Por Rodrigo Vergara // Fotos: Álvaro Poblete Julio 1, 2016

Víctor Lavanderos (73) lo recuerda claramente. Casi como si hubiese estado pasando en el momento, pese a que ocurría al principio de la década del 50, cuando él tenía siete años. Todos los sábados su madre tomaba una decisión. Ella evaluaba el comportamiento semanal de cada uno de los siete hermanos y asignaba un premio al que se portara mejor. Siempre el mismo estímulo: un completo con mayonesa casera en el Mercado Municipal de Temuco. Comportarse bien valía la pena y el esfuerzo. Ese recuerdo, cuenta, lo movió hacia un objetivo que, con el tiempo, se transformó en principal en su vida: lograr tener un local en el emblemático edificio que fue inaugurado en 1930, era casi una obsesión. Un indicador de que algo estaba haciendo bien. Una especie de realización vital. Y el esfuerzo tuvo una recompensa. En 1990 invirtió los ahorros de 20 años de trabajo y compró el derecho de llaves de un restaurante. Ese fue su tesoro. “El Caribe” se llamaba.

Hoy, de ese sueño materializado en un centro gastronómico con capacidad para 70 personas, que vio entre sus comensales a alcaldes temuquenses y presidentes de la República como Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos, ya no queda nada. La noche del 20 de abril el fuego arrasó con todo. Sólo quedó la fachada del edificio de cinco mil metros cuadrados y la chamuscada fuente de agua que marcaba el centro de la construcción. El descuido involuntario de un gásfiter, según estableció la Fiscalía, terminó en un desastre para la economía, patrimonio e idiosincrasia de la ciudad y de 140 familias que vieron cómo todo se hizo humo. En total, las pérdidas sumaron, según las autoridades, al menos 17 mil millones de pesos.

“Yo fui uno de los primeros que llegaron. El fuego todavía no se desparramaba por todos lados y traté de entrar por calle Aldunate”, recuerda Lavanderos, conteniendo apenas sus lágrimas. “Avancé unos metros y el agua que estaba en el suelo hizo que perdiera pie y me caí. Eso me salvó la vida, porque si entraba, no salía. Los bomberos me ayudaron, y en cuestión de segundos, cuando estaba ya afuera, al otro lado de la calle el fuego ya había alcanzado todo el edificio. No había nada que hacer. Todo estaba perdido”.

“Perdí todo. Como $ 300 millones entre maquinaria, infraestructura y mercadería. Todo, todo, todo”, dice.

Los locatarios tenían un estatuto en que se le asignaba un derecho a llaves que era hereditario. Tras el incendio, les explicaron  tendrían un “derecho preferente”, pero no exclusivo. Además los arriendos subirían y las condiciones también cambiarían.

La historia de Lavandero se repite, con matices, en la mayoría de los dueños de locales. Gran parte de ellos, hijos y nietos de las primeras generaciones que se instalaron en el mercado temuquense. Y ahora, como siempre ocurre en este tipo de tragedias, todos miran a las autoridades en busca de soluciones. Primero a la municipalidad y luego al gobierno central. Y hay circuitos que no están funcionando, sobre todo en tiempo de elecciones municipales en las que el tema del mercado marcará la campaña a los pies del cerro Ñielol. Por ahora, quienes más sufren el tema son los locatarios. Ellos mismos reconocen que no tienen nada seguro. Ni siquiera volver a estar en el que se supone será el nuevo y reconstruido recinto el que, según las autoridades y en el mejor y más optimista escenario, podría estar operativo en tres años más.

“Lo que nosotros queremos como administración municipal es recuperar el mercado, pero de repente aparecen voces que comienzan a hablar cosas distintas que a la larga podrían retrasar el tema y así lo he advertido en forma reiterada”, sostiene el alcalde Miguel Becker (RN), quien, por cierto, es candidato a la reelección. “Me parece que retrasar es haber partido corriendo a Santiago, al Consejo de Monumentos Nacionales, con un documento pidiendo que se defienda el mercado. Si lo declaran Monumento Nacional, cada vez que queramos hacer algo debemos ir al Consejo de Monumentos Nacionales, con 22 personas que están en Santiago y no conocen Temuco, para que definan qué podemos hacer o no hacer dentro del mercado. Y eso es un tremendo error”.

