Por Ana María Sanhueza Marzo 20, 2014

© Maglio Pérez

"Entre el 2008 y el 2013, el número de sentencias dictadas para grandes narcotraficantes ha ido disminuyendo de manera progresiva, y sin embargo la persecución de individuos portadores o consumidores de cannabis ha ido aumentando"

"En Chile aún hay que avanzar para darle mayor solidez a la despenalización del consumo de cannabis que garantiza la Ley 20.000 desde el 2005. Yo hoy no la legalizaría, pero sí tengo la convicción de que la despenalización tiene que tomar una figura mucho más real en Chile"

En enero, Francisca Florenzano, entonces directora del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), envió a Sebastián Piñera un informe técnico en el que argumentaba las razones de por qué la marihuana debía dejar de estar en la  “Lista 1” de la Ley 20.000, como parte de las drogas más peligrosas, y pasar a la “Lista 2”, que abarca las sustancias menos adictivas. Aunque el decreto quedó listo para la firma del presidente, éste dejó en manos del gobierno de Michelle Bachelet la decisión.

Francisca Florenzano, socióloga de la UC con dos magísteres y un doctorado en Salud Pública, sorprendió con su medida. Pese a que fue María Teresa Chadwick,  ex directora de Conace del gobierno de Bachelet quien en 2008 sacó a la marihuana de la “Lista 2” -argumentó que el consumo había subido de 5,5% a 7% entre 2004 y 2006-, durante los cuatro años en que Florenzano estuvo a la cabeza de Senda no pareció, al menos públicamente, contradecir esa decisión. Sin embargo, poco a poco se fue haciendo la convicción de que, en casos de uso terapéutico, la marihuana podía ser permitida. Una certeza a la que en gran parte ayudó la decisión que en diciembre de 2013 tomó el Instituto de Salud Pública (ISP) al autorizar, en cinco casos excepcionales, la importación a Chile de Sativex, un fármaco que contiene  tetrahidrocannabinol, el principio activo de la cannabis y que puede usarse contra dolores neuropáticos, cáncer y esclerosis múltiple.

Pero no es todo. En el  informe que llegó hasta el escritorio del ex presidente Piñera, la socióloga argumentó que “no existe evidencia científica” que pruebe que la marihuana es una puerta de entrada a drogas más complejas, como la heroína, la cocaína o la pasta base.

A esa conclusión llegó tras un proceso de meses, en los cuales Florenzano lideró una comisión cuyo trabajo no hace público sino hasta hoy,  la que no sólo se reunió con expertos en el tema, sino también con ONGs, enfermos terminales que requerían el uso de marihuana y varios personajes públicos que son activos partidarios de la despenalización de la marihuana. Entre ellos, la actriz Ana María Gazmuri, quien destacó en el debate tras la detención del productor musical Manuel Lagos y el médico siquiatra Milton Flores -bautizado por la prensa como el “Doctor Marihuana”-, condenado en abril del año pasado por cultivo ilegal de cannabis en su casa.

-¿Por qué cree que el presidente Piñera finalmente no firmó el decreto?
-Yo fui una gran promotora de que lo firmara. Pero creo que la gran razón es que él fue bastante respetuoso, en términos de que si hay una presidenta electa y tiene el tema en su programa de gobierno, lo más prudente era traspasarle a ella el informe técnico y el decreto. Esto, para que fuese la nueva autoridad quien lo firmara.

-¿Cómo fue el proceso del informe que usted envió al presidente Piñera?
-El decreto y la forma final es una prerrogativa presidencial. El rol que jugamos como servicio y yo como directora fue, en primer lugar, hacer un informe técnico que se origina por un hecho que, quizás, para muchas personas pasó desapercibido. En diciembre de 2013 fue la aprobación de parte del ISP de importar Sativex para cinco pacientes. Esa solicitud tiene un protocolo. Son varios médicos los que hacen la petición, entre ellos el doctor Enrique Paris y un neurólogo de la Clínica Las Condes. Eso es muy relevante, porque mucha gente ha cuestionado los tiempos, como si en esto hubiese habido oportunismo en el sentido de por qué se hace al final del gobierno y no en pleno debate.

-¿De qué manera esa decisión del ISP se convierte en una señal para que el Senda mirara de otra manera a la marihuana?
-Chile es parte de un concierto internacional que ha estado debatiendo fuertemente este tema. Además, teníamos desde el año pasado el informe de la OEA, que dio luces claras respecto a la necesidad de abrir la conversación y debatir. Pero hay más antecedentes. En enero se entregó un informe del departamento de estudios de la Cámara de Diputados, que dice que el uso terapéutico de la cannabis tiene que ser considerado en el país. Pero hay un tercer hecho, que también ocurrió en enero de este año, cuando los senadores Jaime Orpis y Fulvio Rossi ingresaron un proyecto para modificar el artículo 4 de la Ley 20.000. Uno de los fundamentos es un informe técnico donde se ve el impacto que ha tenido en la persecución penal del tráfico de drogas el haber pasado la cannabis de Lista 2 a Lista 1. Y ahí se ve cómo entre el 2008 y el 2013, el número de sentencias dictadas para grandes narcotraficantes ha ido disminuyendo de manera progresiva, y sin embargo la persecución de individuos portadores o consumidores de cannabis ha ido aumentando.

