La primera vez que sonó el nombre de Cristián Riquelme en el marco del caso Caval no era más que un personaje secundario. Fue a fines de agosto de 2015, cuando el OS-9 de carabineros se dio cuenta de que alguien había borrado la información del computador que Sebastián Dávalos había sido usado durante su estadía en La Moneda.
La atención de la opinión pública se había volcado una vez más al hijo de la presidenta, cuando el ministro Marcelo Díaz, vocero del gobierno, salió a explicar que en realidad todo había sido un procedimiento regular, establecido por protocolo, y que siempre que alguien deja de trabajar en La Moneda se formatea su computador.
El problema fue que sólo un par de días más tarde el jefe de informática de La Moneda, Luis Escalona Venegas, declaró ante la comisión investigadora de la Cámara que quien realmente había pedido que borraran la información había sido el mismo Dávalos en persona.
Si las cosas estaban difíciles antes, la inconsistencia entre este dato y la explicación del ministro Díaz lo complicó mucho más, y el vocero tuvo que salir a dar explicaciones nuevamente. Su excusa fue que en realidad él no se manejaba muy bien en el tema, por lo que había repetido lo que Cristián Riquelme le había dicho. Si la información estaba incompleta, era porque Riquelme se la había entregado incompleta.
¿Pero quién era Riquelme? El administrador de La Moneda no sólo es el brazo derecho de Rodrigo Peñailillo –fueron compañeros de colegio y de universidad–, y uno de los pocos G90 que sobrevivió a su salida, también es un hombre cercano a Bachelet. Ya había sido administrador de La Moneda durante su primer gobierno, un puesto de confianza exclusiva de la mandataria y por el que recibe uno de los sueldos más altos de Palacio, 7 millones 385 mil pesos. Y cuando la mandataria volvió de Estados Unidos lo puso a cargo de la administración de SOMAE, la empresa que se utilizó para manejar los recursos de la campaña.
Aunque el episodio del computador finalmente tuvo solución –el OS-9 pudo recuperar la totalidad de los datos y hasta hoy no se han encontrado antecedentes relevantes para la investigación–, los vínculos de Riquelme con Caval recién empezaban.
Ese mismo mes, Patricio Cordero –uno de los operadores UDI que según Natalia Compagnon recibirían el 50% de la venta posterior de los terrenos– en su declaración ante la fiscalía de Rancagua entregó un dato clave que involucraba directamente a Riquelme. Según este testimonio, dos meses después de que el caso se hiciera público el administrador de La Moneda recibió a Juan Díaz en su propia oficina en el Palacio de Gobierno.
Nuevamente se encendieron las alarmas en el Ejecutivo, pero esta vez el mismo Riquelme confirmó la historia ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados. Efectivamente, Díaz había llegado hasta su despacho en La Moneda para solicitarle que realizara gestiones con el objetivo de que Natalia Compagnon le pagara una deuda personal que mantenía con él.
Si bien después del asunto del computador era sólo la oposición la que pedía su cabeza, la reunión con el ex operador UDI llegó a incomodar incluso a parlamentarios oficialistas, que empezaron a presionar por su salida. Así fue sugerido en el informe de la comisión investigadora. No obstante, Riquelme está seguro en su puesto. Aunque ante ese tipo de conductas se habría esperado al menos un sumario interno, no recibió ningún tipo de amonestación y la semana pasada fue ratificado en su cargo.
Ante los emplazamientos de los parlamentarios que piden su salida, el ministro Marcelo Díaz respondió que la continuidad de un funcionario del gobierno en su cargo no es un asunto que les corresponda a ellos, sino que al Ejecutivo.
Los cuestionamientos, no obstante, no se limitan a Caval ya que Riquelme podría estar involucrado en SQM por la arista de Giorgio Martelli. Actualmente se están investigando los traspasos de dinero entre Asesoría y Negocio –empresa perteneciente al geógrafo- y SOMAE durante 2013, además de un giro que Martelli realizó a la cuenta bancaria personal de Riquelme por $32.5 millones de pesos.