Por Diego Zúñiga Enero 19, 2012

Fue un mensaje en su contestadora, que ella escuchó apenas entró a su casa: "Habla Hillary Clinton, llámame cuando puedas, quiero conversar contigo".

Es probable que si pudiéramos retroceder hasta enero de  2009 y estar ahí, en la casa de María Otero -a quien iba dirigido el mensaje-, la hubiéramos visto tomar asiento y podríamos haber apreciado un gesto de curiosidad en su cara, y de sorpresa, pero leve, eso sí, porque no era tan raro que la secretaria de Estado y ex primera dama la llamara: se conocían desde hace años. De hecho, Otero, quien nació en La Paz, Bolivia, acompañó a Hillary Clinton, en 1996, a una cumbre de primeras damas y aprovechó de mostrarle distintos proyectos que llegaban a personas de escasos recursos económicos, en especial a mujeres.

Lo que siguió a esa mensaje, María Otero ni siquiera lo imaginó: Hillary Clinton la llamaba para invitarla a ser parte del gabinete de Obama , lo que no sólo significaba tomar el cargo de subsecretaria de Estado para la Democracia y Asuntos Globales, sino que pasaba a ser la primera latina subsecretaria de la historia y a ser, también, la persona latina con el rango más alto en el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Si pudiéramos retroceder y estar ahí, en ese momento en que Hillary Clinton le dice todo esto a María Otero, probablemente no hubiéramos visto ningún gesto de nerviosismo, porque a esa altura María Otero ya había tenido responsabilidades importantes y ya sabía, también, lo que significaba trabajar muchas horas y viajar mucho. Porque uno de sus trabajos fundamentales en el gobierno de Obama es ése: viajar y manejar las relaciones exteriores en asuntos como democracia, derechos humanos, medioambiente y transparencia.

"Como latina es una oportunidad para demostrar que nosotros podemos contribuir de forma importante a este país. Y como mujer es un honor que a uno la consideren, y un privilegio poder trabajar en la administración del presidente Obama", dijo en una de sus primeras entrevistas tras asumir, el 10 agosto de 2009, y la semana pasada, de paso por Chile, volvió a decirlo muchas veces: que es un honor,  que es una responsabilidad importante, que es un privilegio.

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Llegó a los Estados Unidos cuando tenía 12 años. Ahí creció junto a sus padres y sus ocho hermanos. Ahí se fue formando, entre dos culturas, sin olvidar sus orígenes. Cuando terminó el colegio estaba decidida a ser profesora, así que estudió Literatura en la Universidad de Maryland, cerca de Washington.  Pero de pronto comenzó a crecer en ella una curiosidad por las relaciones internacionales, por lo que estudió en la Escuela Nitze de Estudios Internacionales Avanzados, de la Universidad Johns Hopkins, dedicada a la política internacional y a la diplomacia.

Era un primer paso. Uno importante que, de alguna forma, sugería las líneas por las cuales terminaría trazando su vida. Pero años antes de casi completar ese trazado, esta mujer -casada, tres hijos, un nieto- forjó una carrera llena de reconocimientos en el área de la economía. Trabajó, por ejemplo, en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, dedicada al tema de Latinoamérica y las mujeres. Pero donde dio un salto importante fue cuando en 1986 se incorporó a Acción Internacional -empresa pionera en microfinanciamiento-, cuando vivía en Honduras. Ahí, María Otero se forjó como profesional pero también como líder, pues la idea de Acción era incentivar las instituciones de microfinanciamiento en 25 países, especialmente en los más vulnerables, y Otero dedicó gran parte de su tiempo a ampliar esta red, viajando por países de América Latina y África, y recorriendo Estados Unidos. Fue en los años noventa, mientras trabajaba en Acción, cuando conoció a Hillary Clinton: "La acompañé a Bolivia a visitar Bancosol, el primer banco comercial de microfinanzas en el mundo. Ahí vi su interés en las regiones más vulnerables. Conocí su filosofía y manejo. Vi su interés en temas como la pobreza, desarrollo y apoyo a las democracias". Eran sus mismos temas de interés. De alguna forma, su misma filosofía.

En 1986 se incorporó a Acción Internacional -empresa pionera en microfinanciamiento-, cuando vivía en Honduras. Otero dedicó gran parte de su tiempo a ampliar esta red, viajando por países de América Latina y África, y recorriendo Estados Unidos. Fue en los años noventa, mientras cumplía con esa labor, cuando conoció a Hillary Clinton.

