Por Josefina Ríos y Ana María Sanhueza Diciembre 10, 2010

© Nicolás Abalo

Justo 17 horas antes de que estallara la tragedia en el penal de San Miguel, y sin imaginar los días de emergencia que se le vendrían por delante, el ministro de Justicia se sentó con Qué Pasa a conversar sobre su preocupación por el sistema carcelario chileno. Contó del plan de mejoras que está implementando el gobierno de Sebastián Piñera, pero también  habló de la angustia y la impotencia que le provoca el estado de las cosas en este tema. Como secretario de Estado y como persona.

Felipe Bulnes reconoce que no pisaba un recinto carcelario desde que hizo su práctica de abogado, hace ya muchos años. Pero el 2010 las cosas cambiaron. "Cuando asumí como ministro, me empecé a meter en el tema de las cárceles concesionadas, pedí números, índices futuros… y me encontré con cosas que no me calzaban".

-¿Como cuáles?

-Las cárceles concesionadas son un esfuerzo que venimos desarrollando como país hace 10 años y hemos gastado tiempo y plata. Y de repente me encuentro con que la cantidad de cárceles en operación versus las anunciadas eran muy pocas, y que la cantidad de personas que estaban en estas cárceles concesionadas era una proporción menor dentro la población penal total. Por eso decidí ir a visitar las cárceles, recorrerlas. Quería saber a ciencia cierta dónde está un reo que no se encuentra en un penal concesionado.

-¿Qué le sucede cuando comienza a recorrer las cárceles?

-Quedé francamente impactado. Lo digo como ciudadano de a pie, pues las preocupaciones y las sensibilidades no surgen producto de un cargo. Me convencí de que esta realidad no puede ser. Chile es un país que en muchos aspectos enfrenta orgulloso el siglo XXI, pero la situación  actual de algunos recintos penitenciarios es comparable con la realidad de la prisión de la película "El expreso de medianoche" y más. Cuando recorres las galerías de la ex Penitenciaría y ves que en dos metros cuadrados están durmiendo 12, 14 ó 16 personas, esta imagen supera con mucho la mítica cárcel de esa película.

-Y cuando va por primera vez a la ex Penitenciaría, ¿cuál es la sensación?

-Uno no sale siendo la misma persona, porque la realidad es muy fuerte. Esa primera imagen del óvalo (el patio central) es muy potente, es como el resumidero de todo lo que está pasando ahí. Ese óvalo es una primera aproximación que te dice que éste es un mundo que está cargado. Uno entra ahí y logra sentir, a través de la intuición y las vibraciones, que ahí está pasando algo fuerte. Después, cuando te metes y empiezas a ver el detalle, es derechamente una sensación entre angustia e impotencia, de cómo llegamos a esto, y también preocupación.

"Uno llega a su casa y dice 'esto no es el programa que uno ve en la televisión', esto es responsabilidad de nosotros como gobierno y mía como ministro de Justicia. No creo ser una persona especialmente emotiva, pero estuve varias noches desvelado con algo de preocupación y angustia".

-¿Qué le preocupa?

-Es claro que la persona que delinque tiene que cumplir su condena, la mano firme está fuera de discusión. A las personas las podemos despojar de su libertad cuando cometen un delito, pero todo lo que sigue después no: la grave privación de dignidad que se produce allí dentro choca contra cualquier estándar. No hay que ser una persona especialmente sensible ni bondadosa para impactarse con esa realidad. Una segunda mirada es ¿qué rehabilitación uno puede realizar bajo esas condiciones? Y tercero, ése es un ambiente que claramente genera violencia, y la violencia trae más violencia. Si no nos hacemos cargo de esta realidad, si no nos preocupamos de darles espacios de rehabilitación y dignidad a los reos, es más o menos predecible lo que va a ocurrir después. Y la última mirada es que uno llega a su casa y dice "esto no es el programa que uno ve en la televisión y te impacta", esto es responsabilidad hoy día de nosotros como gobierno y mía como ministro de Justicia. Yo no creo ser una persona especialmente emotiva, pero estuve varias noches desvelado con algo de preocupación y angustia.

Seis meses de diagnóstico

-Usted dijo que su sueño era cerrar la ex Penitenciaría durante esta administración. ¿Cree que sea viable?

-Cuando asumí, una ex autoridad me dijo "la Peni no la vas a cerrar de aquí a 25 años". A mí me quedó resonando. Y cuando me fui a meter a la ex Penitenciaría, me rebelé contra la frase. Cada día que esté en este ministerio, tengo que sentir que estoy dando un paso que nos permita pensar en cerrarla. No nos podemos quedar 25 años más con la Penitenciaría así, es indignante. Respecto a cerrarla en este gobierno es muy difícil, pero si no lo hacemos, por lo menos voy a irme con la tranquilidad de que esos plazos los vamos a acortar sustancialmente.

-¿El plan incluye la creación de nuevas cárceles o un sistema de penas alternativas?

-En octubre presentamos un plan de 11 medidas, las cuales no pretenden resolver el tema carcelario y nunca hemos postulado que ésa sea la solución. Este plan es sólo una inyección de dignidad urgente a una realidad que no podía seguir esperando y sobre la cual no nos íbamos a quedar impasibles. Atiende, entonces, situaciones urgentes, como alimentación, abrigo, colchones, desencierro, luz y baños.

