Por Natalia Cabrera R. Marzo 13, 2010

© Juan Pablo Sierra

Este miércoles el arquitecto Pablo Allard llegó a las 4.30 de la madrugada a Santiago. Venía de un recorrido por las zonas de la VII Región más afectadas por el terremoto. En menos de 48 horas visitó toda la costa maulina. Así es su rutina desde que, hace unos días, la ministra de Vivienda  Magdalena Matte lo llamó para que fuera uno de los tres coordinadores de la Dirección de Reconstrucción Nacional, instancia que debe hacer un diagnóstico de la magnitud del daño provocado por el sismo y ver la mejor solución para quienes perdieron sus viviendas.

-Como urbanista, ¿cuál fue la imagen que más le impactó tras el terremoto?

-Lo más estremecedor para mí han sido las consecuencias del tsunami. Pese a haber estado en Chaitén tras la erupción del volcán y de haber vivido en Estados Unidos para los atentados del 11 de septiembre, nunca había visto algo como lo que sucedió en los pueblos costeros de la Séptima y Octava región. Es sobrecogedor ver la modificación del territorio, masas de árboles que se confunden con fierros retorcidos de vehículos, casas que se trasladaron cientos de metros, basura, escombros. Eso me superó.

-¿Qué le provocó la imagen de un edificio nuevo como el Alto Río en Concepción, que prácticamente se partió por la mitad?

-Lamentable. Eso no debiera pasar y se tendrán que determinar las responsabilidades legales y criminales. A mí me parece que puede ser un problema de mecánica de suelo o de un esfuerzo de corte muy fuerte que se dio en el primer piso, porque es muy raro que un edificio caiga hacia un solo lado. En todo caso, se trata de un caso puntual.

-Pero no es la única situación grave. En Santiago hay versiones que estiman en 30 los edificios con riesgo de derrumbe.

-Existe una opinión crítica respecto a ciertas edificaciones de data reciente, pero dada la magnitud del sismo pienso que las construcciones de los últimos 30 años respondieron bastante bien. Se habla de una treintena de edificios en el área metropolitana que podrían demolerse. Pero hasta ahora, lo que yo sé es que el único que colapsó fue el edificio de Concepción. Por lo tanto, todos los otros cumplieron con la norma antisísmica, que establece que las estructuras deben diseñarse para no colapsar y que no muera gente adentro. Lo que sí tenemos que ver es cómo mejorar las herramientas de fiscalización.

-¿La actual norma antisísmica es entonces suficiente para enfrentar un nuevo terremoto en el futuro?

-Probablemente habrá un escrutinio mayor en ciertas condiciones de la norma. Sin embargo, el mayor daño lo sufrieron los cascos antiguos de las ciudades, donde existían casas construidas con anterioridad a que entrara en vigencia esta norma antisísmica.

-¿Cómo evalúa que en Ñuñoa exista un número considerable de edificios con daños estructurales?

-Ñuñoa ha vivido un fuerte boom inmobiliario. La cantidad de inmuebles construidos en el último tiempo es superior a otras comunas de Santiago. Está más expuesta a que sus edificaciones de altura, construidas en plazos y con estándares no necesariamente adecuados, tengan problemas. Existen responsabilidades civiles y penales que se deben investigar, pero es un caso particular.

Un aeropuerto internacional, que es la principal puerta de entrada a un país, no puede sufrir daños que afecten su operación. Tampoco los hospitales o escuelas. Por eso, sus normas de resistencia deben ser mayores.

-Pero el edificio Emerald corre peligro de derrumbe...

-Sí, está con un daño que hace prácticamente imposible que vuelva a ser habitado. Lo más probable es que sea derrumbado. Pero hay otros que sí se pueden reparar.

-¿Dónde está la mayor responsabilidad: en las autoridades, las constructoras, las inmobiliarias?

-En este caso, vendría a ser la inmobiliaria, el arquitecto, el calculista, el revisor externo, los que pusieron su firma. Los municipios tienen capacidad de fiscalización, pero no poseen un ejército de ingenieros estructurales revisando cada uno de los cientos de edificios que se construyen en su comuna. Este terremoto deja una lección muy importante: si vamos a dejar la regulación en manos de los responsables de las construcciones, se debe ser mucho más riguroso en el autocontrol y las penas tendrán que ser significativas.

-Que en Ñuñoa o Santiago haya más construcciones dañadas que la media, ¿no hace más responsables a las autoridades de la comuna?

-Decir que un municipio ha sido laxo en fiscalizar las normas me parece un poco temerario. Claramente requieren más capacidad de fiscalización, pero el daño producido es culpa del sismo, no de los gobiernos comunales. No hay que olvidar que fue un terremoto 8,8 en Escala Richer. Tampoco podemos pretender hacer la norma mucho más exigente, porque encarecerá el precio de las construcciones. ¿Qué hacer? Fomentar la investigación de nuevas tecnologías de construcción antisísmica que permitan a futuro, sin aumentar los costos, que los edificios sean más resistentes. Chile es un país líder en ello.

-Los daños sufridos en las estructuras viales, ¿son normales para un terremoto de esta magnitud?

-Hablemos de las autopistas concesionadas. Se presentaron daños significativos en obras medianamente nuevas. Habrá que esperar las evaluaciones y estudios para ver qué falló. Si es culpa de las concesionarias o del MOP.

