Por Daniel Matamala, desde Nueva York Diciembre 7, 2011

El escenario era espectacular: la cubierta del carguero de la marina USS Carl Vinson convertida en un estadio de básquetbol. En la celebración del Día de los Veteranos, el equipo del presidente hizo un trabajo de joyería para unir dos grandes pasiones del país: guerra y deporte.

Barack Obama, vestido con una chaqueta militar con la leyenda "Comandante en Jefe", fue el centro de atención, estrechando manos y dando un discurso antes del partido entre las universidades de Michigan State y Carolina del Norte. Para cerrar un día perfecto, el ex ídolo del básquetbol Magic Johnson anunció a la prensa que votaría por la reelección de Obama.

Misión cumplida para un presidente en crisis por la economía y las encuestas: una vez más, el básquetbol va al rescate de Barack Obama cuando él más lo necesita.

Ya pasó en la campaña de 2008. Cuando su rival republicano John McCain se convertía en una amenaza, Obama viajó a Irak y se reunió con las tropas estadounidenses en un gimnasio. Alguien le alcanzó una pelota de básquetbol y él no lo pensó dos veces: apuntó al aro, marcó un limpio triple y desató la ovación de los soldados.

El jefe de campaña de Obama, David Plouffe, recuerda en su libro The Audacity to Win la relevancia política del contraste entre la imagen de Obama encestando mientras era aclamado por las tropas, y la de McCain, que ese mismo día se dejó ver paseando en un carrito de golf. "Obama se veía joven y fuerte. McCain lucía viejo y tonto. Obama parecía el futuro; McCain, el pasado".

Las imágenes fueron usadas "en cada aviso televisivo que pudimos", y ayudaron a cimentar la imagen ganadora del entonces senador. Ya como presidente, Obama no ha perdido contacto con los fanáticos: se deja caer periódicamente en partidos de básquetbol, como espectador o incluso como comentarista en cancha para la televisión. Y suele ser ovacionado por el público.

Estos baños de multitudes no sólo ayudan al ego; también a la billetera. Para las próximas semanas está agendado el "Obama Classic", un partido de estrellas de la NBA para reunir fondos destinados a la campaña de reelección. Luminarias como Vince Carter y Carmelo Anthony, junto a ex figuras como Patrick Ewing y Alonzo Mourning, compartirán con el presidente y sus invitados vip, que pagarán boletos de hasta $16 millones por el privilegio.

¿Por qué el básquetbol es el deporte favorito de los estrategas de la Casa Blanca? En parte, por una ventaja comparativa: Obama fue campeón colegial de básquetbol en Hawái y sus destrezas aseguran que nunca hará el ridículo comentando o jugando un partido.

Pero las razones de fondo son más científicas. Está demostrado que el básquetbol profesional es el deporte más "azul", esto es, que la mayoría de sus fanáticos son votantes demócratas. Y la NBA es el anzuelo perfecto.

Deportes rojos, deportes azules

Un estudio de la empresa de análisis y avisaje político Natmedia (ver detalles en gráfico) muestra las grandes diferencias políticas entre los principales deportes en Estados Unidos. En el extremo "rojo" (republicano) del espectro, los televidentes del golf, las carreras de autos de Nascar y el fútbol americano universitario están en torno a R+50, o sea, es un 50% más probable que sean republicanos, comparados con el universo de la audiencia.

Una información que es oro puro para los encargados de comprar anuncios en televisión, cuando arranca la que sin duda será la campaña más cara de la historia. Según una estimación de Kantar Media, los candidatos a la presidencia y al Congreso gastarán 3.200 millones de dólares en avisos televisivos, un incremento de 52% respecto de 2008. Y los deportes son uno de los segmentos más apetecidos, especialmente entre los republicanos.

Las aficiones deportivas de los norteamericanos tienen raíces culturales, geográficas y raciales. "El básquetbol de la NBA tiene una gran proporción de fanáticos afro-americanos, abrumadoramente demócratas", ejemplifica el experto Ben Angle.

"Nosotros compramos un montón de avisaje para clientes republicanos en algunos deportes", explica Ben Angle, experto de Natmedia.

Sólo un ejemplo: entre el 19 de septiembre y el 19 de octubre de 2010, en la recta final de las últimas elecciones para el Congreso, las campañas compraron 214 anuncios en Saturday Night Football, el popular programa de fútbol americano universitario de la cadena ABC. El 74% de ellos eran de candidatos republicanos, contra sólo el 26% de demócratas, la mayor inclinación política de cualquier programa del prime time de las grandes emisoras norteamericanas. Claramente, las campañas saben dónde poner sus dólares.

También en el lado "rojo" del espectro, aunque más cerca del centro político, están otras competencias enormemente populares en Estados Unidos: el hockey sobre hielo, el fútbol americano profesional y el béisbol.

Para los demócratas, en cambio, las opciones son menos atractivas: sólo los menos masivos partidos de tenis y soccer. Además, claro, del básquetbol de la NBA, que se ubica en el extremo más intensamente "azul" del espectro: un destilado de votantes demócratas listos para ser alcanzados por estrategias como la de Obama.

La especialidad política del microtargeting permite análisis aun más finos. Por ejemplo, dividir a las audiencias entre las más y menos proclives a votar. Así, los estrategas saben que un fanático del golf tiene el doble de probabilidades de ir a las urnas que un aficionado a las peleas de lucha libre de la WWE. O que los televidentes del rodeo (otro deporte "rojo") son votantes más disciplinados que los "azules" hinchas de las monster trucks.

Raíces y razas

 Las aficiones deportivas de los norteamericanos tienen raíces culturales, geográficas y raciales. "El básquetbol de la NBA tiene una gran proporción de fanáticos afro-americanos, que votan abrumadoramente por los demócratas", ejemplifica Ben Angle. Cosa similar pasa con el soccer, consumido fundamentalmente por latinos.

Esas crecientes minorías son la gran esperanza del partido de Obama.  "Los demócratas están intentando construir una coalición de centroizquierda, basada en profesionales liberales y en una enorme proporción de votantes afroamericanos e hispanos", apunta el experimentado autor de libros políticos Tom Edsall.

Es la única forma de contrarrestar el enorme crecimiento de los republicanos entre los trabajadores blancos, que tradicionalmente apoyaron a los demócratas pero que últimamente han cambiado de bando: en las elecciones del Congreso en 2010, el 65% votó por los republicanos.

Es un electorado mayoritariamente masculino, conservador, religioso y concentrado en el sur del país. Y aquí la llave, de nuevo, puede estar en deportes como la Nascar, la categoría de carreras de autos más popular del país. En la última carrera de la temporada, Michelle Obama fue la invitada de honor, y fue recibida con una gran rechifla. Una humillación que se sumó a la de septiembre, cuando el presidente recibió a las estrellas de Nascar en la Casa Blanca: cinco rechazaron la invitación. Pilotos y dueños de escuderías han respaldado a candidatos republicanos, y más del 90% de sus donaciones políticas van a postulantes de ese partido. Y el amor es mutuo: en 2010, durante su campaña para gobernador de Texas, el actual precandidato presidencial Rick Perry pagó por poner su nombre en uno de los autos de Nascar.

Claro, los expertos saben que para llegar a un conservador sureño no hay mejor inversión que un bólido de Nascar. Como para alcanzar a un liberal en el noreste hay que acudir a los partidos de béisbol de los Red Sox. Cada deporte, cada equipo está categorizado como azul o rojo. Y no hablamos del color de sus camisetas.

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