Por Rodrigo Vergara Agosto 25, 2016

Un informe del Departamento de Medicina Criminalística de la Policía de Investigaciones (PDI) establece un análisis de los elementos que pudieron provocar la muerte de la menor Lissette Villa, ocurrida el pasado 11 de abril en el Cread Galvarino del Sename. Entre sus conclusiones, el documento establece que las cuidadoras son, en parte, responsables del deceso de la pequeña. “En relación a la consulta dirigida del Ministerio Público, en lo referente a la muerte de Lissette Villa Poblete pudo haber intervención de terceros, por acción u omisión, es posible afirmar responsablemente que existe responsabilidad de las cuidadoras del Cread Galvarino en el deceso de la menor”, se lee en el informe de 25 páginas despachado por la PDI el ocho de julio pasado y que llegó al Ministerio Público ocho días después.

Pero no es lo único. El análisis revela una serie de elementos marcados como factores de riesgo que eran conocidos por el Sename. Entre ellos se contaban elementos neurológicos, sociales, psiquiátricos, cardíacos, hepáticos y toxicológicos. “Lissette no era una niña sana. Los antecedentes tenidos a la vista dan cuenta de una serie de alteraciones estructurales y funcionales que --- en mayor y menor medida--- influyen en su proceso de muerte”, explica el documento de 25 páginas despachado a la fiscalía el ocho de julio pasado. O sea, de acuerdo a lo anterior, esta sumatoria de factores hacían de Lissette una “bomba de tiempo” que explotó a raíz del mal manejo de su crisis final.

Según lo que se señala en el documento, el día del fallecimiento la niña comenzó con su crisis a eso de las 18 horas. El origen de ésta habría sido que la cambiarían pronto al Cread de Pudahuel en donde no quería estar. “Esta vez la crisis era predecible, dado que se produjo por el envío del oficio que indicaba su inminente traslado al Cread Pudahuel”, se acota en el informe, el que agrega que Lissette habría agredido verbal y físicamente a otras personas.

Es aquí donde dos educadoras de trato directo (ETD) realizan un procedimiento de contención, que, de acuerdo al informe, se aleja de todos los protocolos establecidos en el Sename. El relato de los hechos se construye con el testimonio de las dos ETD, además de una testigo clave: una menor interna que, según la PDI, estuvo presente en los momentos críticos. “Las versiones sobre lo ocurrido tienen elementos en común (auto y heteroagresión, orina y toallas), pero presentan relevantes discrepancias: (se nombra a una de las ETD) registra que la menor se dirige sola a una pieza, lugar donde se golpea y golpea a las ETD en reiteradas oportunidades, que en un momento la menor amenaza con orinarse y con sus manos se tapa la boca, de boca al suelo, haciendo presión y se desvanece. (Nombra a la otra educadora) declara que las ETD llevan a la menor a una pieza contigua al salón, donde auto y heteroagrade. Señala que tratan de ponerle una toalla para firmarle la cara y no se siguiera golpeando. Señala que luego de orinarse, la menor se queda quieta y se pone helada”.

El testimonio de la menor interna entrega otros elementos: “(la niña) Señala que las ETD atrapan a la menor (Lissette) y la llevan al dormitorio, la acuestan en el piso y la contuvieron de tal forma que (nombra a una de las ETD) se subió arriba de la menor, que estaba boca abajo, encima de su espalda, mientras (nombra a la otra educadora) le afirmó los pies y las manos (en posición inversa al rostro de Lissette, viendo hacia los pies de la niña). Le indican a la menor que se calme, pero ella no lo hizo; luego la menor quiso ir al baño, pero no la dejaron, por lo que se orinó, recibiendo burlas de parte de las ETD”. El relato agrega que las educadoras le ponen dos toallas (en la cabeza y en los pies) y después de eso (no consigna tiempo) Lissette no reaccionó más y pasó un buen rato antes de que se pidiera ayuda.

La policía establece y señala evidencia que apunta a que la menor, en el proceso, vomitó lo que le provocó una asfixia mortal. El estudio indica que con una reacción temprana el proceso se pudo detener.

Fármacos

Entre los elementos de riesgo que potenciaron el deceso, la PDI señala el toxicológico. Al momento de su muerte, Lissette consumía tres medicamentos: Sertralina (antidepresivo), Carbonato de Litio (usado en el control de la bipolaridad) y Olanzapina (antipsicótico). Si bien los análisis toxicológicos realizados por el servicio Médico Legal (SML) al cuerpo de Lissette arrojaron que el consumo de los dos primeros eran en rangos normales y que el tercero no se pesquisó, ya que los estudios sólo lo arrojan cuando hay dosis tóxicas del medicamento; la PDI argumenta que la interacción de los tres fármacos prescritos generan riesgos: “La Olanzapina produce como efectos adversos sedación, aumento de la ideación suicida, desregulación de la temperatura corporal e hipotensión (presión baja). Los menores que consumen Litio deben evitar exponerse a la deshidratación, ya que esta puede provocar efectos adversos severos como diarrea, somnolencia, náuseas, dificultades de hablar, temblores y confusión. La Sertralina si bien es un fármaco seguro en términos de toxicidad puede generar como efectos adversos molestias gastrointestinales, temblores, vértigo, insomnio y aumento de sudoración”. Según el análisis, cuando estos fármacos interactúan entre ellos se aumenta el riesgo de “depresiones del sistema nervioso central y de arritmias cardíacas”.

En este punto hay un elemento más que expone el informe: la pérdida de medicamentos. Según estos antecedentes, el 14 de abril la PDI llegó hasta el Galvarino para incautar la ficha médica y los medicamentos de Lissette. Los fármacos incautados corresponden a 16 comprimidos de Carbonato de Litio; 14 pastillas de Olanzapina y 7 de Sertralina. El problema es que, de acuerdo a las dosis entregadas el seis de abril (resguardados en la enfermería del Cread), y a los consumidos por la pequeña, faltaban 46 unidades de Litio; 50 Olanzapinas y 18 Sertralinas. De acuerdo a lo señalado por la auxiliar de enfermería, Elisa Morales, quien fotografió con su celular las dosis guardadas luego de la muerte de la menor, la pérdida se produjo entre el 12 y el 14 de abril. Entre las conclusiones del informe se recomienda, también, indagar esta pérdida.

En la edición impresa de este viernes de Revista Qué Pasa, un reportaje con todos los detalles del análisis policial y otros datos inéditos de la investigación.

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