La autoridad comunal se refiere a la acción que al día siguiente del incendio anunció el periodista Daniel Sandoval, ligado al PPD, ex consejero regional y un permanente animador del debate político local a través, principalmente, de su plataforma Defendamos la Ciudad de Temuco. Sandoval explica que la presentación al Consejo de Monumentos Nacionales tenía como objetivo asegurarse de mantener la fachada de la histórica construcción inaugurada por el alcalde Eduardo Solano como Mercado Modelo de Temuco el 17 de mayo de 1930.

“Era un llamado de alerta y de atención para utilizar todos los instrumentos vigentes para proteger el patrimonio”, explica Sandoval. “Esto porque nadie nos garantiza hasta el momento que se va a preservar y rescatar la fachada original del mercado. Nosotros funcionamos en torno a la experiencia y a la historia del patrimonio arquitectónico en Temuco, que ha sido dinamitado”, agrega y argumenta que la demora no es un tema trascendental, ya que la prioridad debe ser conservar el diseño de fachada original: “Las normativas locales, comunales o regionales no han garantizado en nuestra historia que se defienda el patrimonio”. El periodista asegura, eso sí, que si las autoridades se comprometen a mantener las condiciones arquitectónicas originales en la fachada, ellos estarían dispuestos a retirar la solicitud.

la inquietud de los locatarios

Pero la reconstrucción no es lo único que mantiene inquietos a los 140 dueños de locales del mercado temuquense. “Estamos en el aire”, dice Daniel Araneda, dueño de Carnes Araneda y parte de un grupo de locatarios que recorren las ruinas del mercado, justo a dos meses del incendio. Mientras camina por sobre las cenizas en una mañana fría del sur hace un poco de historia. De cómo se fue trasladando con un local de carnes desde la periferia temuquense hasta el centro de la ciudad en el popular edificio comercial donde llevaba 30 años. Pero además de la incertidumbre por no saber qué pasara con su futuro, ya que no existe nada concreto que lo ligue a él y al resto de los arrendatarios a un local en la eventual nueva construcción, Araneda agrega un problema más: “Tenía tres millones de pesos en una caja de seguridad en la carnicería. La caja quedó chamuscada y los billetes también”, cuenta. Actualmente se encuentra tramitando con el BancoEstado para que le repongan los billetes. Mientras, sólo atina a reírse de su mala suerte.

Mercado Temuco 2Quien también se lo toma con algo de humor es Víctor Maturana (70). Dice que es un hombre curtido por las experiencias duras. Cuenta que fue un activo militante del MIR en los 70 y debió partir al exilio luego del golpe de Estado. Volvió al país de manera clandestina a principio de los 80, pero la aventura en la resistencia armada duró poco. Cayó con la chapa de “Rolando” el año 1982 cuando fue detenido por Carabineros y estuvo preso en la antigua cárcel pública de Santiago hasta 1990. Salió cuando la democracia estaba recién partiendo en Chile y algunos amigos y compañeros le ayudaron a comprar el derecho de uso de un local ese mismo año. “Esto es otro golpe para mi vida, pero nunca tan fuerte como el primero”, dice.

Seis días después del incendio, Víctor Lavanderos, Daniel Araneda, Víctor Maturana y cada uno de los locatarios recibieron una carta de la municipalidad en la que se les notificaba que el “arriendo expiraba” por la destrucción del inmueble. Si bien el documento se ajustaba a la ley y a lo que había ocurrido, fue una luz de alerta. En una reunión posterior con el alcalde, realizada el 7 de junio, la cosa se complicó un poco más. Desde la municipalidad les explicaron que los locatarios que estaban al día del incendio tendrían un “derecho preferente”, pero no exclusivo. Además los arriendos subirían y las condiciones en las que ellos ocupaban los locales también cambiarían.

Los dos últimos puntos no son menores para los locatarios. Ricardo Fierro, presidente de la Agrupación de Dueños de Locales del Mercado de Temuco, explica que ellos tenían un estatuto que estaba desde 1995 y en él se le asignaba un derecho a llaves a cada arrendador, el que, además, era hereditario. El costo de los arriendos iba desde $ 30 mil los espacios más pequeños (principalmente artesanías) hasta $ 500 mil los más grandes (restaurantes). Valores menores en comparación a los precios que manejan las inmobiliarias en el centro de Temuco.

