Por Claudia Farfán, María José López y Josefina Ríos Julio 16, 2010

© José Miguel Méndez

Aparentemente, pocas cosas han cambiado en la iglesia del Sagrado Corazón de Providencia. Como sucede desde hace décadas, muchos fieles llegaron el lunes 12 a la misa que se oficia en la calle El Bosque. Al finalizar el oficio, como también ocurre desde hace años, un numeroso grupo de personas se reúne para compartir en la sacristía, el corazón del templo. Ahí hay una estufa a gas que entibia el frío lugar, mientras jóvenes y ancianos, todos vestidos formalmente, rodean al padre Juan Esteban Morales.

A él se acercan los feligreses para preguntar cómo se encuentra su antecesor en el cargo, el sacerdote Fernando Karadima, a quien no han podido ver desde fines de abril, cuando se hizo pública la investigación en su contra por supuestos abusos sexuales.

Desde entonces, Morales es el nexo principal entre esa comunidad y el cura diocesano, hoy retirado de toda actividad pastoral. Morales es, justamente, una de las pocas personas que cruzan la puerta de madera contigua a la sacristía que conduce a la residencia del octogenario cura diocesano.

El privilegio de este discípulo de Karadima obedece a que él sigue siendo un incondicional a su antiguo superior, a diferencia de otros religiosos y laicos que han tomado distancia. Morales forma hoy parte del reducido círculo de hierro que se ha mantenido leal y cuyos otros integrantes son el abogado Juan Pablo Bulnes y el sacerdote Diego Ossa. Estos dos últimos se han visto envueltos en acusaciones por pagos -al menos $40 millones- realizados a personas que tendrían información clave sobre el caso que investiga el fiscal Xavier Armendáriz.

El círculo de confianza no da crédito a ninguna de las denuncias en contra de Karadima. Su lealtad hacia él no ha sido alterada ni por las declaraciones del canciller del Arzobispado de Santiago, Hans Kast -que sí impactó a una parte de los feligreses de la parroquia-, ni por la decisión del cardenal Francisco Javier Errázuriz de llevar el caso a juicio canónico en el Vaticano. Es tal la incondicionalidad del grupo, que ex miembros de la comunidad de El Bosque los bautizaron como "los realistas", en alusión a los simpatizantes del rey de España en la guerra de Independencia. En el otro extremo están "los patriotas", apodo que se dio a los que ya no son leales al religioso. Y en un término medio se encuentran los llamados "indecisos": feligreses legendarios que hoy están con la incertidumbre de qué es verdad y qué no.

"Los realistas confían a ojos cerrados en que el padre no es culpable, porque dicen no haber visto nada que despierte sospecha", señala un ex cercano a él. Ante ellos, el padre jura inocencia, se arrodilla frente al Santísimo y dice: "Me están crucificando igual que a Jesucristo". A este clan pertenecen, con mayor o menor matiz, el agrónomo Gonzalo Tocornal, el ingeniero Francisco Prochaska, los empresarios Domingo Jiménez, Guillermo Salinas y Guillermo Ovalle; además del doctor Leonardo Guzmán, el general (r) Eduardo Aldunate y el actual presidente de la Acción Católica, Francisco Costabal.

Este grupo opera desde hace décadas como el "brazo derecho" de Karadima en diversas funciones. Desde mantener en buen estado el funcionamiento de la casa parroquial, hasta asesorarlo en temas legales, como donaciones y pago de impuestos.

Si bien su postura ha sido defender al sacerdote a rajatabla, hay algunos que están abiertos a la eventualidad de que pueda ser culpable.

"No somos fanáticos, pero creemos en él. Nunca hemos visto nada. Sin embargo, sabemos que existe la posibilidad de que la justicia falle en su contra o de que él mismo algún día pueda reconocer algo. Estamos convencidos de que eso no sucederá, pero pase lo que pase, no lo vamos a dejar de querer. Incluso, si llegase a caer preso, lo iríamos a ver a la cárcel", afirma uno de ellos.

Es tal la incondicionalidad del grupo, que ex miembros de la comunidad de El Bosque los bautizaron como "los realistas", en alusión a los simpatizantes del rey de España en la guerra de Independencia. En el otro extremo están "los patriotas", apodo para los que ya no son leales al religioso. Y, en un término medio, se encuentran los llamados "indecisos": feligreses legendarios que hoy dudan.

