Por Javier Rodríguez, desde Londres Mayo 11, 2018

“¡Wakanda!”, grita, haciendo una equis con los brazos. Los miles de personas que se esconden bajo sus paraguas para protegerse de la lluvia en Trafalgar Square le responden con un grito igual —que es el mismo que hace el ejército de mujeres afroamericanas que protagonizan Black Panther—.

La dueña del micrófono es la abogada anglonigeriana Shola Mos-Shogbamimu, coorganizadora de la marcha en el Día de la Mujer, MBA de Cambridge y PhD en Derecho de la University of London.

—Es su derecho desafiar a quienes toman las decisiones en este país. Repitamos todos: Vamos a dejar de lamentarnos, ¡vota!

El público, hipnotizado, repite.

—Ahora, de nuevo: Juro solemnemente ser una badass.

Otra vez.

—Juro solemnemente no rendirme, seguir en la batalla.

Todos juran.

Empieza a llover, pero nadie se mueve. Y no lo harán: han hecho un juramento.

 

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Mos-Shogbamimu se crio entre Reino Unido, Nigeria y Estados Unidos, con un corto paso por Tanzania. Esa mezcla, dice, fue determinante para sus pasos posteriores. Sus padres la criaron con los principios de la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres, y su papá constantemente le repetía que tenía que convertirse en lo que quisiera ser. Fuera lo que fuera.

—Él nunca entendió por qué las mujeres querían quedarse en la casa. Puedes quedarte, puedes tener hijos, pero tienes que tener claro que se pueden hacer ambas cosas, debes dejar que el mundo te vea. Mi madre era una firme creyente de que no tenemos que depender de un hombre para nada.

—Siguiendo la línea de pensamiento de su padre, ¿puede considerarse feminista una mujer que decide quedarse en la casa?

—Sin dudas. El trabajo que hacen las mujeres como amas de casa es absolutamente invaluable. Es por eso que ser feminista es tan poderoso. Significa que las mujeres tienen la opción de elegir. Pueden optar por quedarse en casa, pueden optar por salir, pueden optar por quedarse en casa y salir. De eso se trata el feminismo. No se trata de que la sociedad imponga a una mujer lo que debería ser, de mandarnos a la cocina.

Shola Mos-Shogbamimu fue una de las  coorganizadoras y vocera en las marchas del Día de la Mujer y del #MeToo en Londres: “Estos movimientos han amplificado las voces de las mujeres. Las instituciones ya no pueden poner los abusos bajo la alfombra”.

—¿Cuál es el paso siguiente para el feminismo luego de tomarse las calles?  ¿Cómo el impacto inicial puede sostenerse en el tiempo?

—El paso siguiente es tomar conciencia desde dos perspectivas: la responsabilidad individual y la colectiva. Permíteme comenzar con la responsabilidad individual. El movimiento no sólo se trata de nosotros como grupo, también se trata de ti. Entonces, ¿qué puedes hacer en tu esfera de influencia para ayudar a impulsar el cambio? La gente tiende a pensar que la influencia es sólo de los ricos y poderosos o de las celebridades. No lo creo. Creo que soy influyente, creo que tú eres influyente, ya sea en tu lugar de trabajo, en tu escuela, en la calle, donde sea que vayas. En tu iglesia, en tu mezquita. Entonces, ¿puedes usar tu voz para ayudar a cambiar el camino, para dar forma a nuevas formas y nuevos resultados positivos? Individualmente tenemos esa responsabilidad.

—¿Y colectivamente?

—Siempre hay personas que organizan cosas. Cuando algo está sucediendo, por ejemplo, la violación en grupo a mujeres, no importa si estás en India, en Londres o en Chile. Es algo que está mal, no lo podemos tolerar. Suma tu voz a esa causa. Esa demanda colectiva de cambio, eso es lo que tenemos que hacer. Lo que no entiendo es cuando la gente se calla. Cuando la gente dice: “Bueno, en Londres eso no sucede, sucede en India, no me incumbe”. Esa es la actitud incorrecta. Porque vivimos en una aldea global, las personas que cometen estos crímenes pueden venir a Londres y hacerlo. Pueden ir a Chile y hacerlo. Pero si en cada país usan su voz, sus habilidades, su experiencia, su influencia, por poco que sea, para exigir que esto nunca vuelva a ocurrir, entonces eso llegará a las esferas de poder. Y eso llevará a leyes, regulaciones que protegerán a las mujeres.