“Nosotros teníamos un reglamento que nos garantizaba todas estas cosas y creemos que debe haber un antes y un después, pero con los que vengan después de nosotros. No veo por qué tendrían que despojarnos de los derechos que teníamos, ya que los teníamos de antes”, explica Ricardo Fierro.

En la municipalidad, eso sí, no están convencidos de que las condiciones serán las mismas y al consultarle al alcalde Becker si el tema será como lo piden los arrendatarios, este responde con un escueto “no necesariamente”.

 “Queremos que nos aseguren y garanticen, primero, que vamos a regresar al mercado”, dice Ricardo Fierro, dirigente de los locatarios. “A juicio nuestro, el reglamento y la ordenanza del mercado no murieron con el incendio”.

Según Fierro, en una reunión de concejo del pasado 14 de junio, el alcalde se comprometió a que serán ellos los que estarán de vuelta en el nuevo edificio. Pero la palabra no bastaba y los locatarios pidieron establecer un protocolo de acuerdo. Este debía firmarse el martes que recién pasó, pero otra vez las conversaciones quedaron en un punto muerto. Según lo que se lee en el proyecto de acuerdo, la municipalidad sólo declara su “intención” de que sean ellos los que ocupen los nuevos locales. Además, estipula que se dará curso a un nuevo estatuto, el que no necesariamente incluiría el derecho a llaves perpetuo ni que este sea heredable.

“Queremos que nos aseguren y garanticen, primero, que vamos a regresar al mercado, y quedamos tranquilos por ahora. Cuando esté el diseño conversaremos la otra parte. A juicio nuestro, el reglamento y la ordenanza del mercado no murió con el incendio porque esa ordenanza era para el Mercado Municipal y no para el edificio”, dice Fierro, quien aclara que podrían negociar los valores de arriendo, pero que no están dispuestos a ceder en lo del derecho a llaves y que este sea heredable.

Las ideas y el costo

Mercado Temuco 3En paralelo, un equipo de arquitectos de la municipalidad se encuentra trabajando en las condiciones de la licitación internacional que pretenden lanzar el próximo mes para el diseño del nuevo mercado. El costo total del proyecto alcanzaría a los $ 25 mil millones. “Los recursos deben venir del gobierno central o regional y así fueron ofrecidos por el ministro de Economía (Luis Felipe Céspedes) cuando vino, cuando todavía estaba el mercado humeante, que ahora ya, prácticamente, se les olvidó”, dice algo molesto el alcalde. “Ofrecieron una glosa presupuestaria en la que se establezca que quedan reservados del erario de la nación $ 25 mil millones para el mercado de Temuco”, agrega Becker, quien también respalda la idea de hacer estacionamientos subterráneos.

El intendente, Andrés Jouannet, recoge el guante y aclara que la glosa presupuestaria sí existe. Eso sí, se deben cumplir ciertas condiciones y llegar a acuerdo con la municipalidad. Jouannet señala que no está de acuerdo con la idea de los estacionamientos subterráneos, ya que cree que lo mejor es construir un anfiteatro en el subterráneo, que llene el vacío de un espacio cultural que el centro de Temuco no tiene. Además, espera que se comprometa la vuelta de los mismos arrendatarios que había antes del incendio. “No es un tema polémico con el alcalde, sino que es un tema de enfoque. Él tendrá sus razones y me parecen absolutamente válidas. Lo que pasa es que el centro de Temuco no tiene un anfiteatro que tenga el estándar que permita hacer eventos. Siempre estamos arrendando cosas. Además, estaría a nombre del municipio y ellos lo podrían arrendar como centro de negocios. La idea es que esto dialogue con el mercado”, explica el intendente. “Si vamos a meter harta plata, debemos hacerlo bien”, dice.

Jouannet reconoce, también, que existen ofrecimientos de empresas privadas que proponen ayudar sin solicitar mayores beneficios a cambio. Todo, por ahora, son ideas con posibilidades de materializarse. Mientras tanto, un grupo de cien locatarios (los más pequeños) se encuentran con reubicación momentánea. Los más grandes, restaurantes principalmente, aún están sin nada. Sólo con los recuerdos de un buen pasado que murió con el fuego.

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