Por Juan Pablo Sallaberry Noviembre 24, 2011

Alfredo Pérez Rubalcaba  (mantener la apuesta)

Era el candidato más participativo e influyente en Twitter (Rajoy, en cambio, recién inauguró su cuenta en septiembre), fue el único político que aceptó representar a los socialistas en las presidenciales, intentó desmarcarse del gobierno de Rodríguez Zapatero  (pese a ser su vicepresidente, ministro del Interior y vocero), denunció al PP por "tener un programa oculto", tendió puentes con los indignados y,  pese a la crisis, prometió mejorar los subsidios de los desempleados y horarios de los trabajadores. Nada de eso importó. Rubalcaba es el rostro de la derrota del PSOE. Aun así, esta semana varios en el partido llamaron a "mantener la apuesta"  y designar al ex candidato como el  nuevo líder de la colectividad.

Abstención (la segunda fuerza política)

7 millones de españoles no fueron a votar. Ya sea como señal de protesta, por desinterés o simplemente por la lluvia que cayó el domingo en todo el país, el 28,3% del electorado no quiso participar, lo que sumado al incremento de los votos nulos y blancos convierten a la abstención en la segunda fuerza política de España, superando a los votantes del PSOE.  Fue este fenómeno, sumado al crecimiento de los partidos pequeños (Izquierda Unida y el progresista UPyD), lo que terminó por hundir al socialismo y dar poder total al Partido Popular para manejar la economía en tiempos de crisis.

Crisis (el fin de la siesta)

El lunes la prima de riesgo de España subía de 440 a 464 puntos;  el miércoles, cuando comenzaban oficialmente las labores de traspaso de mando y la coordinación de los equipos de transición, el índice se disparó por sobre los 480 puntos. Mientras, la Bolsa bajaba.  Las principales calificadoras de riesgo no dan respiro al presidente electo y le exigen dar a conocer cuanto antes su programa de ajustes económicos para enfrentar la crisis. Con una tasa de "paro" que bordea los 5 millones de desempleados y una deuda en aumento, el fantasma de la recesión hace temblar a la Unión Europea que no podría permitir un rescate, como en los casos de Grecia o Irlanda. Rajoy en campaña habló de flexibilidad laboral para generar empleo y reducción del déficit, pero nadie sabe aún qué tan contundente será su plan de austeridad.

Indignados (los grandes perdedores)

Como "perroflautas" fueron bautizados despectivamente en España por su aspecto desaliñado y porque se sientan en la plazas acompañados de un perro y un instrumento musical. Son los grandes derrotados de la jornada electoral. El movimiento que este año dio la vuelta al mundo exigiendo un cambio al sistema político, no supo crear liderazgos ni capitalizar el apoyo social que generaron sus demandas. En los días previos a las elecciones  llamaron a no abstenerse y  a votar por los partidos minoritarios para que el PP no obtuviera mayoría absoluta. El caso recuerda lo sucedido en Mayo del 68 en Francia, en que después de los históricos movimientos ciudadanos, la derecha ganó las elecciones.

Juan Carlos I (un rey en problemas)

Técnicamente Mariano Rajoy aún no es elegido Presidente del Gobierno. En el sistema monárquico español, es el rey quien debe iniciar una "ronda de consultas" con los partidos políticos y proponer un nombre para que sea votado en el Congreso. Una pantomima que en tiempos de crisis mantiene ansiosos a varios sectores políticos, que piden adelantar los plazos constitucionales para hacer la transición cuanto antes. El rey atraviesa por su momento más complejo desde el retorno a la democracia. El caso de corrupción vinculado a su yerno Iñaki Urdangarin, por presunto desvío de dinero público a sus empresas, ha destapado temas delicados, como las finanzas de la corona, la sucesión e incluso ha revivido el antiguo debate entre monarquía y república.

Mariano Rajoy (la voz del presidente)

Cuando tenía 22 años y terminaba sus estudios de Derecho, el hoy presidente electo casi pierde la vida en un accidente de tránsito al quedarse dormido al volante. La operación a la mandíbula  le dejó como recuerdo su característica barba, con la que tapa las cicatrices, y un problema de dicción que ha sido motivo de burla de sus adversarios políticos. Hombre de pocas palabras y mal orador, se autodefine como introvertido, prudente y que no le gusta hablar de lo que no sabe. Durante la campaña presidencial -la tercera que enfrenta- evitó responder preguntas de la prensa y definirse frente a los principales temas de debate. Alejado de todo populismo, tras el triunfo del domingo advirtió que "no habrá milagros" y se encerró en su despacho a afinar su plan económico, mientras aumenta la presión internacional para que de una vez salga a hablar y tranquilice a los mercados.

