Por María José López Marzo 25, 2011

Monseñor Cristián Contreras se encontraba, el domingo pasado, descansando en Algarrobo. Llevaba cuatro días con un fuerte resfrío. Esa noche, mientras "Tolerancia Cero" transmitía la entrevista a James Hamilton -uno de los denunciantes contra Fernando Karadima-, el obispo auxiliar de Santiago estaba preparando tranquilamente una jornada que lideraría la semana siguiente. Allí, como cada año, se reunirían los seis obispos que componen la Comisión Pastoral de la Conferencia Episcopal y todos los vicarios de pastoral de las diócesis. Ese momento reflexivo fue abruptamente interrumpido por un llamado: un amigo cercano le sugirió prender la televisión.

En el programa de Chilevisión, James Hamilton emitía impactantes declaraciones. Fue entonces cuando monseñor Contreras escuchó que el médico pronunciaba su nombre. "(Monseñor) Errázuriz tiene en su conciencia muchos abusos de personas y eso es un encubridor criminal. Si hay alguien que a mí me gustaría que pagara es Errázuriz. Y que las personas que estuvieron con él lo reconozcan públicamente. Me refiero a monseñor Contreras", disparó Hamilton.

Contreras sintió, de inmediato, que los ataques eran infundados. Y recordaba perfecto por qué. En mayo del 2005, Verónica Miranda -primera mujer de James Hamilton y también ex miembro de Acción Católica- se acercó al obispo auxiliar para contarle lo que le había confesado su marido: que Karadima abusó sexualmente de él por 20 años. Monseñor Contreras le señaló, entonces, que él no tenía facultades para iniciar una investigación, pero que si ella consideraba que los antecedentes lo ameritaban, correspondía prestar testimonio ante el promotor de justicia, fiscal eclesiástico a cargo de recibir e investigar estas acusaciones. Adicionalmente, Contreras ofreció reunirse con Hamilton, quien lo visitó en su casa parroquial de Américo Vespucio, en La Reina. Luego, Contreras lo contactó con el sacerdote Eliseo Escudero, designado promotor de justicia de la Arquidiócesis de Santiago.

Pero al ver la televisión, había otro factor que esa noche sorprendió al sacerdote: sólo dos días antes, él se había reunido junto a monseñor Ricardo Ezzati con Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y el propio Hamilton, todos víctimas de los abusos del ex párroco de El Bosque. En esa cita, Ezzati les pidió perdón por los daños causados, y Contreras conversó con ellos en forma relajada y cordial.

"Nos vimos después de cerca de dos años en el Arzobispado, en la reunión entre monseñor Ezzati, Hamilton y los otros dos denunciantes, el pasado 18 de marzo. A la salida, convinimos (con Hamilton) que habría que aclarar varias cosas de una comunicación que se cortó abruptamente. Después me llamó por teléfono. Lo noté cordial y sincero".

Pese a que no ha querido referirse a las declaraciones de Hamilton, accedió a dar su versión en medio de su jornada pastoral en Padre Hurtado. Mientras camina por los jardines de la casa de retiro, monseñor Contreras asegura estar tranquilo, aunque se ve dolido. Es más: dice que el episodio desatado luego de las declaraciones de Hamilton "es kafkiano".

Todavía recuerda la primera vez que se reunió con el gastroenterólogo, a fines de 2005. Fue en la parroquia Natividad del Señor, donde Contreras vive. En esa oportunidad, recuerda, Hamilton se mostró como un hombre que experimentaba un sufrimiento profundo.

-Usted ha mantenido total reserva respecto a la sentencia del Vaticano en el caso Karadima. ¿Cómo se tomó el fallo?

-No es así. El viernes 4 de marzo editorialicé sobre el tema en el periódico "Encuentro" del Arzobispado (Ver recuadro). Son 150 mil ejemplares distribuidos en el Metro, las calles y las parroquias. Cuando se dio a conocer la resolución de la Santa Sede, yo estaba en un vuelo de Roma a Madrid. Y obviamente, la primera persona con quien conversé fue con monseñor Ezzati.

