Por Carolina Sánchez // Foto: José Miguel Méndez Septiembre 15, 2017

El académico
Bohner es profesor de la Universidad de Bielefeld, Alemania, y miembro del Instituto de Investigación Interdisciplinaria en Conflicto y Violencia.

Gerd Bohner (58) está de paso. Son poco más de la una de la tarde de un martes de septiembre. El doctor en psicología de la Universidad de Heidelberg está frente a un podio en un auditorio repleto de estudiantes, académicos y funcionarios de la UC. El silencio es absoluto. Todos esperan escuchar su exposición sobre violencia sexual en las universidades —acoso, abuso o violaciones—, una de sus áreas de estudio durante años. Cuando comienza su presentación habla de las mujeres, de las sobrevivientes. Se toma una pausa. “Cuando digo sobrevivientes, realmente siento esa palabra. Porque son muchas las veces donde no sobreviven”, le dice a su audiencia en inglés.

Luego de responder inquietudes de las personas que lo abordan, está dispuesto a hablar de Chile y de cómo enfrentar un problema tan recurrente como desconocido.

—En Chile este tema recién emerge, ¿qué camino deberían tomar las universidades?

—Existen diferentes áreas para actuar: la prevención —enseñar a respetar, que exista consentimiento sexual—, entregar información sobre cómo actuar en estos casos, acompañar a la víctima en sus procesos.

—¿Son muchas las diferencias con un país como Alemania?

—Ustedes están haciendo algo que ni mi universidad ni otras universidades alemanas hacen. Allá existe la concepción de que todos estos temas pertenecen a la esfera privada, por lo tanto, se resuelven fuera, al contrario de lo que uno podría creer. EE.UU., Australia e Inglaterra son los países que han marcado las grandes diferencias, generando sistemas de cuidado, de prevención. En mi país no hay un interés como existe en Chile, donde se han hecho visibles estas situaciones.

—En gran parte de las universidades chilenas esta es una demanda que nace de los estudiantes y no especialmente de las instituciones, ¿qué opina sobre eso?

—Por supuesto que los estudiantes han tenido un rol muy importante en esto y es fundamental que participen en la confección de estas políticas y que las legitimen. Así como también los profesores o funcionarios, porque esto los involucra a todos como comunidad. Estas políticas no pueden ser simplemente decretadas porque, te aseguro, fallarán.

—Los casos de violencia de género son particularmente difíciles de probar, ¿cómo se aborda eso desde una política?

—Sí, en los sistemas legales es extremadamente difícil procesar exitosamente por violencia de género. Son delitos que se reportan muy poco y, si se reportan, llegar a una condena es una probabilidad muy baja. Está en la naturaleza del problema: no tienes testigos, no tienes pruebas. Se genera una paradoja porque, por un lado quieres que la persona reporte el delito pero, al mismo tiempo, debes ser realista de que las sanciones son muy difíciles de obtener.

—¿Y qué se debe hacer?

—Es fundamental creerles a las víctimas. En el clásico sistema judicial existe una tendencia a no creerle a la víctima en este tipo de delitos. La primera manera de ayudar a una víctima de violencia sexual es decirle “yo te creo”. Pero, a pesar de eso, hay que decirles que no puedes asegurar que el agresor reciba un castigo. Sin embargo, de todas maneras, debes creerle y acompañarla —psicológicamente, judicialmente— en los procesos que tenga que vivir después de la violencia.

—Hoy no existen cifras formales del Estado que permitan sistematizar el problema. ¿Eso afecta la confección de una política pública?

—Existen muchas dificultades que hacen que no existan denuncias: muchas veces las víctimas no tienen la fuerza para hacerlo, conocen al agresor y es un delito subestimado. Incluso si uno aspirara a conocer una cifra, pueden tener errores porque no dan cuenta de la magnitud del problema. Es muy riesgoso decir que porque son pocos los casos conocidos no vale la pena invertir en eso. Este no es un delito común, aquí existen muchas dificultades adicionales. Debe haber una política, independiente de las cifras.

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