El nuevo diccionario político de España

Merkel (la presión europea)

La canciller alemana, Angela Merkel, no es un personaje querido en la península ibérica.  Los españoles recuerdan con indignación la "crisis del pepino" que enfrentó este año a ambos países por la denuncia germana sobre la supuesta contaminación de la fruta española.  A ella también la responsabilizan de los recortes de beneficios sociales que debió aplicar el gobierno de Rodríguez Zapatero, luego que desde la Unión Europea lo presionara para que ordenara el gasto fiscal. También ha hecho llegar sus recomendaciones a Rajoy: sólo 24 horas después de su victoria se filtró el telegrama enviado por Merkel, donde le señala: "En este momento difícil para España y para Europa, ha recibido usted un mandato claro de su pueblo para adoptar y aplicar con rapidez las medidas necesarias".

PP(con todo el poder)

El balcón de la sede del Partido Popular en calle Génova, en Madrid, es un símbolo del poder político en España. Allí el 2004 el presidente José María Aznar le alzó la mano a Mariano Rajoy ungiéndolo como su sucesor. Siete años después, el delfín superó el récord de su mentor y obtuvo 186 escaños parlamentarios, el mejor resultado del PP en su historia. El domingo en el balcón del triunfo lo acompañaron la aguerrida presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y varias cartas ministeriales. Adentro esperaba Aznar -con quien apenas coincidió en campaña-. Tampoco se asomó al balcón su amigo el presidente de Bankia y ex ministro de Economía del PP, Rodrigo Rato.

PSOE (administrando la derrota)

El Partido Socialista Obrero Español tiene 130 años de historia y sabe administrar derrotas.  En contraste con lo que ocurrió con la Concertación en Chile, el mismo día del fracaso electoral el candidato pidió un congreso ampliado del partido para analizar la situación. Al día siguiente, el Presidente del Gobierno convocó a la instancia que se realizará entre el 10 y el 12 de febrero en Sevilla. Allí intentarán explicarse por qué perdieron 4,4 millones de votantes y 59 diputados, en lo que es su peor resultado en 30 años. En el debate interno ya se instaló la palabra renovación, aunque el ex candidato Alfredo Pérez Rubalcaba y la carismática ministra de Defensa, Carmen Chacón, no desmienten sus intenciones de liderar el partido.

Vascos y catalanes (el poder de los nacionalistas)

Una de las primeras y más controvertidas decisiones que tomó Rajoy tras ser electo fue negarse a recibir a la coalición Amaiur en su diálogo con los sectores políticos. El colectivo recién fundado agrupa a la izquierda independentista vasca y dio la mayor sorpresa electoral del domingo. A un mes del anuncio de cese al fuego de la ETA, los soberanistas no sólo se convirtieron en la primera fuerza política del País Vasco, sino que con siete diputados podrían tener bancada propia en el Congreso, lo que les permitirá presentar enmiendas a los proyectos de ley del gobierno. El PP ya advirtió que los vetará como interlocutores, mientras no condenen al grupo terrorista. En tanto, en Cataluña los nacionalistas del CiU lograron su mejor resultado electoral, eligiendo 16 diputados.

Zapatero (el triste epílogo)

"AdioZ" decían los carteles con que los "peperos" celebraron el domingo el triunfo de Rajoy. Tras siete años y medio de mandato, José Luis Rodríguez Zapatero deja La Moncloa en los peores términos. Su incapacidad para anticipar, asumir y enfrentar la crisis económica lo obligaron a adelantar las elecciones presidenciales y convertirse en el quinto gobierno europeo que cae debido a ésta, luego de Irlanda, Portugal, Grecia e Italia. Con una imagen fuertemente dañada, durante la campaña debió sumergirse y no dieron rédito electoral sus gestiones para desarticular la ETA o su legado en materia de derechos civiles como el matrimonio gay o las leyes antitabaco, medidas que podrían ser revertidas en la nueva administración del PP. "Teníamos todo el viento en contra", dijo esta semana sin ninguna autocrítica.

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