-¿Cuáles serán los criterios futuros para el diseño de los penales?

-Empecé a averiguar quién sabía de cárceles en el mundo y contratamos una consultora internacional, Altegrity Risk. En julio viajé por un día a Nueva York, estuve con ellos y conversamos. A los 20 minutos me di cuenta de que todo lo que yo sabía ya estaba agotado y que ellos tenían para hablar años. Entonces firmamos un contrato, me dijeron que iban a estudiar el sistema carcelario chileno y que estaban muy interesados, porque ven que Chile es un país serio y que en el tema carcelario teníamos un rezago fundamental. Suscribimos un convenio de asesoría por cerca de US$300 mil. Partieron a fines de octubre, y en seis meses nos van a hacer un diagnóstico completo de cuál es la matriz de desarrollo carcelario que tenemos que implementar. Ahí, por ejemplo, hablamos de cosas como cuál es el sistema de clasificación de internos que tenemos aquí en Chile.

"Algunas cárceles son comparables a la prisión de'El Expreso de Medianoche'"

-¿Están evaluando el sistema de segregación chileno?

-En Chile este tema es superprecario. En Gendarmería lo hacen lo mejor que pueden, pero sin ciencia. Y la ciencia sirve. La segregación es clave, porque evita el contacto criminógeno y también determina el perfil de las cárceles que necesitas. Las siete cárceles concesionadas que se han hecho son todas de un mismo modelo. Entonces, los asesores me decían que estábamos construyendo puras cárceles de alta seguridad y no todos los delincuentes responden al perfil de alta peligrosidad.

-¿Por ejemplo?

-A una persona que mata por celos por supuesto que hay que condenarla, pero no es un tipo equivalente al sicópata en serie. Una es una persona que tiene un instinto recurrente a cometer delitos y la otra es una persona que actuó motivada por un impulso que no es probablemente replicable. Entonces ¿necesito una cárcel de dos metros de espesor de hormigón para todos los presos de nuestro país? Se puede hacer economía, diseñar distintos programas de intervención y gastar mejor la plata de nuestros impuestos en generar una matriz carcelaria coherente, donde tiene que haber recintos penales diferenciados.

Inyectar dignidad

-¿Hay planes para fomentar las penas alternativas?

-La población penal en Chile es del orden de 100.000 personas. El 50% está cumpliendo sus penas en libertad, bajo medidas alternativas, que son básicamente rendición condicional, reclusión nocturna y libertad vigilada. Ahí estamos haciendo un proyecto superpotente, que busca perfeccionar estas medidas, que incluye el brazalete electrónico. Es un proyecto en el que estamos invirtiendo cerca de US$ 50 millones. Para estas personas que cumplen sus penas en libertad, presentamos un proyecto de ley en julio. Nos damos cuenta de que es vital que estas penas alternativas no signifiquen un mero beneficio. Se supone que estas penas  consideran que la persona esté sujeta a un plan de intervención y de rehabilitación, porque si no, no tiene sentido. En el proyecto que presentamos se aumenta de manera fundamental la cantidad de delegados por libertad vigilada de manera que se controle a estas personas que cumplen sus penas en libertad, que fiscalicen si están sometidas a rehabilitación, si asumieron el compromiso de adquirir un oficio.

En julio viajó por un día a Nueva York y contrató a la consultora Altegrity Risk para estudiar el sistema carcelario chileno. " Partieron a fines de octubre, y en seis meses nos van a hacer un diagnóstico completo".

-Actualmente muchos de los centros de educación y trabajo (CET) tienen capacidad para 100 y hay 20.

-Cuando asumí, pregunté por qué los CET no se están ocupando. Es inmoral. Pero tenemos un plan de invocar a la empresa privada, esto es mano de obra barata. Hay que potenciarlo. Hay inquietud, pero la gente todavía no se anima. Hay que regularizar más que fiscalizar. Estamos viendo todas las reglas dispersas que hay y haciendo un estatuto laboral de reos.

¿Qué otras metas hay?

-En Gendarmería necesitamos más personal. El 20 de marzo se promulgó la Ley 20.426 que aumenta casi en un 50% la cantidad de funcionarios. Es un plan gradual que incorporará más de 5.000 oficiales y gendarmes.

-Su plan de 11 medidas incluye cambios, están pintando, pero seguirán siendo apenas cuatro baños por calle… ¿qué tanto va a durar la mejora?

-Nunca me van a oír a mí diciendo que cambié la realidad carcelaria producto de las 11 medidas. Nunca las he presentado así. Esto es una inyección de dignidad para darles condiciones básicas mínimas y poder volver a partir dentro de las limitaciones. Va a seguir durmiendo la misma cantidad de personas en el mismo lugar, pero por lo menos queremos sacarlos de las condiciones infrahumanas en el corto plazo. A la Penitenciaría no le puedo seguir agregando pisos ni solucionando el problema de hacinamiento, porque es una realidad que me viene dada y por ella tengo que trabajar. Ahora, ¿estoy conforme con eso? No.

-¿Cuál sería su ideal?

-Me encantaría decir que voy a cerrar la ex Penitenciaría. Pero no es responsable ni serio decirlo. Primero obras, después anuncios.

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