—¿Y cuál ha sido la importancia de movimientos como #MeToo o Time’s Up?

—Amplificar las voces de las mujeres en el escenario global de una manera que nunca se ha hecho antes. Ahora todos lo notan y eso significa que ya no puedes ignorarnos más, significa que las instituciones no pueden poner los abusos bajo la alfombra. Significa que estamos exigiendo rendición de cuentas, transparencia. Al principio éramos pequeños grupos en diferentes países. Pero ahora, debido al poder de las redes sociales, nos hemos convertido en una gran voz. Todo el mundo sabe lo que hacen los demás. Hoy, si se sabe que tu empresa protege a los perpetradores, nunca volveremos a comprarles, no vamos a volver a utilizar sus servicios, y el dinero, el efectivo, es la clave de todo. Es por eso que hoy una ve a muchas empresas tratando de distanciarse de los perpetradores. Creo que es un gran resultado.

 

***

 

En noviembre del año pasado, el ministro de Defensa inglés, Michael Fallon, renunció luego de haber sido acusado de conducta inapropiada por una periodista. El hecho había ocurrido hace 15 años, cuando puso su mano sobre la rodilla de la reportera Julia Hartley-Brewer durante una cena. Fallon pidió disculpas y se convirtió en el primer alto cargo del gobierno de Theresa May en renunciar luego de la explosión de acusaciones de acoso sexual a diputados.

—¿Fue su salida una victoria para el movimiento?

—No creo que haya sido una victoria. Cuando alguien es acusado de acoso sexual tienen que ocurrir dos procesos claros: el sentido común y el juicio, siempre dándole la oportunidad a la víctima de decir sin temor lo que sucedió. El perpetrador también debería poder defenderse. Acá, el año pasado, se acusó a dos niños de haber violado a una chica y al final se comprobó que era falso. Tiene que haber presunción de inocencia, porque se puede acabar con la reputación de alguien. Los hombres también son nuestros hermanos, padres, hijos, esposos. Entonces, si entre ellos hay algunos acusados injustamente, tiene que haber un debido proceso para que puedan presentar su caso. Por supuesto, lo primero y más importante es la víctima.

—¿Cree que debido al poder del movimiento a veces olvidamos la presunción de inocencia?

—Algunas personas han acusado a #MeToo de eso, de convertirse en una caza de brujas. No creo. Sí creo que, como en todo, hay gente que se aprovecha para favorecer su propia agenda.

—Fue una de las principales activistas en la organización de la marcha contra Donald Trump, quien finalmente desistió de venir a Londres.

—Trump representa muchas cosas que se oponen a los derechos de las mujeres. Su incapacidad para gobernar, su misoginia, su falta de liderazgo. Sus comentarios contra los derechos reproductivos, contra los musulmanes… Este primer año de gobierno demuestra que no podemos volver a tener un presidente así en ninguna parte.

—¿Su presencia ha funcionado como un catalizador para el movimiento?

—Creo que sí, porque representa mucho de lo que no soportamos. Su toma de posesión como presidente fue un catalizador, y todos se unieron y dijeron nunca más, nunca más. Nunca más tolerar la misoginia en ninguna forma.

 

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***

 

—Como abogada ha estudiado el acoso sexual en empresas. ¿Es una práctica generalizada en el Reino Unido?

—Es una práctica generalizada en todo el mundo. La mujer lo ha experimentado desde tiempos inmemoriales. No es algo nuevo. Si mi bisabuela estuviera viva, probablemente podría decirte que fue testigo o víctima de acoso sexual. Tal vez no lo llamaban así en sus tiempos. Incluso hoy escuchas a algunas mujeres diciendo “bueno, así son los hombres”. Por eso decimos suficiente de esta cultura de que “así son los hombres”. Gracias a eso también las juntas directivas de las principales empresas están integradas casi siempre por hombres. Contra eso debemos luchar.