A pesar del complejo escenario que enfrenta el ex párroco de El Bosque, sus incondicionales afirman estar tranquilos con el hecho de que el proceso canónico esté radicado en Roma, pues esperan que la Santa Sede confirme su inocencia. Una señal de la normalidad con que han querido asumir esta situación es que la iglesia del Sagrado Corazón ha seguido adelante con la cotidianeidad de siempre. De hecho, el padre Diego Ossa -acusado hoy de cometer una conducta impropia en contra de un ex feligrés de la iglesia Jesús Carpintero de Renca, de la cual Ossa fue párroco- sigue oficiando la misa de las 12. El martes pasado, tras finalizar la ceremonia, el sacerdote se reunió con los laicos que asisten a la sacristía. Fue ahí cuando una mujer de edad le preguntó cómo enfrentaba las acusaciones en su contra. "Tranquilo y confiado en que luego todo se resolverá", respondió él.

El Escudero

karadima

El sacerdote Fernando Karadima durante un retiro espiritual.

Del triunvirato que conforma el actual círculo de hierro de Karadima, el abogado Juan Pablo Bulnes es quien mejor lo conoce. Su relación comenzó a fines de los años 50, poco antes de que el religioso se ordenara sacerdote. Entonces, los padres del jurista -Manuel Bulnes Sanfuentes y Elena Cerda- asistían a la misa dominical junto a sus nueve hijos. En esa época nacía la juventud bosqueana y surgían los primeros seguidores del religioso. Al poco tiempo, Bulnes destacó en el grupo y se desempeñó como acólito desde la primera misa que ofició  Karadima. Ahí también conoció a su mujer, Mónica del Valle.

Un ex feligrés recuerda que ya en los años 80, el abogado tenía injerencia en la administración de los recursos de la parroquia.

Quienes conocen el vínculo entre ambos afirman que es de mutuo respeto, además de ser una relación fraterna y de amistad. Karadima es para Bulnes su guía espiritual. Por esa razón, bautizó a todos sus  hijos y fue uno de sus principales soportes durante el cáncer que lo afectó hace un tiempo.

Hoy, la relación ha tenido un vuelco: es el abogado quien se transformó en el principal puntal del sacerdote. Tras el estallido del escándalo, se convirtió prácticamente en su sombra. Eso llamó la atención de los abogados del estudio Puga & Ortiz, a cargo de la defensa penal del religioso. Una fuente involucrada en el litigio señala que nunca han podido reunirse a solas con su cliente, pues Bulnes siempre ha querido estar presente para escuchar todo lo que el párroco diga en sus declaraciones.

Incluso, trascendió que el equipo jurídico de Luis Ortiz Quiroga se habría sorprendido cuando Karadima admitió ante Armendáriz la existencia de pagos efectuados por El Bosque. De acuerdo a información proporcionada a la Fiscalía Oriente por parte de Óscar Osbén Moscoso, habría sido Juan Pablo Bulnes quien le hizo entrega de dinero luego de que él asegurara que fue objeto de un acto impropio por parte del sacerdote Diego Ossa, a quien había conocido en la parroquia El Señor de Renca.

Según Osbén, tanto este pago como otros realizados a Silvia, la cocinera de la casa parroquial, fueron hechos para mantener el silencio de quienes podrían convertirse en nuevos testigos de la investigación contra Karadima. Por su parte, tanto Ossa como la defensa del padre desmienten esta versión y, si bien reconocen la existencia de entregas monetarias, aseguran que tuvieron motivos pastorales.

El círculo de confianza de Karadima

Los benefactores

El fiscal Armendáriz está abocado a investigar el origen de estos fondos. Según fuentes ligadas al proceso, los primeros testimonios judiciales apuntan a que el dinero provendría directamente de los recursos de la parroquia. En el entorno del octogenario sacerdote también admiten este origen, aunque no lo consideran un ilícito, porque confían en que su fin fue benéfico. Es algo que, dicen, ha sucedido muchas otras veces para ayudar a los feligreses en problemas.  Más de un cercano a Karadima afirma que ésta es la opinión que tendrían quienes asesoran financieramente a la iglesia del Sagrado Corazón. Sin embargo, según otros feligreses, las denuncias de Osbén complicaron a más de uno de estos consejeros, ya que sembraron un manto de duda en el destino que se ha dado a las donaciones recibidas en el templo de Avenida El Bosque.

