Bérénice Marlohe (guapísima, casi a la altura de la infartante Eva Green en Casino Royale), sino que M (Judi Dench), la jefa de Bond en el servicio secreto, al punto que la relación entre ambos se vuelve bastante edípica.

Este Bond abre su intimidad y su pasado como pocas veces se ha visto en la saga, lo cual parece un paso inevitable tras el espesor y la complejidad que Daniel Craig le ha entregado al personaje desde Casino Royale.

Los seguidores fieles de la saga tampoco tienen que espantarse. La película parte con la secuencia de acción de rigor, con una persecución en los bazares de Estambul, y cumple con su cuota de exotismo con escenas en Shanghái y Macao.

Con innegables toques de El caballero de la noche de Nolan en las secuencias de Shanghái y en el villano (imposible no recordar al Guasón de Heath Ledger), lo mejor de la cinta son las actuaciones. Craig parece haber nacido para encarnar a Bond, el oficio de Dench aporta los matices y el villano de Bardem resulta exquisitamente perverso.

“Operación Skyfall”, de Sam Mendes.

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