Por Diego Zúñiga, desde Buenos Aires Junio 30, 2011

Lleva el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda. El anillo -que es de oro- dice: "Todo pasa".  Y la frase -que dicen que es una de las máximas de su vida- queda ahí, dando vueltas, transformándose en algo completamente perturbador cuando uno piensa que él, Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y vicepresidente senior de la FIFA, lleva 32 años al mando de AFA. 32 años en los que todos han pasado, menos él, que sigue ahí, a pesar de los cuestionamientos de su mandato por corrupción, por la falta de resultados con la selección adulta de su país, por la lucha -casi inexistente- en contra de la violencia.

Todos pasan, pero Julio Grondona -que en septiembre cumple 80 años y que se repostulará ese mes para continuar 4 años más al mando de AFA- sigue ahí, imperturbable, a la espera de dar hoy, en el estadio Ciudad de La Plata, el inicio a esta Copa América  2011, una de sus últimas y más importantes gestiones como presidente de la AFA.

Julio Grondona sigue ahí, como si en realidad él nunca fuera a pasar, pero en estos días las cosas se alteran: River Plate desciende de categoría y él recibe amenazas de muerte. Y decide no salir de su casa y se transforma, ahora, en un fantasma que buscamos en todo Buenos Aires.

Afuera de la cancha

Hay algo en Sarandí que desconcierta. Quizás es la calma del lugar, una pequeña ciudad con menos de cien mil habitantes, en Avellaneda, en la periferia sur de Buenos Aires, que sólo se altera cuando juega Arsenal, los fines de semana. En esa calma se crió Julio Grondona. Y ahí vivió hasta hace poco, en la calle Independencia, donde está la ferretería que heredó de su padre. Hace dos años que se fue a vivir a Puerto Madero, y a veces regresa a este lugar, pero los vecinos lo ven poco. Grondona se mueve cada vez menos dentro de Argentina. Desde 1980 que no va a ver un partido del campeonato y sólo visita una casa en el campo junto a su familia, además de los viajes a Zurich por su trabajo en la FIFA.

Grondona tenía sólo 24 años cuando, junto a unos amigos, fundó Arsenal Fútbol Club, en 1957, en Sarandí. Ahí creció junto a sus padres y sus  5 hermanos. En la universidad estudió 3 años ingeniería civil, pero tuvo que desertar porque su padre sufrió una parálisis y quedó postrado, por lo que debió hacerse cargo de la ferretería familiar,  que maneja hasta el día de hoy. De hecho, dice él, es la empresa que le da de comer, pues no recibe dineros por su cargo en la AFA.

En esos años, Grondona jugó en las inferiores de River Plate. Era un diez hábil, dicen. Un jugador inteligente que un día, cuando jugaba en la cuarta división de Defensores de Belgrano, agredió a un árbitro en un partido contra Colegiales.  Lo expulsaron y le dieron 8 fechas de castigo.

Algo pasó ese día en su cabeza. Un quiebre. Nadie ha sabido precisarlo, pero después de entonces Grondona se alejaría de las canchas y sólo regresaría como dirigente. "Le gustaba el fútbol pero tampoco soñaba con ser jugador. Iba con su padre a ver a Independiente todos los fines de semana. Pero siempre le gustó el poder. Era natural que terminara siendo dirigente", cuenta un cercano.

En 1976, Grondona asumió la presidencia del club Independiente,  y lo que siguió es lo que conocemos ahora. Ahí  se transformó en un dirigente hábil, inteligente, astuto; así lo definen amigos, periodistas y cercanos. Alguien que tres años después, en 1979,  y cuando la Argentina aún estaba bajo la dictadura militar, asumió como presidente de la AFA.

Ese 6 de abril comienza la historia. Esa que habla de un hombre que no quiere abandonar el poder y que tampoco ha preparado a alguien para que lo suceda.

"Grondona es un hombre inteligente, tiene un carácter fuerte, administra bien el poder, sabe qué hacer con él, sabe darles a unos y a otros para así, después, tenerlos a todos agarrados. Hace favores, pero todos los cobra", explica Miguel Vicente, periodista de Clarín. "Ahora, no ha dejado a ningún delfín, pues se ha rodeado de gente muy inferior a él", dice.  "Nadie le ha podido hacer sombra".

En estos 32 años de poder, su logro más importante fue el Campeonato Mundial de 1986, con Maradona a la cabeza. Luego vinieron las copas América del 91 y 93 y después, la sequía. Pero los fracasos no alteraron su mandato.

En esta Copa América, Grondona espera que Argentina deje atrás los años sin títulos adultos. Por eso, esta copa es especial: hace 24 años que no la organizan y hace 18 que no la ganan. Acá está en juego el fútbol, pero también la demostración de que puede ser eficiente en términos de organización.

Una apuesta a sólo meses de repostularse como presidente de la AFA, lo que significarían 4 años más. En esta ocasión, por segunda vez en su historia, tendría un contrincante. Será Daniel Vila, empresario y presidente de América TV, aunque se da por hecho que Grondona ganará sin problemas. Probablemente serían sus últimos años en AFA, pues la edad comienza a ser un tema relevante en esta historia donde los años, hasta ahora, habían pasado inofensivamente.

El factor K

Pero los hubo. Primero, la muerte de su padre cuando aún era joven. Luego, en 1973, el secuestro de su hijo Humberto a la salida de un entrenamiento de Arsenal. Fueron nueve días en los que Grondona tuvo que negociar con los secuestradores el pago del rescate y la liberación. Nueve días en que debió demostrar toda su inteligencia para manejar una situación extrema. El episodio que lo hizo más fuerte y lo marcó para siempre: no sólo logró que liberaran a su hijo;  después de esto entendió que podía manejar hasta las situaciones más extremas.