No es un secreto que esta comunidad recibe millonarias donaciones, no sólo en dinero en efectivo, sino también en propiedades. Además del 1% que entrega la mayoría de los fieles que asisten a misa, existen cuantiosas regalías que van directo a la iglesia o bien en forma individual a sus párrocos. El propio Karadima solía llamar directamente a sus fieles más cercanos para pedirles una contribución. Generalmente, no le negaban nada.

Ex feligreses destacan entre estas ofrendas a Karadima un departamento obsequiado por el padre Andrés Ariztía (que heredó de su familia), una casa que la familia de Hans Kast tenía en Puerto Varas y el actual Volkswagen blanco que recibió de parte del empresario Eliodoro Matte.

"No somos fanáticos, pero creemos en él. Nunca hemos visto nada. Sin embargo, sabemos que existe la posibilidad de que la justicia falle en su contra o de que él mismo algún día pueda reconocer algo. Estamos convencidos que eso no sucederá, pero pase lo que pase, no lo vamos a dejar de querer. Incluso, si llegase a caer preso, lo iríamos a ver a la cárcel", afirma uno de los incondicionales de Karadima.

Dádivas igual de generosas habría recibido el templo religioso de parte de Gonzalo Tocornal, quien entregó parte de la herencia de US$ 1 millón que le dejó su abuelo Carlos Vial Espantoso. Gracias a todos estos aportes, la comunidad bosqueana pudo contratar al estudio Puga & Ortiz, uno de los más caros de la plaza y a quienes se habría pagado, según fuentes ligadas al proceso, una suma superior a los $100 millones para "empezar a conversar".

También habrían obsequiado importantes sumas de dinero a esta comunidad los empresarios Domingo Jiménez y Guillermo Tagle.

El socio de IM Trust, según cercanos a Karadima, es el principal encargado de administrar los recursos financieros de El Bosque y es un asiduo a las misas diarias de la iglesia del Sagrado Corazón de Providencia.

Los distanciados

Pero hay otros rostros conocidos  a quienes ya no se ve en las bancas de la parrroquia. Algunos tomaron distancia de la comunidad bosqueana luego de conocer las declaraciones judiciales de Hans Kast.

A principios de mayo, él se acercó a la fiscalía para testificar que, como sacerdote formado en la parroquia de Providencia, había visto en reiteradas ocasiones actuar en forma impropia a Karadima. Su confesión causó un verdadero terremoto entre curas y laicos: era el canciller del Arzobispado de Santiago, quien avalaba las denuncias formuladas en contra del sacerdote.

Otros dejaron de asistir cuando se inició el juicio canónico anunciado por el cardenal Errázuriz. Un grupo se escindió en los últimos días, luego de que se revelara la existencia de pagos desconocidos.

El alcalde Manuel José Ossandón, no sólo pidió perdón a las víctimas, sino también comentó a sus cercanos que se siente como "un marido engañado". El diputado UDI Alejandro García-Huidobro también ha dicho en privado que las declaraciones de los sacerdotes Hans Kast y Cristóbal Lira, párroco de la iglesia de Lo Barnechea, han sido demasiado importantes como para no prestarles atención.

Según un ex miembro de la comunidad, las declaraciones de Kast afectaron principalmente a sacerdotes muy cercanos al diocesano. Entre ellos, los hermanos Fernando  y Andrés Ferrada, Cristóbal Lira y Andrés Ariztía. Además, de acuerdo a esta versión, los cinco obispos formados al alero del emblemático párroco también estarían divididos.

En una posición similar se encuentran algunos de los laicos más conocidos en esta iglesia de Providencia.  Uno de ellos es el alcalde de Puente Alto, Manuel José Ossandón, quien no sólo pidió perdón a las víctimas, sino también comentó a sus cercanos que se siente como "un marido engañado".

El otro es el diputado UDI Alejandro García-Huidobro, quien al igual que Ossandón se cuadró en un principio con la inocencia del sacerdote. El parlamentario ha comentado en privado que los católicos deben aceptar lo que resuelva el cardenal pues la Iglesia es sabia. Ha dicho además que las declaraciones de los sacerdotes Hans Kast y Cristóbal Lira, párroco de la iglesia de Lo Barnechea, han sido demasiado importantes como para no prestarles atención.

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