 -¿Cuál era su visión de Karadima antes de que aparecieran las primeras denuncias?

- Era un sacerdote con muchos seguidores y también con muchos detractores.

-¿Y cuál es su impresión ahora?

-Mi opinión no importa; lo relevante es la resolución de la Santa Sede: el dicasterio de la curia romana ya se pronunció acerca de su responsabilidad en las acusaciones.

 -¿Cómo define la relación que usted tenía con Karadima?

-Nunca tuve una relación con él. Quizás lo habré saludado una decena de veces en la Catedral, y una vez en una primera misa de un sacerdote compañero de curso. Eso es todo.

 -¿Ha conversado telefónicamente con él o lo ha visitado después de la sentencia?

-Nunca me he entrevistado con él, ni en el pasado ni ahora.

Monseñor Contreras responde

Hacer las paces

-Usted se enteró de las denuncias cuando éstas comenzaron, ¿no?

-Así es. Me contactó la ex esposa de James Hamilton, después de escuchar un retiro espiritual mío. Fue al Arzobispado acompañada de una tía. Hizo un relato de la situación de su esposo. Me dijo que el tema ya lo conocía el promotor de justicia. Le expresé que quien debía denunciar era el marido.

 -¿Cuándo y dónde se reunió por primera vez con James Hamilton?

- A fines del 2005 o a principios del 2006. Tendría que revisar mis agendas. Pero, en total, nos habremos reunido seis u ocho veces hasta mediados del año 2009. Siempre en la parroquia donde habito.

-¿Qué le pareció que Hamilton calificara al cardenal Errázuriz como criminal? ¿Qué le responde?

-Sus palabras denotan el gran dolor padecido como víctima. Respecto de su acusación, tal como dijo el arzobispo de Santiago, monseñor Ezzati, me parece que no se puede aceptar.

 -En el programa, él lo menciona directamente. Afirma que usted era una de las personas que estaban al tanto de las denuncias. ¿Se hace cargo de esto?

-Aunque en el programa señala que hicimos las paces, deja lanzada una duda que dice relación con todo el tiempo que quise acompañarlo y acogerlo. Yo le presenté al abogado eclesiástico e hice la más drástica queja por lo sucedido en el Tribunal Eclesiástico, y así podría seguir contando lo que hice. Pero no me parece que deba ser yo quien hable de mi rol y mi acompañamiento en esta causa. Los denunciantes saben qué fue lo que hice, siendo que no era yo quien llevaba la cuestión judicial, ni en el tribunal, ni como promotor de justicia.

 -¿Cuándo y por qué se produce el quiebre entre ustedes?

- Es él quien usa esa expresión en el programa de televisión.

"Nunca tuve una relación con él (Fernando Karadima). Quizás lo habré saludado una decena de veces en la Catedral, y una vez en una primera misa de un sacerdote compañero de curso. Eso es todo".

 -Veámoslo de otra forma. ¿Cuándo y por qué hacen las paces?

- Nos vimos después de cerca de dos años en el Arzobispado, en la reunión entre monseñor Ezzati, Hamilton y los otros dos denunciantes, el pasado 18 de marzo. A la salida, convinimos que habría que aclarar varias cosas de una comunicación que se cortó abruptamente. Después me llamó por teléfono. Lo noté cordial y sincero.

-¿Se siente traicionado entonces por las declaraciones de Hamilton el domingo pasado?

-Comprendo su dolor e impotencia. Lo que yo sienta no tiene importancia.

Abuso de ministerio

-Hamilton acusa a varios obispos de ser encubridores y cómplices. ¿Se siente aludido con esta declaración?

-En absoluto.

 -Hamilton afirma saber que dentro de la Iglesia chilena hay una gran cantidad de obispos y sacerdotes homosexuales. ¿Sabe algo de esto?

-Quien mejor puede responder a esto es el propio doctor Hamilton, porque es él quien lo afirma.

 -¿Puede un sacerdote ser gay?

-Una persona homosexual no debiera ser admitida en casas de formación sacerdotal.

-¿Le parece que el cardenal Errázuriz debiera declarar en la justicia civil?