-También se reunió con distintas personas y organizaciones que abogan por el uso de la marihuana, ¿cómo fue esa experiencia?
-Sí. En paralelo tuve muchas conversaciones con organismos de la sociedad civil que reivindican una mayor apertura al uso terapéutico de la cannabis. También me reuní con personas, como una enferma terminal, que fue una de las pacientes que pidieron el uso de Sativex. Por otro lado, tuve  reuniones con Movimental y  Triagrama, que dirige el doctor Milton Flores. También con representantes del Colegio Médico, con Pablo Egenau de la Fundación Paréntesis, con el senador Jaime Orpis de la Corporación Esperanza, con la Vicaría de la Solidaridad de la Pastoral de la Iglesia Católica, con la Organizaciones Panamericana de la Salud y con la actriz Ana María Gazmuri. Una de las cosas que a mí me dejan más contenta de estos cuatro años, y que se plasmó el último tiempo, fue el abrirles la puerta y reconocer como interlocutores válidos en Senda a una serie de personas y organizaciones que, históricamente, habían sido vistas como  voz  no válida, como meros movimientos sociales, alternativos, lejanos al conocimiento puro y que reivindicaban muchas personas.

-¿Qué impresión le dejaron estas personas?
-Todos son actores que al final del día les importa el tema. Es gente que tiene  el corazón puesto en esto, aunque tengamos visiones distintas, y no como otras personas  que muchas veces se suben a la ola porque mediáticamente es una buena oportunidad, pero que no están comprometidas, ni realmente conocen este tema. En estas reuniones fuimos avanzando, independientemente de que había diferencias. Si uno piensa que de diez puntos podía haber diferencia en siete, pero existía acuerdo en tres, entonces había que avanzar en eso.

-¿No encontró ningún estudio científico que demostrara que la marihuana era la puerta de entrada a las drogas duras?
-No. Así en términos causales, secuenciales en el tiempo, no. Hay miles de papers que ven asociaciones, que te dicen que quizás la probabilidad puede aumentar, pero ese aumento no es significativo. Es lo que sucedió el 2008. Los antecedentes que se presentaron decían que a mucha gente que estaba en centros de tratamientos, por consumo problemático, o personas que habían infringido la ley y que tenían un consumo problemático, cuando se les preguntó: ¿Y antes consumiste marihuana? “sí”, contestaron. Ah, relación causal. Pero la cosa no funciona así.

-Cuando entró a Senda, ¿cuál era su postura sobre la marihuana? ¿Fue variando?
-Yo creo que no. Aunque no se crea, yo creo que hay una impronta física mía que está asociada a esa cosa como más rígida, severa. Yo al principio entré, y así lo dan cuenta algunas entrevistas iniciales, con una postura que seguramente es la que tiene mucha gente, individual, bastante, no sé si infinitamente liberal, pero bastante sensata. No rígida, no ortodoxa. Yo no podía poner mi opinión personal sobre la mesa.

-Pero en estos cuatro años, ¿en algún momento llegó a ser rígida?
-No, nunca. Hay veces que sí me ha tocado, sobre todo por la falta de interlocutores y voceros de este tema, poner los puntos sobre las íes.

-Ahí vino el lobby a favor de la marihuana…
-Claro, y ahí yo dije: “A ver, espérate”. Porque entremedio nadie se pronuncia. Yo insisto, hay varios organismos que tienen algo que decir, pero históricamente han evitado involucrarse. El Ministerio de Salud ha evitado involucrarse en estos temas. No es solamente porque Senda esté en el Ministerio del Interior.Sino que, de una manera bastante cómoda, Salud históricamente ha brillado por su ausencia.

-¿Cree que falta una institucionalidad para la despenalización?
-No. La institucionalidad está. Pero se necesita que a esa institucionalidad progresivamente se le dé mayor importancia. Por eso es importante respetar estos aspectos. Porque también hay otras instituciones. Quizás estoy pecando de agrandada, pero así como en el Banco Central los cargos son técnicos y no por cuoteo político, yo creo que el Senda es una institución de la que tenemos que estar orgullosos. Yo creo que hay muchas cosas por hacer, pero cuidemos lo que hemos avanzado y sigamos dándole seriedad. No dejemos que los temores y la simplificación del tema nos lleven a echar todo lo que hemos avanzado por la borda.

-¿Este es un paso para la despenalización de la marihuana?
-Es un paso. Aunque en teoría, en Chile está despenalizado el consumo.  Es un paso, es sacar la carga de la discusión en un ámbito en que la evidencia ya no la hace sostenible. Después tenemos que hablar sobre la figura real hacia la despenalización del consumo. La legalización es otra historia. Es lo que sucede hoy con el alcohol y el tabaco: son las drogas legales, pero no se cumple la prohibición de la venta a menores de edad. Esos son mis temores, mucho más prácticos, no ideológicos. En Chile aún hay que avanzar para darle mayor solidez a la despenalización del consumo de cannabis que garantiza la Ley 20.000 desde  2005. Yo hoy no la legalizaría, pero sí tengo la convicción de que la despenalización tiene que tomar una figura mucho más real en Chile. Creo que el gobierno que comienza no tiene una propuesta en esto. Mover la marihuana de Lista 1  a Lista 2 es una medida reparatoria, pero sólo una medida. No es  una política de drogas. Después de eso aún hay una duda, y no está claro cuál va a ser la política de drogas del gobierno, más allá de la clasificación y de decir que la persecución se tiene que concentrar en el narcotráfico. En eso estamos absolutamente de acuerdo. Pero en términos concretos, ¿qué va a pasar? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el desafío? No es un desafío que involucre a un gobierno en particular, sino que es de país.

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