Por Ana María Sanhueza Noviembre 5, 2010

Marisol Valles tiene 20 años y aunque cursa el último año de Criminología en la violenta Ciudad Juárez y vive en Práxedis G. Guerrero, una de las zonas más peligrosas del estado de Chihuahua, nunca ha visto un cadáver ni un crimen. Lejos de la realidad de sus vecinos y profesores que, en cambio, sí han presenciado secuestros, homicidios, asaltos con fusiles AK-47 y persecuciones entre narcos y policías que parecen sacadas de películas, ella sólo ha sido testigo de uno que otro robo de cartera.

El caso de Marisol es una rareza en el norte de México, donde las víctimas por crímenes suman 2.600 por año y gran parte de la población tiene una muerte que lamentar. Su situación es tan singular como el cargo en el que acaba de ser nombrada por el alcalde José Luis Guerrero de la Peña, pese a su total inexperiencia: jefa de la policía municipal de Práxedis, un puesto al que en el Valle de Juárez le temen debido a los riesgos que se corren por la guerra entre los carteles de Juárez y Sinaloa.

"Nadie quiere tomar ese cargo pues es prácticamente un suicidio", dice el ex policía y criminólogo de la Universidad Autónoma de Juárez Óscar Maynez (44), quien trabaja en Ciudad Juárez desde mediados de los '90, cuando comenzó la oleada de femicidios. "Espero que no le pase nada, porque el Estado mexicano lo último que espera es que a esta jovencita le ocurra algo malo. Tengo la esperanza de que no será así", agrega.

Marisol es menuda, delgada, con apariencia de niña. Y tiene una voz tan suave, que a ratos casi se hace imperceptible. Con ese tono es con el que desde el 10 de octubre pasado lidera a su disminuido equipo policial, compuesto  por 10 mujeres y tres hombres, los que a diferencia de las agentes, son los únicos del grupo que están armados. A todos los envía a patrullar a distintos sectores de la zona, uno de ellos es el peligroso municipio de Porvenir. Allí, pocos días antes de su designación, fue abatido a tiros el alcalde Rito Grado Serrano, de 59 años, y su  hijo Rigoberto, de 37, cuando llegaban a su casa. "Mucha gente se ha tenido que retirar de Práxedis debido a la inseguridad. Y eso ocurre en muchas partes de la frontera", reconoce Marisol, desde México.

Grado no es la única autoridad que ha muerto en esas circunstancias: las cifras indican que ya son 16 los ediles asesinados en esta zona que limita con Estados Unidos. Esto, sin contar a los federales y policías.

Al postular al cargo, a Marisol no le importó que del anterior equipo de policías, compuesto por 20 personas, apenas quedaran tres: todos renunciaron por temor.

"Acá el narco está infiltrado en todas partes. Al narco le importa todo, hasta el que ve lo que no puede ver o el que sabe lo que no debe saber. Incluso yo sé que aquí  han matado gente nada más porque vio que mataron a alguien", dice el columnista de El Diario de Juárez Arturo Mendoza Díaz (62), uno de los más influyentes y el de mayor tiraje del norte de México y autor del artículo "Marisol, una flor en el pantano", donde analiza la designación de la flamante jefa de seguridad pública de Práxedis. "Para mí, ella es una flor entre tanta podredumbre y perversidad, una flor que brota limpiamente y con buena intención en un medio de mucho riesgo. Ojalá que los narcos entiendan que  no tiene nada contra ellos", agrega.

Hoy, el trabajo de Valles no es detener narcotraficantes, sino patrullar los barrios y acercarse a los vecinos.  "Vamos a trabajar sin armas. Iremos a las casas de las personas para preguntarles qué necesitan o qué proponen", explica Marisol. Quiere recuperar lo que alguna vez fue su ciudad: "Cuando era niña, en Práxedis había muchos bailes y convites. Las personas salían a la plaza a conversar e iban a los juegos de béisbol. Pero hoy la gente prefiere quedarse dentro de sus hogares y no salir por miedo. Yo quiero que se pueda volver a confiar en nosotros, que la gente lleve a sus niños al parque y que haya tranquilidad y seguridad".

Pese a las cifras rojas, cuando Marisol vio que Guerrero  asumiría como alcalde de Práxedis y buscaría un nuevo jefe de policía, redactó su currículum y postuló. Lo hizo sin mucha fe: hasta ese momento, su única experiencia laboral había sido como secretaria en el área administrativa de la municipalidad con el anterior edil, Manuel Fernández. Ese trabajo lo combinaba con el cuidado de su hijo de siete meses, y sus viajes los fines de semana para estudiar Criminología en el Centro Cultural Universitario de Ciudad Juárez, zona donde especialmente se vive  con miedo. "Allá hay gente que por la inseguridad no quiere siquiera ir a su trabajo. Pero la vida sigue:  hay que cambiar esto por algo más satisfactorio", dice Valles.

Al postular, a Marisol no le importó que del anterior equipo de policías, compuesto por 20 personas, apenas quedaran tres: pese a que andaban armados, todos renunciaron por temor. Tampoco la afectó el hecho de que las paredes de su sencilla oficina tuvieran agujeros de bala bajo la pintura y que, cerca de su futuro escritorio, colgara una placa en recuerdo del comandante del municipio de Práxedis que fue asesinado a tiros apenas un año atrás. "Descansa en paz, Jesús Manuel Holguín Ch. Catorce de mayo de 1978-primero de mayo de 2009. Dios con nosotros de origen bíblico", reza la inscripción.