Finalmente, en el año 2000 asumió como presidenta ejecutiva y CEO de Acción Internacional. Y logró avances importantes, pues bajo su dirección la red de instituciones de microfinanciamiento de Acción se expandió de 460 mil personas a más de 3 millones 700 mil. O sea, en términos de dinero: creció de US$ 274 millones a casi US$ 3.600 millones. Y entremedio de esto, antes de llegar al gobierno de Estados Unidos, distintas revistas norteamericanas vieron que su poder y prestigio aumentaba. En 2005, por ejemplo, Newsweek la nombró como una de las 20 mujeres más influyentes de Estados Unidos, y en 2007 la revista Hispanic Business la eligió una de las "mujeres de elite".

Hasta que llegó ese mensaje en la contestadora, y luego ese 10 de agosto de 2009, cuando asumió como subsecretaria de Estado.

El año pasado, de hecho, fue elegida por la revista Poder y Negocios -de Televisa- como una de las 100 personalidades latinas más influyentes en los negocios y la política de Estados Unidos.

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Viernes 13 de enero, pasadas las diez de la mañana. María Otero entra a una de las salas de la embajada de Estados Unidos, sonriendo, con una carpeta en las manos. Habla en español -"un español boliviano" dirá después, entre risas-. Habla, lentamente, de la transparencia en Chile, habla de la democracia. Habla sin perder la empatía. Porque aunque son temas complejos los que maneja como subsecretaria, sabe que el hecho de ser latina y de poseer esa empatía, de alguna forma, ayudaron a que Obama la nombrara en ese puesto: "El ser latina ayuda a que el Departamento de Estado pueda proyectar más proximidad a esta región, sobre todo. Es una de las ventajas de tener ese biculturalismo que disfruto".

El día anterior, la subsecretaria participó en el seminario de Transparencia y Probidad, realizado en el ex Congreso, en Santiago, junto a José Miguel Insulza -secretario general de la OEA- y Heraldo Muñoz -director regional del PNUD para América Latina y el Caribe-. Ahí aprovechó de explayarse acerca de la Sociedad de Gobiernos Abiertos (Open Government Partnership), que cuenta con 51 países que trabajan con este plan de gobierno abierto: "Ellos lo hacen porque reconocen que cuando los ciudadanos asumen un rol participativo en la toma de decisiones de su país están ayudando a crear una sociedad más fuerte", dice.

Dice, también, que reconoce en Chile un país modelo en lo que respecta a transparencia: "Es interesante que acá no exista la cultura de la corrupción".

Repetirá varias veces eso de que Chile es un ejemplo a seguir. Dirá que es uno de los países que mejor han sabido enfrentarse a la pobreza y mejorar esa situación. Recalcará las buenas relaciones entre Estados Unidos y Chile. No se saldrá del libreto en ningún momento. Ni siquiera cuando un periodista le pregunte acerca de la visita de Mahmud Ahmadinejad, presidente de Irán, a algunos países de Latinoamérica y si eso complica a Estados Unidos. Ella escuchará atenta, fruncirá levemente el ceño y luego dirá con tranquilidad: "Creo que lo importante de anotar es que las políticas del gobierno de Irán representan una amenaza seria para la seguridad global. Y ése es el tema que nos preocupa más de fondo a nosotros".

Nosotros: Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama, la administración que la tiene ahí, arriba, viajando alrededor del mundo. Después de Chile seguirá recorriendo Latinoamérica, pero antes de irse expuso en la Cepal y discutió acerca de temas de seguridad y gobernabilidad, y también tuvo una reunión privada con el canciller Alfredo Moreno. Es la rutina de una mujer que ha aprendido a manejar la presión de trabajar en un gobierno tan poderoso como el de Estados Unidos.

"He tenido el privilegio de tener una madre que siempre fue una persona que me mostró lo que se puede llegar a ser. Uno debería crearse metas altas y metas a las que puedes llegar, aunque no las veas accesibles en un primer momento", dijo apenas asumió como subsecretaria. Y, al parecer, cuando ya lleva más de dos años en el cargo, María Otero puede decir que varias de esas metas ya las ha cumplido.

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