Por Yenny Cáceres Junio 22, 2011

Desde 1997 que Matthew McConaughey es una promesa incumplida. Ese año protagonizó Contacto junto a Jodie Foster y Spielberg le dio su bendición cuando lo reclutó para ese dramón llamado Amistad. Esa promesa de un tipo talentoso más allá de su cara bonita se fue derrumbando poco a poco, con títulos como Sahara, donde McConaughey lucía cada vez más rubio, bronceado y con una sonrisa de satisfacción en los afiches. Su caída final la vimos cuando derivó a la comedia romántica, como protagonista de insufribles películas junto a Kate Hudson y Jennifer Lopez.

McConaughey fue envejeciendo, cumplió 40 y tuvimos que esperar una película basada en un libro de Michael Connelly para verlo en una actuación que probara el talento que Spielberg intuyó un día. En Culpable o inocente (The Lincoln Lawyer), McConaughey interpreta a un abogado de medio pelo, separado, un tipo que maneja su oficina desde un Lincoln negro y que no duda en coimear a la policía. Un tipo que nunca olvidó una frase de su padre: "No hay un cliente más temible que un hombre inocente". La película es un thriller de abogados que no da tregua, y que justamente descansa en las buenas actuaciones de actores como Marisa Tomei y William H. Macy. Pero, entre todos, McConaughey brilla con luz propia como este abogado cínico, que en otra época podría haber interpretado el Tom Cruise de Ojos bien cerrados. Quizá lo que necesitábamos era verlo así: un poco loser, pero más humano. Y sí: llegó el día en que debimos tragarnos todas nuestras palabras y escribir sobre el talentoso señor McConaughey.

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