La sheriff

Tiempos violentos

El alcalde José Luis Guerrero de la Peña saca cuentas tristes: Práxedis ha disminuido paulatinamente su número de habitantes, desde que comenzó la guerra contra el narcotráfico en México.  Y hoy, dice que de 12 mil habitantes, sólo unas 8 mil personas viven ahí. Gran parte  ha huido de la violencia y muchas de las casas de la pequeña ciudad han quedado abandonadas de un día para otro: la gente, incluso, las deja equipadas con tal de arrancar lo antes posible de la delincuencia.

De hecho, él mismo ha sido testigo de la violencia: "En la región he presenciado ejecuciones… Fue algo tremendo. Inclusive, me tocó ver cuando la misma poli, a pesar de su armamento, era perseguida por unos delincuentes".

La misma situación de Práxedis -y peor- se vive en la vecina Ciudad Juárez, tristemente célebre por los femicidios. "Juárez siempre fue violento, pero antes no había más de 2 ó 3 muertes el fin de semana. Hoy son 10 y más por día", dice Arturo Mendoza Díaz. A él, como a muchos vecinos, la muerte le ha tocado cerca: dos  periodistas de su diario fueron asesinados, el último hace tres semanas. "Hoy lo mejor es estar en casa. Yo he pasado en auto por la calle y he visto muertos. Paso sin voltearme, porque tal vez a la vuelta ya me haya encontrado con los que los mataron", cuenta con impotencia.

Según el subsecretario de Seguridad Pública de México, en la zona hay alrededor de 400 a 450 pandillas y de ellas, 30 son de alta peligrosidad. Otro dato: la mayoría está integrada por jóvenes de la edad de Marisol.

"Juárez ha tenido un problema demográfico grande. A partir de 1980 llegaron muchas personas a trabajar en las empresas maquiladoras, sobre todo mujeres con hijos. Pero los sueldos exiguos generaron el abandono de sus niños, los que muchas veces quedaron solos... Hoy las matanzas son protagonizadas por jóvenes de entre 16 y 19 años y éste es el resultado de esa falta de atención social", dice Jorge Rojas, rector del Centro Cultural Universitario Ciudad Juárez y profesor de Marisol en Criminología.

Rojas, como muchos de los habitantes de Juárez, también ha sido víctima de la violencia. El 25 de noviembre del año pasado, sufrió un intento de secuestro en la universidad: "Me encañonaron, pero yo les eché mi carro encima. Para mi suerte, no me venían a matar, sino a secuestrar".

"Le pregunté a mi pueblo qué se le venía a la mente con la palabra policía y contestó desconfianza y corrupción. Yo tenía que revertir esa idea buscando a alguien que diera confianza, tranquilidad, transparencia y honestidad… Ese perfil lo tiene Marisol", dice el alcalde Guerrero.

Según el rector, la delincuencia del Valle de Juárez también se debe a la estratégica ubicación que tienen los poblados para transportar droga. "Todo esto se genera porque del lado americano está la demanda del producto. Y me atrevo a decir que muchas de estas operaciones están dirigidas desde Estados Unidos. Así, ellos obtienen las ganancias y nosotros los muertos".

Mujeres desarmadas

La decisión del alcalde Guerrero de contratar a Marisol dio la vuelta al mundo. En México, si bien la mayoría de la prensa catalogó a la joven como "la mujer más valiente del país", también generó controversia: "Marisol Valles: ¿ingenua o heroína?", tituló un diario, mientras otro se preguntaba con ironía: "¿Heroína o cebo del asesino de Ciudad Juárez?". Incluso, se cuestionó que no tuviera la edad que el cargo requería, al punto que sólo la intervención del Congreso hizo que pudiera asumir la jefatura.

"El salario que le pagan es poquísimo y no tiene ningún apoyo. Esta jovencita fue muy valiente al aceptar el cargo", dice Óscar Maynez.

Tanto fue el temor que generó el nombramiento, que el alcalde tuvo que cenar con los padres, hermanas y el marido de Valles y explicarles su proyecto: una policía femenina sin armas y dedicada a integrar a la comunidad. Lo mismo hizo con las familias de las otras 10 agentes.

"Estamos apostando al único recurso que nos queda: la educación, la confianza, la cultura y el deporte. Es decir, a una serie de cosas que nos ayuden a prevenir", explica. Pero también tuvo otro motivo para elegir a Valles: "Le pregunté a mi pueblo qué se le venía a la mente con la palabra policía y contestó desconfianza y corrupción. Yo tenía que revertir esa idea buscando a alguien que diera confianza, tranquilidad, transparencia y honestidad… Ese perfil lo tiene Marisol".

Marisol aceptó el ofrecimiento pese a que, como sus vecinos, también tiene temor: "El miedo no se acaba. Pero estamos en un proyecto que va a beneficiar a la comunidad. Mi esperanza es que algo nuevo pase en Práxedis".

Hoy, Marisol Valles está de cabeza involucrada en el nuevo plan. Tanto, que incluso ya tiene tema para su tesis: el proyecto comunal del alcalde de Práxedis, con el que pretende obtener su título de criminóloga.

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