-El cardenal es un ciudadano y si fuese llamado en la causa, lo hará. Si hoy existe la resolución de la Santa Sede se debe al trabajo del cardenal. El tiempo dejará las cosas en su justo lugar.

Monseñor Contreras responde

-Se ha insinuado que monseñor Arteaga y varios otros sacerdotes de la parroquia El Bosque pudieron haber sido también víctimas de las manipulaciones de Karadima. ¿Piensa usted que esto puede haber sucedido?

-La resolución de la Santa Sede es clara: el sacerdote Karadima fue también inculpado de abuso de ministerio.

-¿A qué se refiere con esto? ¿Hubo abusos a obispos y sacerdotes?

- Abuso de ministerio es ejercer una autoridad que puede anular la voluntad y capacidad de decisión de las personas. Ése es el sentido del decreto de la Santa Sede.

-Tenemos entendido que cuando el Vaticano acoge las denuncias es porque éstas son creíbles y válidas. ¿Es así?

-Efectivamente. Y hay delitos especialmente graves que tienen que ver con la tutela de la santidad de los sacramentos. Y los pecados contra el sexto mandamiento. La indagación previa se hace en las diócesis y éstas se envían a Roma.

-¿A qué pecados del sexto mandamiento se refiere, específicamente?

-El documento de la Santa Sede se refiere a acciones impuras en el ámbito sexual cometidas por sacerdotes.

-La semana pasada explotó un nuevo caso: las irregularidades en el convento de las Ursulinas. Fuentes eclesiásticas han señalado que usted conocía las dos denuncias que existen en el Vaticano.

-No es así. No conozco el tema.

-¿Pasa hoy la Iglesia chilena por una crisis?

-Sí. Hay signos muy poderosos que como Iglesia debemos escuchar con humildad, con introspección, con dolor, pero también con esperanza. El Papa Benedicto XVI ha sido muy claro al respecto.

La primera señal

El 4 de marzo, el obispo auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Contreras, publicó un editorial en el periódico "Encuentro" del Arzobispado, donde apunta sus primeras reflexiones sobre el fallo eclesiástico en contra del sacerdote Fernando Karadima. Aquí, el texto íntegro con su postura.

"Hace un año, el Papa Benedicto XVI dirigió a los católicos de Irlanda una sentida carta. En ella afrontó con dolor y verdad el drama de los reiterados abusos sexuales cometidos por sacerdotes durante las décadas pasadas.

Con ese mismo coraje, el pasado viernes 18 de febrero, el nuevo arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, dio a conocer la resolución de la Santa Sede en que se imponían drásticas sanciones a un sacerdote de nuestra Arquidiócesis, el presbítero Fernando Karadima, por conductas abusivas en contra de adolescentes y adultos. La defensa del sacerdote podrá apelar. Está en el tiempo de hacerlo, conforme al derecho canónico. Con todo, las sanciones están a la vista y son innegables, lo mismo que las reflexiones de monseñor Ezzati.

Por su parte, esos jóvenes, hoy profesionales, que denunciaron estos abusos, ahora están con sus existencias adoloridas, lesionadas y expuestas públicamente. Quisieron en su tiempo ser sacerdotes. Algo noble. La resolución de la Santa Sede viene a mitigar sus dolencias y agonías, y a responder a sus búsquedas de verdad y justicia.

Estamos perplejos ante estos hechos que hieren tan profundamente a las personas abusadas y, de paso, la credibilidad de la Iglesia. Pero confiamos en la gracia de Dios que no abandona a su pueblo.

En estos días, seminaristas, sacerdotes y obispos en las diversas diócesis de Chile estamos culminando ejercicios o retiros espirituales. Tiempo para unirse más a Cristo sacerdote a través de la oración, de la conversión y de la penitencia, y también para  que tomemos mayor conciencia de que jamás el sacerdocio podrá ser motivo de escándalo y sufrimiento para otros. Quien se atreva a lo contrario, ya sabe cómo conduce la suprema autoridad de la Iglesia -el Papa- y sus más estrechos colaboradores en la curia romana en la aplicación de las penas canónicas y la tutela de la dignidad de las personas".

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