Por Sebastián Rivas Mayo 20, 2014

En diciembre, una vez conocidos los grupos, el sistema de pronóstico de Silver apuntó que, pese a que Chile está en el tercer grupo más difícil, tiene la segunda probabilidad más alta de avanzar, después de España.

“Estamos recién tratando de entender el fútbol con números”, dice Chris Anderson, autor de The Numbers Game, reconociendo lo engorroso del proceso. “Tiene que ver principalmente con la rareza del gol”.

La noticia llegó a algunos portales, rebotó en los medios y quedó como un dato curioso más, entre los miles que se pelean espacio en la antesala de un Mundial de Fútbol. El pasado 13 de mayo, la cadena deportiva ESPN generó un ranking de los equipos que llegan mejor posicionados a Brasil 2014. El anfitrión era el número 1. Luego, Argentina, España y Alemania. Y el quinto puesto, con un rating combinado de 87,3 puntos, era para Chile, la selección de Jorge Sampaoli. Ocho puestos más arriba que el último ranking FIFA, que lo pone en el lugar 13.

No era la predicción más atrevida sobre la Roja -Pelé dijo en febrero que veía a Chile en semifinales, aunque también aseguró lo mismo sobre Colombia, Uruguay, Argentina, Alemania, España y Brasil-, pero su origen tenía una conexión especial. Una que lo vinculaba directamente con Barack Obama y las elecciones presidenciales estadounidenses.

Hace cinco años, justo después de saltar a la fama por predecir el resultado de la primera elección de Obama en 49 de los 50 estados, Nate Silver, el hombre detrás del sitio FiveThirtyEight, creó para ESPN el Soccer Power Index (SPI), un modelo estadístico que considera cuatro factores: los coeficientes competitivos de todos los partidos jugados, los resultados derivados para los equipos y para los jugadores, y una combinación de datos de acuerdo a la plantilla en que juega cada futbolista. El objetivo es predecir resultados futuros. Algo que en el fútbol no es cosa sencilla.

Pero Silver, claro, no era ningún aparecido. Entre 2003 y 2008, él había desarrollado un sistema similar para el béisbol, llamado Pecota, que calculaba los posibles rendimientos de todos los jugadores para la temporada siguiente considerando los elementos de su desempeño y sus similitudes con otros deportistas. Después vino su fichaje en el New York Times, su segunda predicción de victoria de Obama -con 50 sobre 50 estados-, su abrupta salida y su relanzamiento de FiveThirtyEight como un sitio independiente, pero con el apoyo de ESPN.

La página fue lanzada en marzo, y uno de sus componentes es la información sobre deportes. Y aunque en los primeros meses estuvo centrada en básquetbol, béisbol y fútbol americano -los deportes favoritos de los estadounidenses-, el sitio tendrá una cobertura especial para Brasil, que llevará los datos a otro nivel.

Por de pronto, además del quinto lugar de Chile, si Silver fuera un mago de la Polla Gol moderno, sólo habría que celebrar. En diciembre, una vez conocidos los grupos, su sistema de pronóstico apuntó que, pese a que Chile está en el Grupo B, el tercero más difícil, tiene la segunda probabilidad más alta de avanzar después de España: los campeones del mundo marcan 82,8%, la selección chilena tiene 74,3%, Holanda saca 40,95%, y Australia apenas logra el 2% de oportunidades.

La predicción del más famoso de los estadísticos debería ser suficientes buenas noticias. Sin embargo, el dato oculto, en este caso, es la ausencia de datos. Y la diferencia entre el fútbol y otros deportes a la hora de anticipar lo que pasará en el terreno de juego.

UN NUEVO CAMPO
Chris Anderson estaba admirado de lo que hacía el Stoke City, el equipo inglés cuyo partido había ido a ver. Cada vez que tenían un lateral ofensivo, un jugador iba a la banda, se tomaba su tiempo, se preparaba y lanzaba un centro al área. Anderson, un ex arquero que se convirtió en un renombrado profesor de estadísticas de la Universidad de Cornell, le comentaba al amigo que tenía al lado lo inteligente de la maniobra: no sólo generaba más opciones de gol por partido, sino que reducían automáticamente el tiempo de posesión del balón del otro equipo, que no le podía marcar goles. Una solución matemáticamente impecable.

