Por Ana María Sanhueza Abril 16, 2014

© Hernán Kirsten

1. TRIBUTOS PARA LA REGIÓN
En Valparaíso son varias las voces que buscan maneras de que ingresen recursos a la ciudad. Una de ellas es la de Jorge Martínez, director ejecutivo de la Fundación P!ensa, el primer think tank privado 100% regional, que agrupa a más de 50 empresarios, profesionales y líderes de la V Región.

Martínez cree que todas las empresas que tengan faenas productivas o actividades en la zona, como supermercados, empresas portuarias, bancos y multitiendas, entre otros rubros, tributen dentro de la región y no en Santiago, como lo hacen hoy, dado que sus oficinas principales estén en la capital. “Pero las ganancias las obtienen acá”, se queja el director de P!ensa, centro de estudios que debutó casi a la par con la catástrofe del fin de semana.

Martínez es uno de los tres porteños que forman parte de la Comisión para la Descentralización y Desarrollo Regional que impulsó la presidenta Bachelet pocos días antes del incendio. Está en el subcomité de tributos regionales y desde allí declara: “La descentralización sólo se va a lograr en la medida que las regiones tengamos ingresos propios, si no, el poder nunca se desconcentrará”.

No es el único que está pensando de dónde sacar recursos extras para la ciudad. Luis Parot, director de la Secretaría Comunal de Planificación (Secpla) y un conocido político de la región, cree que Valparaíso debe sacar también dividendos de su condición de puerto, pues paradojalmente no recibe nada de él.

“Nosotros no obtenemos ningún tipo de beneficio de la actividad portuaria, a pesar de ser el principal puerto de Chile. Mi idea es que cuando pasan contenedores, ya sea con mercadería que se importa o exporta, se usan las calles y carreteras de Valparaíso. Entonces, a esa actividad hay que cobrarle un derecho en beneficio municipal, ya sea por contenedor o por tonelada  movilizada”, dice.

La concejala Paula Quintana, ex ministra de Mideplan del primer gobierno de Bachelet, agrega: “Lo que hace el puerto tiene un gran impacto para la ciudad, pero Valparaíso no tiene ninguna incidencia en lo que ocurre dentro. Todas las decisiones son tomadas en Santiago”.

Quintana propone que sea la ciudad la que se haga cargo de la administración del puerto. Esto, porque la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) es parte del gobierno central y su “gestión, planificación y utilidades están en Santiago”. Su propuesta: cobrar una contribución del 15% o el 20% de sus ganancias a la EPV.

Pero ninguna de estas ideas son de un día para otro: todas requieren de una modificación legal.

2. BASURA: CONCIENCIA Y EDUCACIÓN
Valparaíso es el único municipio que no tiene externalizado el servicio de basura.  Parot, de la Secpla, dice que por la geografía de la ciudad, cuesta mucho más caro y difícil que en otras comunas sacar los desechos: se necesitan camiones más pequeños que puedan ingresar por las calles de los cerros, que tengan cajas de cambio especiales para maniobrar cuesta arriba mientras que los funcionarios deben subir largas escaleras para buscar los desechos de los vecinos.

En síntesis, es un círculo vicioso: de la municipalidad se quejan de que no tienen recursos y que es difícil llegar a los cerros; de los cerros se quejan de que los camiones recolectores no llegan por la basura.

En la ciudad, el 60% de las casas están exentas del pago de derechos de aseo. En base a ello, Luis Parot propone: que sea la autoridad quien determine quién paga y quién no y establecer un sistema donde quede exento sólo el que recicla su basura. “Y al que no lo hace, se le multa”.

Entre septiembre de 2009 y febrero 2011, Valparaíso sí tuvo un proyecto que intervino 102 microbasurales y que implicó la limpieza de una superficie de 177 mil metros cuadrados, equivalentes a 25 veces el Estadio de Playa Ancha.

El proyecto  formaba parte del Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV) -que dependía de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y se financiaba con un crédito del BID- e implicó que 200 porteños sin trabajo participaran en la limpieza de sus barrios. En paralelo se hizo algo que en Valparaíso no existía, pese a ser ciudad patrimonial: educación medioambiental en escuelas municipales, logrando llegar al 50% de los establecimientos.