Este año, por segunda vez en su historia, tendría un contrincante: Daniel Vila, empresario y presidente de América TV, aunque se da por seguro que Grondona ganará sin problemas. Probablemente serían sus últimos años en AFA, pues la edad comienza a ser un tema relevante.

Por eso, quizás, lo que vino después y lo que sigue ahora es algo que, al parecer, no lo perturba. Las acusaciones por corrupción han dado vueltas durante todo su mandato, pero él ha permanecido indemne. Ha resistido más de 50 allanamientos a la AFA en busca de pruebas que demuestren hechos ilícitos, pero la justicia argentina no ha logrado encontrarlas.

Raúl Gámez, ex presidente de Vélez Sarsfield, ha sido uno de sus pocos detractores públicos. Le molesta cómo se ha conducido el fútbol argentino y cómo nadie ha levantado la voz: "Los clubes grandes no se enfrentan a él porque los puede perjudicar. Le tienen temor, les presta plata a los clubes y todos tienen que andar bien con él. Maneja el comité de árbitros", acusa.

Como supuestas pruebas en su contra se han citado, por ejemplo, los contratos que ha firmado la AFA con empresas como Coca Cola, Mastercard y la televisión, sin dar la posibilidad de licitaciones, como hacen casi todas las asociaciones de fútbol, y con garantías de eternidad. Firmó un contrato récord en el mundo con Torneos y Competencias -propiedad del Grupo Clarín- para que transmitieran el fútbol argentino desde 1986 hasta 2014, pero cambió las reglas del juego en 2009 y rescindió el contrato. Grondona quería que le pagaran 500 millones de pesos argentinos al año y los dueños de TyC  insistían en entregarle 268 millones, que era lo que estaban pagando.

Y acá apareció Néstor Kirchner, quien le habría dicho en una reunión: "Rompé con el Grupo Clarín, olvidate de Torneos y yo te aseguro que Canal 7 te paga un contrato mucho más alto: te doy los 500 millones de pesos por año que vos querés", según relató el diario Crítica.

El fútbol argentino vivía una crisis económica que afectaba a varios clubes de primera división, y en agosto de 2009 Grondona decidió pasarle el fútbol al Estado. Era la primera vez en su mandato que el presidente de la AFA generaba una relación tan estrecha con el gobierno de turno. "El mandato de Grondona ha pasado por gobiernos militares y democráticos de todo tipo, y siempre manejó la AFA ajeno a todo eso. Pero esta vez aceptó vincularse a los Kirchner", explica Miguel Vicente.

El periodista Ezequiel Fernández Moores, quien ha seguido de cerca su trayectoria, explica que la decisión fue mediáticamente importante. "Ahora el fútbol se vería por la televisión pública y eso generó reacciones favorables entre las personas comunes, que simplemente deseaban ver los partidos de sus equipos".

La familia FIFA

Pero también ha tomado muchas decisiones impopulares, como cuando despidió a Maradona tras el Mundial Sudáfrica 2010. "Ésa fue una de sus decisiones más polémicas. Pero lo hizo porque estaba convencido de que no estaba haciendo bien su trabajo como técnico", comenta Fernández Moores.

Entre esas decisiones oscila su mandato. Dicen que escucha a sus hijos y a algunos miembros de la AFA, pero que al final, cuando hay que zanjar los asuntos, es él, siempre, quien decide. Tal como ocurría con Joao Havelange, quien estuvo a cargo de la FIFA durante 24 años, y también Joseph Blatter, actual presidente, quien convirtió a Grondona en uno de sus hombres de confianza, dándole el puesto de presidente de la Comisión de Finanzas de la FIFA, es decir, el hombre número dos de la organización que manda el fútbol mundial.

Justo en estos días, en Buenos Aires, estuvo de visita Jens Sejer Andersen, director de Play The Game -organización danesa que combate la corrupción en los deportes-, quien participó en una conferencia acerca de fútbol, corrupción y violencia. "Hay veces, como ocurre ahora en la FIFA, en que el poder quiere interpretar la realidad como si fuera una familia, porque es una manera eficiente de silenciar la oposición. En una familia es más importante poner a un lado las diferencias, los conflictos de interés y, así, mostrar una unidad, que en realidad es artificial, pues se construye excluyendo contrastes, diferencias, conflictos", explica Sejer.

Esa unidad frágil es la que se vive en FIFA y de la que es parte Grondona.

Una vez, Jorge Fontevecchia, director del diario Perfil, le hizo la siguiente pregunta, el año pasado: "¿Qué opina de los que dicen que usted es un mafioso?" Y Grondona respondió: "Me dolería muchísimo que quienes aprecio y me conocen pensaran eso. Los que han querido perturbarme inventando la mayoría de las cosas no me interesan". Y remató: "Creo que la indiferencia es lo que me hace vivir tranquilo".

Y continúa con esa indiferencia. Por eso, en estos días, evitó mostrarse en público tras el traumático descenso de River Plate, y se mantuvo a la espera de que la situación se calmara y que comenzara la fiesta de la Copa América.

Ahora sigue inubicable, sin querer hablar. Lo vemos, el martes pasado, en el sorteo de la Copa Sudamericana 2011. Aparece y los periodistas se acercan y le preguntan por las amenazas de los hinchas de River y él, rodeado de hombres que lo protegen, dice, con su voz profunda. "No es momento de hablar de River". Lo mismo dirá más tarde, cuando le expliquemos que somos de Chile, que queremos conversar sobre la Copa América, su fiesta. Escucha en silencio y se excusa. No va a hablar, ahora no.

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