La reconstrucción según Allard

-Algunos símbolos del Chile más moderno, como el aeropuerto y la Ciudad Empresarial, sufrieron daños muy graves. ¿Qué le parece?

-Un aeropuerto internacional, que es la principal puerta de entrada a un país, no puede sufrir daños que afecten su operación. Tampoco los hospitales o escuelas. Por eso, sus normas de resistencia deben ser mayores. El principal aeropuerto de la capital no estuvo a la altura de lo esperado. Con respecto a la Ciudad Empresarial, creo que hay un problema con el tipo de suelo.

-La ministra Poblete dijo que en viviendas sociales hubo daños menores, por lo que este aspecto salió bien evaluado. ¿Comparte esta opinión?

-Sí. Hay casos puntuales graves, pero son marginales respecto al total de la vivienda social. La que se ha construido en los últimos 30 años no sufrió mayor daño. Tiene que ver con la política habitacional de un nivel de Estado.

-Respecto a Concepción, ¿cuál es su análisis preliminar de lo que allí ocurrió?

-Concepción está sobre un humedal, un suelo que tiene un comportamiento muy especial ante un sismo. Probablemente por esto se generó mucho más daño que en otras localidades más cercanas al epicentro. Lo que hay que hacer allí es que en el proceso de reconstrucción se consideren los resguardos estructurales para que las edificaciones que puedan repararse no colapsen de nuevo. Y, por otro lado, que todas las nuevas construcciones se hagan siguiendo los criterios necesarios para que este tipo de problema no se repita.

En el borde

-¿Es posible volver a construir casas en el borde costero arrasado por el tsunami?

-Sí, por supuesto. Pero los riesgos naturales, como tsunamis, derrumbes o aluviones, tienen que ser considerados al momento de permitir habitar en esos terrenos. Lamentablemente, la gran mayoría de las ciudades chilenas no tenían esos estudios antes de construirse.

Se habla del orden de 250 a 350 mil viviendas destruidas, pero no sería raro que este número baje. Ahora viene el catastro Delta, que se hace con instituciones técnicas que determinan que muchos inmuebles sí se pueden reparar.

-¿En qué zonas afectadas por el tsunami ve más complicado que la gente pueda reinstalarse?

-En los puntos donde la geografía cambió, en las desembocaduras de esteros o ríos. Pero habrá que verlo caso a caso. Creo que serán muy pocas la situaciones en que no se pueda regresar a reconstruir. Eso esperamos.

-En los casos en que las personas tengan que desplazarse, ¿qué pasará con el tema de la propiedad? Muchos vivían de allegados o en tomas de terreno...

-Soy urbanista, no abogado. Pero creo que habrá muchos casos donde se producirán problemas de saneamiento de títulos y de propiedad que se irán resolviendo con el tiempo.

La reconstrucción

-¿Existe certeza sobre el número de inmuebles devastados?

-Hoy, preliminarmente, se habla del orden de 250 a 350 mil viviendas destruidas, pero no sería raro que este número baje. Porque ahora viene el catastro Delta, que se hace con instituciones técnicas que evalúan con más detalle y determinan que muchas viviendas destruidas se pueden reparar. Este catastro debiera estar en unos días más.

-¿Cómo se va a enfrentar la situación de aquellas familias que perdieron su casa?

-Va a haber un abanico de subsidios que dependerá de las circunstancias de cada damnificado y de su situación económica. La ayuda puede ir desde la entrega de una vivienda temporal hasta la asignación de un subsidio para relocalizarse en una vivienda definitiva o reconstruir sus inmuebles.

-Una de las críticas más fuertes que se ha hecho a los gobiernos concertacionistas es ofrecer medidas de "parche" para enfrentar el déficit habitacional. ¿No teme que el gobierno de Piñera pueda ser mal evaluado en este mismo sentido?

-En este caso, reconociendo que es un terremoto de la clase media, se ofrecerá un abanico de soluciones de acuerdo a las necesidades de cada familia. Puede que muchas prefieran arrendar o se vayan a vivir con familiares. Otras querrán una mediagua mientras se reconstruye su casa definitiva. Lo importante es precisar que la mediagua es para responder a la emergencia.

-Respecto a los costos, se ha hablado de cerca de US$6 mil millones sólo para reconstrucción de viviendas...

-La cifra exacta de cuánto se necesitará va a depender del catastro definitivo. Una vez que se tenga el detalle del número y magnitud del daño de cada vivienda, se podrá definir el monto necesario.

-Estamos hablando de un monto alto, ¿de dónde se sacarán los recursos dado que existe un déficit fiscal importante?

-Tengo entendido que se están evaluando distintos escenarios. El país tiene reservas o se puede pedir un crédito. Habrá que ver cuál medida impacta lo menos posible los planes de crecimiento. En todo caso, nuestro trabajo de reconstrucción será una conjunción entre sociedad civil, gobierno y empresa privada. Todas aquellas personas con capacidades y talentos van a estar involucradas. Ahí se verá desde dónde y cómo. Las redes sociales, las oficinas particulares van a estar involucradas de alguna forma a partir de licitaciones de estudio, consultoría y trabajo directo con las comunidades. Hay que responder a la emergencia y repotenciar las zonas devastadas. Eso es una oportunidad y un desafío.

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