Pero la pregunta que su amigo le devolvió fue la clave para abrirle la curiosidad a un nuevo mundo: si eso era así, ¿por qué no lo hacían todos los equipos?

Anderson contactó a David Sally, un economista experto en conducta humana, y ambos escribieron en 2011 The Numbers Game, un libro en el que, a partir del análisis de más de 8 mil partidos de las ligas de España, Alemania, Inglaterra e Italia entre 2005 y 2011, determinaron una serie de patrones estadísticos que, en algunos casos, derribaban mitos, como que los córneres no aumentaban la posibilidad de marcar goles o que, más que tener el balón, el dato clave era minimizar las pérdidas que sufría cada equipo, en especial en el tercio del terreno más cercano a su área.

Pero quizás el dato más relevante es el que compara la cantidad de veces que gana el equipo favorito en cada deporte. Mientras en la NFL y la NBA el porcentaje es de cerca del 70%, y en el béisbol la cifra llega al 60%, en el fútbol el promedio es apenas superior al 50%. Es decir, algo sumamente difícil de pronosticar.

“Estamos recién tratando de entender el fútbol con números”, dice Anderson desde Londres, reconociendo lo engorroso del proceso. “Tiene que ver principalmente con la rareza del gol. En un juego donde, por 90 minutos y un poco más de tiempo agregado, el equipo profesional promedio marca 1,4 goles, la suerte y las oportunidades juegan un rol más grande para decidir el resultado que en un juego como el básquetbol, cuando los equipos marcan 50 ó 60 veces”, explica.

El académico, eso sí, plantea que hay un cambio en curso. Porque si en el caso del béisbol la cultura de seguir cada dato viene desde fines del siglo XIX, en el fútbol está recién partiendo hace una década. “Es todavía un largo camino, pero esperaría que en los próximos 10 años haya cambios significativos en la manera en que los equipos y los entrenadores están operando”, es su apuesta.

LOCAL, EMPATE, VISITA
El cambio no sólo está en curso en los equipos. También en internet y las redes sociales hay figuras que siguen al dedillo los datos y estadísticas, como el español Alexis Martín-Tamayo, Míster Chip, que dejó un puesto de ingeniero informático en Telefónica para dar datos semanales sobre la Liga española, la Champions, la Copa Libertadores y los partidos de selección. Con más de 800 mil seguidores, es una prueba de la seducción de los números en el deporte.

Algo que ESPN entendió muy bien con Silver cuando lo llevó en diciembre pasado como analista especial para el sorteo de la Copa del Mundo. Allí, otra vez fue contra la corriente: mientras los futbolistas y panelistas se lamentaban por la mala suerte de la selección de Estados Unidos -en el mismo grupo con Alemania, Portugal y Ghana-, él puso paños fríos: si bien reconoció que la tarea era difícil, planteó que dentro de las opciones posibles no era ni por lejos la peor.

Para los próximos días se espera que Silver y FiveThirtyEight comiencen a revelar sus predicciones y cifras en detalle para la fiesta mundialista. Algo que Anderson también espera con ansias, sobre todo por la dificultad que implica. Él cuenta que la última vez que intentó hacer un pronóstico, para el Mundial de Sudáfrica, llegó a la conclusión de que Brasil era el favorito. “Pero lo que me sorprendió entonces era que la probabilidad de triunfo era sólo del 9%”, relata. “Mirando para atrás, me hace sentido. Además de que los jugadores no necesariamente se conocen entre sí y juegan para equipos en los que no se desempeñan todo el tiempo, el formato del torneo, con una fase de grupos con sólo tres partidos y luego un modelo de eliminación directa, hace que el resultado sea casi imposible de adivinar”.

Ahí, hace cuatro años, Chris Anderson, el experto en estadísticas, se volvió a transformar en Chris Anderson, el hincha de fútbol.

-Cuando llegué a ese punto, me rendí en tratar de predecir el torneo. Y decidí que sólo me iba a sentar a disfrutarlo.

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