Sin embargo, cuando el programa llevaba 18 meses -estaba presupuestado para dos años- las autoridades lo suspendieron y esos mismos recursos los destinaron a la restauración del Museo Baburizza, en el cerro Alegre  (que demoró 15 años en su recuperación) y en la compra y reparación de ascensores.

“Una lección que dejó este incendio es que programas como éstos necesitan permanencia en el tiempo”, dice el ingeniero ambiental Juan Pablo Almazora, quien dirigía el proyecto que también implicó la esterilización de 20 mil de los 108 mil perros que hay en la ciudad.

“Para Valparaíso hay que adoptar una visión de desarrollo urbano integral, no sólo desde el punto de vista patrimonial, sino que incluya el medioambiente como eje fundamental para impulsar la recuperación de la ciudad tanto para sus habitantes como para los turistas”, agrega Almazora.

3. MEJORAR LA CONECTIVIDAD

Vicente Maggiolo, tercer comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, recuerda que en medio del incendio él y sus compañeros, además de encontrarse con escombros, neumáticos y hasta electrodomésticos viejos tirados en la ruta,  se enfrentaron a caminos estrechos que apenas hacían posible el ingreso de los carros bomba. “Es muy importante que tras esta emergencia se ensanchen las calles para permitir vías de acceso y evacuación más expeditas, desde el camino La Pólvora hasta la avenida Alemania”, explica.

Para Enzo Gagliardo, comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, que abarca 16 compañías, tras el incendio se evidenció algo que ha repetido durante años: “Que pidan la opinión de bomberos, porque nunca lo hacen. Debe haber un sistema más expedito y acá lo que tiene que prevalecer es la seguridad”.

La estrechez de las calles no es el único problema con que se encontraron los bomberos: Valparaíso tampoco tiene conectividad entre sus cerros. Y durante la emergencia, mientras los carros bomba intentaban subir a toda velocidad hacia Ramaditas, después de bajar al plan desde los cerros La Cruz y Las Cañas, entre otros, “nos encontramos de frente con la gente que venía evacuando hacia el plan, muchos de ellos en auto”.

Esa conectividad a la que se refieren los bomberos, según el director del Departamento de Arquitectura de la Universidad Santa María y ex director del Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV), Roberto Barría, debiera significar un sistema de trazado que permitiera la vinculación horizontal a distintos niveles de altura entre los cerros, tal cual como hoy ocurre con la Avenida Alemania, que se interrumpe justo a la altura de la quebrada donde está la avenida Francia y obliga a tener que bajar al plan para volver a subir a los demás cerros.  “Eso implica revisar todo el sistema de conectividad y movilidad superior de los cerros de Valparaíso”, explica.

4. RECUPERAR LAS QUEBRADAS
Después de la catástrofe hay consenso en que las familias no debieran volver a instalarse en las quebradas. No sólo porque son un territorio de riesgo de incendio sino también porque en invierno son un foco ideal para los aluviones.

Paula Quintana asegura que el 70% de las quebradas de Valparaíso son de propiedad pública, por lo que al Estado le cabe un rol clave. “Hay que hacer una recuperación integral y transformarlas en espacios verdes y públicos”, dice.

Claudio Carrasco, arquitecto y profesor de la Universidad de Valparaíso (UV), explica que es fundamental darles “un valor ambiental a las quebradas, pues Valparaíso no tiene vegetación”. Y agrega: “La gente no debiese reconstruir allí, pues además de los incendios, siempre hay posibilidades de que el terreno se deslice”.

La situación que describe Carrasco había sido revelada por el profesor de Construcción Civil de la UV Uriel Padilla, en un estudio que elaboró en 2012 y en el que estableció un ranking de riesgo en las cuencas de la V Región: detectó mal emplazamiento de las casas en quebradas, riesgos de incendio e inundaciones. “Por eso, es clave que el concepto de riesgo esté incorporado en el Plan Regulador de Valparaíso que hoy se encuentra en discusión”, dice Padilla.