—¿En qué pequeños comportamientos se ve el acoso sexual en las oficinas? ¿Son conductas estandarizadas que podemos abordar antes de que haya una catástrofe?

—Creo que hay que definir qué es el acoso sexual. Y hay diferentes escuelas de pensamiento. Para algunas personas, el acoso sexual es cuando se realiza cualquier tipo de avance sexual, cualquiera. Mi opinión no es esa. Creo que si un hombre se me acerca tratando de coquetear y yo le digo que no me interesa, que se vaya, y se va, no me está acosando. Para mí, el acoso, la palabra acoso, sugiere que sucede más de una vez. Algunas personas pueden leer las señales de manera incorrecta. Tal vez te has estado riendo y bromeando con un hombre y piensa que le gustas. Pero si malinterpreta tus señales, y luego hace un avance y acepta un no, no lo considero acoso sexual. Pero si regresa después de que dices que no, allí está acosando tu espacio.

“Hoy, si se sabe que tu empresa protege a los abusadores, nunca volveremos a comprarles, y el dinero es la clave de todo. Es por eso que hoy una ve a muchas empresas tratando de distanciarse de los perpetradores. Creo que ese es un gran resultado”.

—¿Y es responsabilidad de las mujeres decir no o es el entorno el que debe estar atento a esos avances?

—Depende mucho de las circunstancias. Creo que las mujeres siempre deberían decir que no cuando no les gusta algo. Igual que los hombres. Pero te encuentras con diferentes circunstancias. Si, por ejemplo, las mujeres están en el trabajo y un gerente o su jefe intenta algo, saben que no pueden decir que no porque no quieren perder su trabajo. Entonces, a veces, debido a las circunstancias de las mujeres, tienen que pensar que tienen que responder a esto. Y a veces la mujer se queja, va a Recursos Humanos, pero terminan metiendo todo debajo de la alfombra. Para muchas es difícil tomar la decisión, porque terminan siendo despedidas, terminan renunciando a su carrera. Hay muchos casos. Por eso depende de las mujeres, sí, pero las empresas también deben tomar conciencia.

—El equipo de negociación británico del brexit está compuesto por ocho hombres y una sola mujer, todos blancos. ¿Qué riesgos conlleva la poca diversidad de este grupo?

—Todo lo del brexit es vergonzoso. No tiene sentido. No hay diversidad en ese grupo. ¿Y por qué? ¿No estamos calificados para hablar sobre el tema? Algunas personas dirán: “Bueno, debería estar basado en los reales méritos para estar ahí”. Eso es basura. No hay mérito cuando sólo tienes seis mujeres CEO en las 100 compañías más grandes del Reino Unido. No hay mérito cuando las mujeres emprendedoras representan sólo el 9% de los fondos del Reino Unido para los emprendedores. No hay meritocracia allí. Los hombres están obteniendo más oportunidades debido a la agenda. Inaceptable.

—¿Cree que las cuotas son necesarias en este tipo de comités o en el Parlamento o en el consejo de administración?

—La gente lo llama discriminación positiva. A mí no me importa cómo le pongan. No me importa si es discriminación positiva, si son cuotas, cualquier otra cosa. Creo que durante mucho tiempo los hombres han trazado la agenda. Es hora de ser radical. Es hora de ser revolucionarios sobre cómo cambiamos las cosas. Por lo tanto, si necesitamos tener cuotas para que la gente entienda que los grupos de poder tienen que tener una mujer, tienen que tener a alguien de color, entonces eso es lo que tenemos que hacer. No podemos continuar en este camino. Simplemente no funciona. No tengo cien años para esperar a ver los cambios. Tenemos que poner primero a los marginados. Necesitamos encontrar una manera de asegurar que todas las formas de diversidad en nuestra sociedad reciban las mismas oportunidades.

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