Por Diego Zúñiga Agosto 21, 2014

Marilú (9) nació en Italia, Gaudí (13) en Bolivia y Carl (8) en Alemania. Los unen pocas cosas: la curiosidad, la inocencia, la falta de prejuicios y un país, Chile, donde viven desde hace un tiempo.  Son niños inmigrantes que por diversos motivos se tuvieron que venir a nuestro país junto a sus padres. Y aquí han intentado adaptarse a una nueva forma de vida en muchos casos, a otro idioma, a otras costumbres. En algunos, la adaptación ha sido rápida, en otros no tanto, pero el optimismo y la felicidad de ellos resulta encomiable. O al menos ése es uno de los detalles que muestra con mayor fuerza e intensidad Niños inmigrantes, la nueva serie documental que estrenará TVN a mediados de septiembre, dentro de  La cultura entretenida. Porque sí: ésta es una serie de niños para niños, en la que el tema de la inmigración está retratado desde una mirada infantil, pero no por eso menos precisa y nueva. Una mirada que logra internarse en muchos de los conflictos que lleva el tener que adaptarse a otro país, pero desde un lugar original: 12 niños que contarán sus historias personales y que nos harán ver un mundo que va más allá de los estereotipos y de los lugares comunes que siempre surgen cuando se habla de inmigración. Sí, aquí hay historias tristes y difíciles, pero también momentos de mucha felicidad.

 

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El proyecto de Niños inmigrantes nació en 2011, cuando las productoras ejecutivas de Invercine Macarena Concha y Macarena Cardone, junto al director Martín Arechaga, empezaron a darle vueltas a la idea de abordar el tema de la inmigración. No querían hacer un documental de denuncia, sino buscar una mirada que les permitiera encontrar respuestas nuevas.

-Nos dimos cuenta de que la temática de la inmigración iba a ser un problema que si bien hoy tiene presencia, en unos años más sería mucho más grande. A nuestros niños que tienen 10, 12 años, les va a tocar no sólo tener un vecino inmigrante en la cuadra, sino tres o cuatro -dice Concha-. Queríamos que fuera un programa con mucha luz, que no sólo hablara de la discriminación, sino también de la inclusión.

Fue así, entonces, en distintas conversaciones entre Concha, Arechaga y Cardone que llegaron a la idea central: aquella luz podían encontrarla en la mirada de los niños. Pero no sólo en su mirada, sino también en un programa ideado para ellos.

De esta forma, armaron el proyecto, lo enviaron al  fondo del Consejo Nacional de Televisión 2012 y así obtuvieron el financiamiento para hacer Niños inmigrantes.

Lo que vino, entonces, fue un proceso largo de investigación: debían conseguir a los niños indicados para protagonizar los 13 capítulos que tendría la serie-documental.

-Fue una investigación intensa. Porque una cosa es que uno conoce muchos casos de inmigrantes, pero otra es conocer a los que cumplen los requisitos -cuenta Arechaga.

Y los requisitos eran que cada niño tuviera una historia atractiva y que, a su vez, fueran personajes interesantes. Para encontrarlos, armaron un equipo interdisciplinario, en el que había periodistas y un antropólogo colombiano, quien conocía perfectamente la experiencia de la inmigración.

La investigación duró cuatro meses, y se realizó entre fines de 2012 y principios de 2013. Hicieron un catastro de las colonias residentes, principalmente en la Región Metropolitana. También se coordinaron con consulados y embajadas. Y visitaron restaurantes típicos de cada país, colegios emblemáticos, clubes deportivos, escuelas infantiles de música, danza, teatro. Además, hicieron una convocatoria a través de redes sociales.

Sabían que en esto se jugaban gran parte del proyecto: encontrar a los niños indicados.

Y así, después de muchas entrevistas, de muchas conversaciones con niños y padres de diversas nacionalidades, llegaron a los 12 elegidos, de países como India, Filipinas, Portugal, México, Estados Unidos y Perú, entre otros.

