Por Claudia Farfán M. y María José López Abril 23, 2010

"El padre Fernando Karadima oficia la misa de las 8, pero por alguna razón no vino hoy", dijo uno de los jóvenes que asistieron al oficio religioso que se realizó el martes pasado en la iglesia El Bosque. Un día antes de que se hiciera pública, a través del diario La Tercera, la existencia de una investigación en contra del sacerdote por presuntos abusos sexuales, todo transcurre en forma normal en esta conocida iglesia de Providencia, donde él se desempeñó como párroco durante 24 años.

Quien lo sucedió en este cargo, el sacerdote Juan Esteban Morales, explicaba el martes que la ausencia de Karadima (80) obedecía al delicado estado de salud  en el que se encuentra como consecuencia de tres operaciones de by-pass a las que se ha sometido en el último tiempo.

"Será difícil hablar con él antes de una semana. Mejor comuníquese conmigo y yo le doy el mensaje", indicó el padre Morales.

A esa hora, mientras Karadima descansaba en la residencia sacerdotal de los diocesanos, ubicada junto a la parroquia El Bosque, ya se habían activado las alarmas al interior de la Iglesia. Muchos sacerdotes sabían del caso. Y en los medios de comunicación desde hace rato circulaba la versión. Incluso, cercanos a Karadima han reconocido que los rumores de una acusación en su contra rondaban por los pasillos de la parroquia desde hace más de seis meses.

En ese entonces, desde el Arzobispado de Santiago le informaron al propio Karadima que la Santa Sede llevaba una investigación sobre abuso sexual en la que él estaría involucrado. Pero no entraron en detalles respecto a los casos por los cuales se le indagaba.

"Inquirí sobre los detalles de este tema, pero no me quisieron decir de qué se trataba", afirma el abogado Juan Pablo Bulnes, quien presta, en su calidad de antiguo amigo, asesoría legal al sacerdote.

Hoy, ha trascendido que la denuncia ante el tribunal eclesiástico fue presentada por 4 ex colaboradores de la parroquia de Providencia, quienes acusan a Karadima de haber abusado de ellos.

De acuerdo a La Tercera, en uno de los casos la situación se habría prolongado durante casi dos décadas y se extendió hasta principios del año 2000.

El martes, mientras Karadima descansaba en la residencia sacerdotal de los diocesanos, ubicada junto a la parroquia El Bosque, ya se habían activado las alarmas al interior de la Iglesia . Muchos sacerdotes sabían del caso. Incluso, cercanos al religioso reconocen que los rumores de una acusación en su contra rondaban por los pasillos de la parroquia desde hace más de seis meses.

Entre los afectados, estarían el médico James Hamilton Sánchez (44), un filósofo y un periodista, cuyas edades fluctúan entre los 30 y 45 años. Ellos eran asiduos feligreses del templo que dirigía el sacerdote y pertenecieron a su círculo más cercano.

Juan Pablo Hermosilla, en representación de los cuatro profesionales, presentó el miércoles cuatro denuncias ante la fiscalía oriente. El abogado aseveró que los hechos denunciados ocurrieron cuando tres de sus clientes eran menores de edad.

Las cuatro presuntas víctimas habrían declararado, a mediados del 2009, ante el secretario canciller del Arzobispado de Santiago, Hans Kast, mandatado por la Iglesia para recoger las denuncias.

Cuentan que a posteriori inquirieron sobre el avance de la investigación, pero no han recibido respuesta por parte de la curia. Dicen que sólo les llegó un mail en donde se indicaba que la Iglesia "no da respuestas sobre estas indagaciones".

Eso los motivó a recurrir a tribunales. Un sacerdote cercano al grupo afirma que también los empujó un reportaje televisivo sobre Marcial Maciel.

La versión de los denunciantes

Sagrados Corazones de El Bosque

Iglesia de los Sagrados Corazones de El Bosque.

Los primeros testimonios en contra de Fernando Karadima llegaron a oídos de la jerarquía eclesiástica chilena en 2004. Según relata una de las presuntas víctimas, ese año le hicieron llegar al Arzobispado de Santiago una carta en la cual daban su versión de los hechos acontecidos. Durante dos años, aseguran, no habrían recibido ninguna respuesta. La razón, de acuerdo a fuentes de la Iglesia, está en la pugna que se produjo entre autoridades eclesiásticas respecto a qué hacer con las denuncias en contra del conocido religioso diocesano. Un sacerdote señala que existían obispos que estaban en contra de que se siguiera  adelante con el proceso.

Recién en 2006, el cardenal Francisco Javier Errázuriz abrió una investigación interna para dilucidar la veracidad de las acusaciones.

