Por Ana María Sanhueza y María José Tapia Enero 29, 2016

“Gonzalo Vial Concha: con alas propias”, “Gonzalo Vial: el independiente”, “Gonzalo Vial hijo domina el negocio de los alimentos para animales”.

Hasta antes que estallara el caso Caval, en febrero de 2015, el nombre de Gonzalo Vial Concha (53), el hijo menor del dueño del holding Agrosuper, Gonzalo Vial Vial, estuvo siempre asociado a noticias de las secciones de Negocios en la prensa. A su rol de empresario luego de fundar la distribuidora e importadora Graneles del Sur, una de las más grandes en el rubro de los granos y que nació al alero de las inversiones de su padre, se sumaba el buen rendimiento en los campeonatos de rodeo de los caballos de su criadero Las Callanas.

Hoy, sin embargo, su nombre se repite en las páginas judiciales, luego que apenas en un año pagara $ 1.200 millones a Caval, la cuestionada empresa de la nuera de la presidenta Bachelet, Natalia Compagnon, por distintas asesorías que hoy están en la mira de los fiscales de Rancagua, Luis Toledo y Sergio Moya. En particular, la que dice relación con los documentos que Caval le entregó sobre un supuesto complot en su contra, informaciones que Vial Concha puso por primera vez en duda en su última declaración, abriendo un nuevo flanco en la investigación: “Pueden ser parte de un engaño, cuyo único propósito era obtener dinero de mis empresas”.

Vial Concha, un hombre de campo que hoy suele vestir de jeans y camisa, se ha convertido paulatinamente en un personaje clave en el caso, luego que fuera el primer cliente que fichó Caval. De hecho, la empresa se constituyó el 3 de febrero de 2012 con un capital de sólo $ 6 millones y pocos días después recibió el primer pago de Graneles por $ 54 millones. Es decir, nueve veces su capital inicial por el ítem “firma de acuerdo de representación y comisiones”.
La suma fue la primera de muchas otras que Vial Concha, quien tiene estudios de administración de empresas en el desaparecido instituto IPV, pagó a Caval por distintas asesorías en áreas que habría querido incursionar. Fue así como se vinculó a Compagnon, a quien conoció en 2012 a través de una tercera persona cuyo nombre demoró meses en revelar: la intermediaria Gilda Verónica Vanni Zunino, quien a su vez fue presentada al dueño de Graneles por uno de los abogados que lo asesoraba en un proyecto minero previo.

Pese a que su padre tiene uno de los criaderos de caballos más importantes del país, Gonzalo Vial Concha decidió crear algo propio: Las Callanas. Sus ansias de independencia lo llevaron incluso a buscar una línea de sangre distinta para sus corraleros.

Quienes conocen a Vial Concha lo describen como alguien solitario, tímido, de pocos amigos, lacónico y de conversación casi exclusivamente ligada al campo y sus caballos. También de carácter fuerte, lo que lo ha llevado a romper vínculos con varios trabajadores y ex ejecutivos de su empresa y a tomar distancia con muchas otras personas. Por ejemplo, él mismo ha deslizado ante la Fiscalía la relación que ha tenido con su padre, algo que señaló en junio de 2015 en su primera declaración, cuando al comentar la gestión del ex gerente de Graneles, Rodrigo Errázuriz (hoy director ejecutivo de Copesa, empresa a la que pertenece revista Qué Pasa), a quien atribuye sus problemas financieros, comentó a su padre su opinión sobre el ingeniero civil: “Mi padre no creía en lo que le dije y finalmente no hizo nada al respecto, más bien se alejó más de mí”.

Pero, esencialmente, Vial Concha es catalogado como una persona extremadamente desconfiada —para algunos, hasta paranoica— con su entorno. De ahí que llame la atención en quienes lo conocen la relación que en poco tiempo llegó a tener con Compagnon. No sólo le prestó su fundo Haras de Callanas, en Paine (por iniciativa de la cientista política), para su matrimonio con Sebastián Dávalos en octubre de 2012. También llegó a confidenciarle asuntos personales: “Me mantuve en permanente contacto con Natalia durante los años 2012 y 2013, entregándole información de mis negocios y también de dificultades comerciales y familiares que impactaban en los resultados de mis negocios”, declaró a la Fiscalía hace unas semanas.