Eran los primeros meses de 2013 y ya habían realizado la parte más difícil del proyecto. Lo que vino después fue filmar a cada niño y luego el montaje, donde se demoraron varios meses, pues decidieron trabajar con registros audiovisuales: una cámara que sigue a los niños, una cámara que llevan ellos para registrar parte de su intimidad, y una puesta en escena en la que se recrean algunos de los sueños y los sentimientos de cada uno de los niños.

De esta forma, como espectadores ingresamos a los mundos privados de cada uno de estos niños. Y se genera empatía, y conocemos sus frustraciones, pero también los sueños de niños que deben vivir situaciones difíciles  -adaptarse a otro país, demuestra la serie, nunca es algo simple-, pero que las saben afrontar con madurez.

 

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-Quisimos filmar a los niños porque tienen una mirada más limpia -cuenta Cardone-. Ellos viven los procesos sin los prejuicios que tienen los adultos. Nos interesa su experiencia porque demuestra que vivir un cambio tan grande impacta a nivel universal, y muchas veces no nos detenemos en las emociones que les toca vivir a ellos.

-Ésta es una realidad que crece a pasos acelerados -agrega Concha-. Es mucho más fuerte, rápido y brutal de lo que lo imaginamos. Conversamos con muchos expertos que plantean que si no tomamos conciencia del tema de la inmigración hoy, será un gran problema en el mediano plazo.

Y Arechaga agrega, finalmente:

-Lo que descubrimos después de grabar es que finalmente las historias son universales, y que los sueños de los niños son compartidos por ellos, independiente del lugar de donde vienen. A pesar de que les han pasado cosas, tienen una gran capacidad de resiliencia, mucho más grande que los adultos.

En el último capítulo de la serie, decidieron reunir a los 12 niños en el Hospital Calvo Mackenna para pintar un mural. Por primera vez, los 12 protagonistas se conocen y comparten, también, la experiencia de ser niños inmigrantes.

Infancia extranjera

UNA SALUD A MEDIAS
[ Por Valeria Bastías ]

Quizás el momento en que el choque entre expectativas y realidad es más violento para los inmigrantes que llegan a Chile es cuando requieren atención médica. Si bien la ley permite a los migrantes en situación regular acceder a esas prestaciones, cuya atención y cobertura dependerán de su pertenencia a Fonasa o a una isapre, el requisito para ejercer este derecho es presentar un carné vigente. El problema, entonces, radica en lo que ocurre mientras dura la espera por ese documento. Por eso es que, desde el 2008, el Ministerio de Salud junto al Departamento de Extranjería y Migración permiten el acceso a la salud de niños y jóvenes menores de 18 años, independiente de la situación de sus padres o tutores legales, y también para mujeres embarazadas. Por su lado, los migrantes en situación irregular tienen dos posibilidades: pagar una consulta particular o acceder a una atención médica sólo en caso de emergencia. Los expertos señalan que todo eso es insuficiente. Hoy los límites de lo urgente no están definidos y muchas veces ni siquiera esa única posibilidad  puede ser aprovechada. “La urgencia es sólo cuando la persona está a punto de morir, literalmente, pero aun así he visto casos de personas que estando muy mal no son atendidas”, relata Carolina Stefoni, directora del Departamento de Sociología de la UAH. “En el caso de aquellos en situación regular, es necesario que pase cierto tiempo después de obtener su  visa para que puedan acceder a programas como el AUGE. Eso no tiene ningún sentido”. Lorena Fries, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, sostiene que las atenciones de urgencia terminan siendo muy limitadas: “Hemos podido constatar que en ocasiones se exige el pago de la atención aun a quienes no tienen los medios para ello”.

Para algunos expertos, lo primero que debería modificarse tendría que ser la reducción de los tiempos de espera entre la solicitud de la visa y su otorgamiento. En esa línea, la  Unidad de Asuntos Migratorios (Unami) de la Subsecretaría de Salud Pública del Minsal propondrá a las autoridades migratorias estudiar en conjunto fórmulas para el acceso y atención en salud de la población extranjera que tenga una visa en trámite. “Así podría evitarse que los extranjeros en vías de regularizar su situación en el país estén sin protección en salud durante los 4 a 5 meses que demora este trámite”, dice Lorenzo Agar, responsable de la Unami.

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