Por Paula Namur // Foto: José Miguel Méndez Agosto 25, 2017

-El estudio

All views matter es el nombre de la investigación que encabezó Cuevas-Parra con niños sirios en campamentos de Líbano y Jordania.

Desde que estalló la guerra en Siria en 2011, se estima que más de 400 mil personas han muerto y 4 millones han salido del país buscando refugio. Esta crisis ha obligado a los países que los han recibido a adaptarse a esta nueva realidad. Y hay quienes están trabajando para dar voz a los refugiados, principalmente a los niños.

Doctorado en Política Pública en la Universidad de Edimburgo, y con un magíster en Derecho Internacional Infantil y varias investigaciones y libros sobre derecho de infancia a su haber, el investigador chileno Patricio Cuevas-Parra (51) hoy es consultor global de participación y derechos de los niños de World Vision International, quien vive entre Líbano y Chipre.

En 2004 llegó a Indonesia a apoyar el trabajo de World Vision tras el tsunami en ese país, específicamente en participación comunitaria y derechos de la infancia. Luego, llegó a Líbano, para trabajar en participación social y equidad de género tras la guerra de 2006. Hace unos años, asumió una posición global de asesor sénior en participación y justicia infantil en la misma organización, desde donde lidera y desarrolla la implementación global de iniciativas de derechos de la infancia y participación.

Una de sus áreas de trabajo es con refugiados sirios en campamentos de Líbano y Jordania.

—¿Cuál es el impacto que se ha generado con la llegada de refugiados a la zona?

—En un país de cuatro millones de personas, como Líbano, en menos de tres años llegaron 2 millones de refugiados. Es como si en Chile de pronto llegaran 8 millones de extranjeros. Entonces colapsó el sistema de educación, salud, acceso a viviendas y trabajo . Un refugiado llega y trabaja por un dólar al día, cuando un libanés cobra US$10. Llegaban personas muy calificadas a hacer trabajos de obrero. Se creó un resentimiento muy grande.

—¿Cuál era la situación previa de los niños sirios que hoy viven en campamentos?

—La casi totalidad de los niños sirios que llegan a campamentos estaban en el sistema escolar, vivían en una sociedad de clase media muy fuerte con muchos profesionales. A Líbano llega una gran cantidad de refugiados sin ninguna conexión, de distintas etnias, religiones, de distintas partes del país, que empiezan a vivir juntos en el mismo campamento, entonces no hay mucha interacción, hay miedo y desconfianza. Entre los niños, pasa lo mismo: si son 2,5 millones los que han salido, por lo menos hay 1 millón que no está en el colegio. Del resto, la mayoría se siente abusado.

Su más reciente investigación en Líbano se centró en que grupos de niños refugiados se entrevistaran entre sí. Veinte en Líbano y veinte en Jordania. El objetivo era múltiple: que los niños verbalizaran cuáles eran los principales problemas que enfrentaban, que adquirieran habilidades para hacer investigación social y que posteriormente se evaluara el impacto de este tipo de estudios en políticas públicas. Su éxito con este modelo llevó a su organización a replicarlo en otros lugares, como Chile (en La Pintana) y Ghana.

¿Cuál es el impacto de la investigación?

—Ha sido uno de los proyectos que más me han gustado. Es darles a ellos un espacio donde puedan participar. Los niños hicieron este estudio, y luego yo hice otro para analizar el proceso. Una de las cosas más gratificantes e impactantes para mí fueron los resultados de cómo se sentían los niños: por primera vez desde que comenzó la guerra se sentían valorados, sentían que formaban parte de un grupo, que de nuevo tenían algo que hacer, que fue una ruptura de la rutina y el dolor. Otros decían que, como no estaban en el colegio, era su oportunidad para volver a tomar un lápiz y un papel; volver a escribir y pensar.

Descubriendo de a poco la manera en que los niños refugiados sienten y piensan, Cuevas-Parra busca darles voz y que comiencen a tener una mayor participación.

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