LÍNEAS DE SANGRE

Chalo o Chalito. En el mundo del rodeo, en la Sexta Región, así es como aún llaman a Vial Concha para diferenciarlo de Gonzalo Vial Vial: su padre es uno de los nombres más importantes del rodeo no sólo porque es el único presidente honorario de la Federación del Rodeo Chileno, sino también por su criadero de caballos Lo Miranda, uno de los más grandes del país y que llegó a tener 150 ejemplares.

Es en el ambiente de la medialuna donde el dueño de Graneles se siente más cómodo y en el que es más locuaz, sobre todo porque es conocido desde niño, cuando desde Vitacura iba los fines de semana al campo de la familia a la VI Región. Era uno de los mejores jinetes amateur, una afición que tres de sus cinco hijos continúan hasta hoy.
Sin embargo, en 2007 Vial Concha protagonizó la única ruptura que hasta ahora ha tenido el rodeo chileno, cuando decidió quebrar con la federación de la que es parte su padre y armar un grupo propio. Quienes conocieron el hecho cuentan que por esos días el dueño de Graneles trató de imponer su estilo y su carácter, y se opuso a la nueva línea que tomaba la agrupación. “Se estaba modernizando y se querían contratar jinetes profesionales, mientras que él pretendía que siguiera siendo amateur”, cuenta un testigo.

Entonces, Vial Concha dejó atónitos a los demás miembros del grupo cuando armó en forma paralela la Federación Chilena de Rodeo y Deportes Ecuestres. Pocos lo siguieron, entre ellos Roberto Standen Pérez, quien más tarde se convertiría en uno de sus hombres de confianza.

La ruptura con la agrupación fue tan profunda, que esa vez el gremio prometió que quienes se fueran con el bando de Vial Concha no podrían volver a la Federación. Sin embargo, poco tiempo después el dueño de Graneles debió regresar, pues había quedado fuera de varias competencias. “Para su vuelta pesó mucho que fuera hijo de don Gonzalo Vial”, cuenta un miembro de la asociación.

Pero no es el único hecho que revela el carácter de Vial Concha. A mediados de los años 90, y pese a que se entendía en el mundo del rodeo que era el heredero natural del criadero Lo Miranda de su padre, pues tradicionalmente los hijos siguen los mismos pasos, y así sucesivamente, sorprendió cuando debutó con algo propio: Las Callanas.
Vial Concha, entonces, cuentan cercanos al empresario, incursionó en forma independiente y buscó una línea de sangre y crianza distinta a la de su padre, la misma que partió con su primer potro: Capuchino.

UN PADRE, UN JEFE

La independencia que Vial Concha ha tratado de tener en la crianza de caballos, pese a que es la misma pasión de su padre, también la ha experimentado en los negocios. Sin embargo, Gonzalo Vial Vial ha sido un factor gravitante en su historia.

Vial Concha partió trabajando en Agrosuper —firma donde tiene un 24%, al igual que sus tres hermanas, y a la que no va ni participa en la gestión— a mediados de los 80. Estuvo aproximadamente dos años en el área de producción animal, y a los 25 años decidió crear su empresa. “Tenía mis propias inquietudes y las ganas de ser grande. Además, quería tener mucho más a un padre que a un jefe”, relató a Qué Pasa en 2007.

Así creó inicialmente una empresa de corretaje interno, Vial Trading, pero no fructificó. De ahí saltó a Graneles del Sur, una idea que surgió tras observar a su padre: “Me tocó ver de cerca los problemas logísticos que tuvo (…) en Agrosuper y se me ocurrió suplir esta necesidad”, precisó en 2007.

