Por Cristián Arcos Septiembre 2, 2016

12 de julio de 2002. Emisión habitual del programa Es tiempo de Bonva en Radio Tiempo. Eduardo Bonvallet cierra su programa dedicándole palabras al diputado de la Democracia Cristiana Rodolfo Seguel, quien en la jornada anterior había visitado a Peter Ernesto Dragicevic Cariola, presidente de Colo-Colo, en el anexo Cárcel Capuchinos.
“Rodolfo Seguel, eres un sinvergüenza, borracho, ladrón, coquero y mugriento de mierda. Chao”.

Hasta ese día, Rodolfo Seguel conocía poco de la historia de Eduardo Bonvallet. El ex parlamentario es oriundo de Rancagua. Trabajó por muchos años en la mina El Teniente, donde llegó a ser un importante líder sindical en plena dictadura. Como era futbolero iba sagradamente al estadio a ver al O’Higgins que dirigía Luis Santibáñez a finales de los años setenta. Ese equipo llegó a jugar dos copas Libertadores consecutivas. En ese plantel, Eduardo Bonvallet destacaba en la mitad de la cancha.
“Era muy rudo. La gente lo quería harto, porque si bien no era talentoso, no se achicaba, ponía la pierna fuerte. Era un perro con dientes. Muy parecido al estilo de Nelson Acosta. Aparte de eso, no sabía nada de Eduardo Bonvallet”.

Eso, hasta julio del 2002, en que ambos caminos se cruzaron.

“Fui a la Cárcel de Capuchinos a ver a un amigo mío que estaba preso, el ex alcalde de San Miguel Juan Claudio Godoy.
Cuando llegué había mucha prensa afuera y yo no sabía por qué. Adentro me encontré con otro amigo, que era presidente de Colo-Colo, Peter Dragicevic. Obviamente lo saludé. No tenía nada que ocultar. Cuando salgo, como son ustedes los periodistas, que tratan de sacarle a uno una buena declaración, me preguntaron qué haría yo por Dragicevic. Yo pensé que me preguntaban por Godoy y dije que hablaría con el ministro del Interior para ver en qué podía ayudar. Y nada más. Me subí a mi auto y me fui para la casa”.

La historia recién comenzaba. Seguel no imaginó que sus declaraciones serían la pólvora para el estallido del comentarista.

“Parece que este señor reventó en cólera. Para ser honesto yo nunca lo escuché. Sabía quién era y que se peleaba con todos, pero nada más que eso. Al otro día me llamó un señor a quien no tenía el gusto de conocer, de nombre Milton Millas. Me dice: ‘Rodolfo, te haré llegar una grabación de un señor que se refirió a ti en términos muy graves. Yo creo que nadie más que tú puede hacer algo al respecto, porque este personaje nos tiene a todos las pelotas hinchadas’”.

Seguel escuchó por primera vez las palabras con que Bonvallet se refirió a él tras la visita al ex presidente de Colo-Colo preso en Capuchinos.

“Recibí el disco. Lo escuché y no podía creer lo que estaba oyendo. Por qué tanto odio. Lo escuché con mi familia y mis hijos me dijeron que no me podía quedar así. Me trató de borracho, drogadicto, delincuente, maricón, ladrón y diez mil cuestiones más. Llamé a Milton, le di las gracias y le dije que iniciaría acciones legales, pero solo. No quería involucrar a nadie. Busqué a un abogado que era muy joven, Leonardo Battaglia, que hoy es dirigente de Blanco y Negro. Le dije que tenía este problema e iniciamos el juicio”.

A lo largo de su trayectoria, Eduardo Bonvallet recibió cincuenta y una querellas en su contra. La mayoría fueron por el delito de injurias graves con publicidad. Ganó cincuenta. La presentada por Rodolfo Seguel fue la única que perdió. Esta es la primera vez que el ex diputado por San Miguel se refiere al caso.

“El magistrado llamó a las dos partes a un comparendo”, recuerda Seguel. “Leonardo Battaglia mandó a un estudiante de Derecho para agilizar el trámite y Bonvallet le pegó. Lo increpó primero y luego lo golpeó. Yo pensé que este tipo estaba loco y seguí con más ganas el juicio. Me encabrité”.

“Presentamos la demanda y me empezó a pegar como bombo en fiesta, de la misma forma. Me llamó Milton Millas para felicitarme por tener la fuerza de dar una pelea que ellos no habían podido dar. El magistrado llamó a las dos partes a un comparendo. Leonardo Battaglia mandó a un estudiante de Derecho para agilizar el trámite y Bonvallet le pegó. Lo increpó primero y luego lo golpeó. Yo pensé que este tipo estaba loco y seguí con más ganas el juicio. Me encabrité”.

Tras el fallido primer comparendo, Seguel recibió duras palabras de los abogados del comentarista.
“Apareció el abogado Héctor Salazar, que tenía una larga trayectoria como abogado de derechos humanos y dijo una frase maldita: ‘Qué tanto habla Seguel, si vive con los impuestos que le pago yo’. Eso me dolió. Lo encontré de una bajeza que no era propia de Salazar, a quien yo conocía, sino una estupidez propia del personaje que tenía al lado. Después de eso Bonvallet lo echó”.