Según un familiar de una de las presuntas víctimas, el sacerdote solía recurrir a un mismo modus operandi para concretar los supuestos abusos. "Primero generaba un férreo lazo de confianza con los jóvenes que lo seguían. Luego, identificaba a los más vulnerables y, consciente de su carisma y de la admiración que en ellos provocaba, los convencía de que se encontraban entre sus más cercanos".

Uno de los jóvenes que piensa denunciarlo ante la justicia civil relata que "cuando sentíamos culpa y pensábamos en hablar sobre lo ocurrido, él nos decía que seríamos los más perjudicados, porque nadie nos iba a creer: vivíamos en un entorno donde su imagen era intachable. Él nos decía que era nuestro padre espiritual".

A pesar de la gravedad de estas imputaciones,  buena parte de la comunidad de la iglesia El Bosque cree a ojos cerrados que el sacerdote es inocente.

El caso Karadima

Uno de ellos es Andrés Sochting (31), quien conoce a Fernando Karadima desde que tenía 12 años y, al igual que sus hermanos - uno de los cuales es sacerdote-,  pertenece al entorno más cercano al cura diocesano.

"Me fui varias veces de vacaciones con el padre, pasé mucho tiempo en su casa y jamás vi algo sospechoso. Por eso me niego rotundamente a creer que las acusaciones sean ciertas", afirma.

Debido a la conocida relación de confianza que Sochting mantenía con Karadima, el joven fue contactado en diciembre del 2009 por el grupo de ex feligreses que buscaban más testimonios que avalaran su denuncia.

Sin embargo, según dice Sochting, tras escuchar a uno de ellos personalmente le dio la impresión de que el relato era incoherente, que los fundamentos eran falsos y de que se trataba de "una maquinación contra el padre Fernando".

Como suele ocurrir en las indagaciones de carácter canónico, esta situación  se manejó con mucha reserva al interior de la Iglesia chilena. El único hecho en apariencia inusual fue la remoción de Karadima del cargo de párroco de El Bosque, en 2006. Aunque en su momento se atribuyó a su avanzada edad, un clérigo diocesano recuerda que su salida se produjo en medio de rumores que cuestionaban su estilo de trabajo en el templo de Providencia. "Pero nunca quedó muy claro de qué se trataban las quejas en su contra", afirma este sacerdote.

La medida más drástica que adoptó el cardenal Francisco Javier Errázuriz sucedió hace cinco meses, cuando envió al Vaticano una carpeta con todos los antecedentes recopilados durante los cuatro años de investigación.

Perfil del padre

En los 24 años que estuvo en la parroquia de los Sagrados Corazones de El Bosque, la figura de Fernando Karadima no fue indiferente para nadie dentro de la Iglesia Católica. Para buena parte de las personas que acudían a su misa él es un guía espiritual y un referente. Su carisma, su oratoria y su mensaje espiritual, dicen sus seguidores, cautivan.

"Su prédica cercana, su apego a los dogmas y su devoción a la Virgen María y al padre Alberto Hurtado, lo convertían en un sacerdote muy singular", confiesa un ex acólito, quien además señala que estos atributos lo hacían ser muy convocante para la juventud. De hecho, sus charlas a parejas eran concurridas y muchas generaciones del sector oriente pasaron por ellas.

La medida más drástica que adoptó el cardenal Francisco Javier Errázuriz sucedió hace cinco meses, cuando envió al Vaticano una carpeta con todos los antecedentes recopilados durante los cuatro años de investigación.

Reconocida es también su influencia en la élite capitalina. Con buenos nexos en el sector empresarial y en colegios como el Verbo Divino, Karadima se convirtió en un referente. Eso mismo también le valió críticas de otros sectores del clero, que le reprochaban que se movía en "un círculo muy cerrado".

Aún activo

Aunque ya no tiene la visibilidad de antes, el padre Karadima es aún la gran figura de la iglesia de los Sagrados Corazones de El Bosque. De hecho, fue él quien ofició el último retiro de Semana Santa, actividad que año a año se realiza en esas dependencias. Además, todavía es él quien está a cargo de las misas más importantes que se realizan en Avenida El Bosque.

Su rutina tampoco ha cambiado demasiado. Su día comienza a las 6:00 de la mañana. Reza durante una hora, toma desayuno, visita a los enfermos, recibe gente y escucha confesiones antes de iniciar la última ceremonia religiosa. Cuando ésta termina, se reúne con sus fieles y algunas veces va a comer a sus casas. El día miércoles realiza charlas a una nutrida concurrencia, generalmente joven, que acude a escucharlo hasta el templo de Providencia.

Tal como en sus inicios en la parroquia El Bosque, Karadima vive en la residencia diocesana de Eliodoro Yáñez junto a cuatro religiosos. Hasta ahí llegaron también varios de sus amigos y colaboradores que creen en su inocencia. En su círculo cercano dicen que éste será su refugio en los próximos días tras la denuncia en su contra.

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