Hasta la década pasada, Graneles era una exitosa firma, captando más del 70% del mercado de alimentos para la industria de salmones, cerdos, pollos, etc. Sus ventas superaban los US$ 500 millones, con operaciones en Latinoamérica y Estados Unidos. En 2006 compró el 40% del mayor operador de graneles sólidos del puerto de San Antonio, Puerto Panul. Y en 2008 conformó Agrogestión Vitra, orientada a la comercialización de fertilizantes e insumos agrícolas. Además de tener un área de soluciones logísticas a través de una empresa llamada Transvia. Graneles controlaba así toda la cadena de transporte.

Fue la época en que Vial aparecía en las páginas de negocios y, como pocas veces, se explayaba en contar su historia. No fue el caso de este artículo: contactado de manera insistente, declinó participar.

Quienes lo conocen aseguran que fue el mismo Gonzalo Vial Vial quien le ayudó a formar Graneles, al alero de Agrosuper, ya que es su principal cliente en el abastecimiento de granos. Los comienzos, sin embargo, no fueron fáciles: inicialmente su padre optó por no comprarle si es que sus valores eran iguales a la competencia. Después de eso, Vial Concha logró buenos precios y cerró su primer contrato con Agrosuper.

Otras fuentes comentan que el objetivo de Vial padre era que su hijo pudiera crecer profesionalmente, pero al margen de la empresa familiar. De esta manera, lo blindó con ejecutivos que él ayudó a rastrear y que tenían conocimientos en la materia, entre ellos el experto trader de granos Álvaro González, quien se encargó de desarrollar el negocio en el exterior y Rodrigo Errázuriz, quien ocupó la gerencia general hasta 2011. Inicialmente la relación entre ellos y Vial Concha era buena. De hecho, en 2007, el empresario aseguró a Qué Pasa que era “importante rodearse de gente especializada” y que las decisiones se tomaban como equipo. Sin embargo, cada uno de ellos terminaría su relación de manera conflictiva y cortaría los lazos con Vial Concha. No así con su padre.

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Complots y seguridad

Los problemas comenzaron en 2010 y derivaron en que años después contratara al abogado Herman Chadwick Larraín para que le reestructurara sus pasivos. Se trata del mismo síndico que años más tarde gestionaría la venta de los terrenos de Machalí a Caval, y para quien la Fiscalía pidió su formalización por ventajas indebidas.

Las dificultades financieras que experimentó hicieron también que Vial Concha empezara a desconfiar de sus ejecutivos más cercanos y buscara sus propios colaboradores, entre ellos Standen Pérez, a quien conoció en el rodeo. Standen, oriundo de Concepción, es dueño de la empresa de servicios integrales en seguridad y transporte Rapid Way y de Dumo Ltda.. Según la página web de esta última, la firma se dedica a ofrecer seguridad, “cumpliendo con las más altas expectativas, proporcionando tecnología de punta”.

Cercanos afirman que Standen —a quien Qué Pasa trató infructuosamente de ubicar— le ofreció a Vial servicios de seguridad informática. No fue el único especialista en “seguridad” con el que trabajó. Según la declaración que Vial Concha dio ante los fiscales, Natalia Compagnon también le entregó una serie de documentos extraídos de sus propios sistemas informáticos sobre un supuesto complot que se estaba gestando en su contra. Incluso, a comienzos de 2015, y en medio de su desconfianza creciente respecto a quienes lo rodeaban, contrató al ex asesor de Caval Victorino Arrepol para que le hiciera un plan de manejo de información de todas sus empresas, incluidas las compañías de su padre.

Su temor a ser perjudicado crecía día a día. De hecho, él mismo reveló además a la Fiscalía haber contratado al abogado Ciro Colombara, dado que “supuestamente, me acechaba un megafraude”.

Sin embargo, en su última declaración, por primera develó sus dudas acerca del supuesto complot en su contra. Así, a mediados de 2015 optó por no terminar de pagarle a Arrepol por los supuestos servicios prestados. Arrepol, por su parte, lo demandó en noviembre del año pasado, acusándolo de deberle cerca de 5.000 UF por sus servicios de hacker.

Con su declaración a la Fiscalía del 12 de enero de 2016, Vial Concha, el primer cliente de Caval, pasó a convertirse también en el primer testigo en poner en duda los servicios prestados por esa empresa. Hoy habla de “engaño”.

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