Hubo un instante en que las posiciones parecieron acercarse. Los nuevos abogados de Eduardo Bonvallet buscaron un avenimiento.

“Mandó un segundo abogado que nos pidió una conciliación. Nos dijo que Bonvallet estaba muy arrepentido, expresaba sus disculpas y me pedía que retirara el juicio. Yo le respondí que no tenía problemas si me traía un certificado médico que dijera que este señor estaba interdicto, porque a una persona enferma mentalmente no le puedo seguir un juicio. ‘Usted me trae eso y le firmo al tiro’, le dije. El abogado se puso a llorar y me dijo que lo iban a echar del trabajo. No trajo el certificado, así que seguimos con el juicio”.

El proceso siguió por las instancias correspondientes. Un proceso largo que duró varios años y que terminó recién en el 2007.

“Le gané en la primera instancia, fuimos a la Corte Suprema. Me seguía pegando. Me dijo que me iba a pillar en la entrada de La Moneda y me iba a agarrar a patadas en la raja a mí y al ministro del Trabajo, Ricardo Solari. Sacó que yo tenía mucha plata, que pagaba mis cosas al contado, billete tras billete. De verdad inventaba cada cosa impresionante”.

En aquel tiempo, Seguel no se refirió públicamente al caso, ni siquiera cuando la Corte Suprema resolvió a su favor, obligando a Bonvallet a pagarle una indemnización de diez millones de pesos.

“Hablaba cada estupidez. Era un energúmeno. Nunca le respondí públicamente. Es primera vez que hablo del caso. Lo hago por deferencia a usted como periodista y a él como persona, porque creo que estaba enfermo y no lo cuidaron”.

De los diez millones que Bonvallet debió cancelar, cubrió sólo un tercio de esa cifra.
“Yo destiné todo ese dinero para instituciones que trabajaban en rehabilitación de drogas. Pero pagó tres millones de pesos y no pagó nunca más. Era un llorón con la plata. Pidió cancelar en cuotas. A final le dije que pagara como quisiera”.

Eduardo Bonvallet y Rodolfo Seguel nunca hablaron personalmente. Tampoco por teléfono. Ni siquiera un correo electrónico.

“Tengo entendido que después dijo que la única persona decente en política era yo, porque no había sido rencoroso ni veleidoso con él. Nunca hablé mal ni le cobré un peso de lo que restaba. Yo no iba a crecer por él. Mi trabajo era y es otro”.
Las reacciones tras ganar la querella en contra del comentarista fueron inmediatas y llegaron de diferentes partes.

bonvallet 2“Me llamaron muchos personajes públicos. No los nombro para no meterlos en esto. Me felicitaban, me daban abrazos, palabras de reconocimiento. Milton Millas me debe un asado todavía. Me dijo que si le ganaba una querella a Bonvallet, me invitaba a un asado en la laguna de Aculeo, que aún estoy esperando”.

Para el ex diputado, la satisfacción personal fue el principal estímulo para seguir este juicio hasta el final y no desistir.

“Mi triunfo se lo dediqué a mi familia, a mi mujer y a mis hijos, porque limpié mi imagen. Y también a todos los que fueron víctimas del vocabulario de este señor. Sí me llamó la atención que fuera tan violento para atacar a los demás, y cuando a su hija casi la mataron no hiciera nada por defenderla”.
Rodolfo Seguel tiene duras palabras para el círculo cercano a Bonvallet y también para sus seguidores.

“Él estaba interdicto y el país que lo siguió no lo comprendió ni respetó. En vez de azuzarlo para que hiciera todas las estupideces que hizo, debieron ayudarlo a que se tratara en Chile o en el extranjero. Sus seguidores no lo querían. Lo usaban. Ganó plata, prestigio, pero terminó matándose. Lo encuentro denigrante. Pudo gozar a sus hijos, a sus nietos, gozar del deporte que tanto le gustaba”.
Pese a la querella en su contra y a los epítetos proferidos, Seguel sintió lástima por el final de Eduardo Bonvallet.

“Me dio pena cuando murió. Cuando me enteré, le dije a mi señora que tenía razón, que Bonvallet estaba enfermo porque se acababa de matar. Yo no festejo la muerte de una persona, de ningún ser humano. Ni la de Pinochet la festejé. Creo que él debió vivir unos doscientos años para que pagara todo lo que nos hizo. Bonvallet fue víctima de su cabeza y de todas las personas que lo usaron diciéndole que era bueno. Él estaba enfermo y no era bueno”.

Los dardos del ex parlamentario son aun más profundos.
“Su mujer, sus hijos, sus parientes, sus hermanos no lo querían porque no lo cuidaron. A una persona así yo la pesco y la saco para que se haga un tratamiento fuera del país o en un recinto privado”.

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