Daniel Morales, secretario general del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, destaca la experiencia que en los 90 tuvo Medellín, en Colombia, con las quebradas después de un atentado narco.  “Se construyeron departamentos dignos y bien diseñados, ocupados por la misma gente que vivía en la miseria. Luego, las quebradas fueron senderos, se canalizaron las aguas lluvias y se instaló equipamiento cultural y deportivo que generó una pertenencia real”.

    

5. CAPITALIZAR EL PATRIMONIO
El 2 de julio de 2003, Valparaíso celebraba que la Unesco nombró a la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. El título implicó restauración de palacios, revitalización de zonas como el Cerro Alegre y Concepción y protección del casco histórico, iniciativas que han llamado a instalarse a hoteles boutique, sofisticados restoranes y tiendas de ropa y diseño, la mayoría de propiedad de santiaguinos o extranjeros. Se trata de muy buenas noticias, pero sólo para unos pocos: 10 años después la calidad patrimonial de Valparaíso no se ha logrado capitalizar ni compartir entre sus ciudadanos.

“El patrimonio en Valparaíso es mucho más que la zona declarada, es mucho más que los barrios más palaciegos. Es una sumatoria de factores que requiere de ese criterio integrador. El patrimonio en Valparaíso es también paisaje”, dice Macarena Carroza, historiadora del arte y directora del Centro Crea, que ha restaurado varias obras en la ciudad.

Para el economista Camilo Vargas, hoy asesor del Consejo de la Cultura, hay varios factores que explican por qué la calidad patrimonial ha involucrado sólo a unos pocos. Una razón es la falta de especialización de las autoridades locales. “La visión fue siempre limitar lo patrimonial a la zona Unesco y nunca reconocer el anfiteatro y el resto de la ciudad, que también tiene lugares patrimoniales. Por ejemplo, desde el 2003 nunca antes se habían construido tantas torres en Valparaíso. Por eso es necesario profesionalizar”.

“Hay que poner el patrimonio en función de las personas, con estrategias para la realidad socioeconómica de los porteños. No estoy en contra de los hoteles boutique, pero si nosotros buscamos a esa gente a la que se le quemó la casa y les enseñamos a hacer negocios, también será parte de esta ciudad patrimonial. Porque la realidad de Valparaíso es que la gran masa es pobre y si las políticas públicas no se dirigen a ellos, esto no va a funcionar”, dice Vargas.

6. REPOBLAR EL AlMENDRAL
La falta de planificación urbana de la que hoy se acusa a Valparaíso tiene muchos factores. Entre ellos, a juicio de Claudio Carrasco, hay uno que ha tenido un papel clave: el decreto 2695 en el que el Ministerio de Bienes Nacionales entrega títulos de dominio después de cinco años de la toma de terrenos.  Si bien se exigen requisitos, una prueba de que en Valparaíso no se ha sido riguroso es que hay cientos de casas construidas en lugares riesgosos.

Hoy el tema es hacia dónde debe crecer la ciudad. Y en eso hay varias voces que apuntan a que ésta es la gran oportunidad para El Almendral, un sector que está  abandonado hace décadas. “Es un barrio  con una gran cantidad de terrenos baldíos. Una zona plana con manzanas grandes con muchas oportunidades”, dice el arquitecto Alberto Texido.

Sin embargo, Texido aclara que para esta revitalización hay un punto que es fundamental: el borde costero.  “Hoy el proyecto es una muralla que divide a la ciudad, además de tener un mall que impactará en el comercio local. Entonces, si se hace el proyecto portuario en la lógica en la que está hoy, implicará un deterioro del plan. En cambio, una salida positiva a esto es que Valparaíso tenga un borde marítimo urbano (abierto) que permita la revitalización de flujos de personas, que son finalmente quienes activan los comercios, las viviendas y el suelo”.

Daniel Morales, del Colegio de Arquitectos, coincide: “La gran oportunidad que tenemos hoy es generar una reconstrucción inteligentemente planificada, que contemple todos los aspectos de seguridad y emplazamiento y, a la vez, se densifiquen zonas que presentan un gran deterioro y abandono, como es El Almendral. Pero por ningún motivo se deben permitir asentamientos en zonas de riesgo”.

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