Por José Manuel Simián Noviembre 8, 2012

En el principio, Aire de Dylan de Enrique Vila-Matas es un relato más bien convencional. El escritor barcelonés que oficia de narrador es invitado a un oscuro congreso sobre el fracaso en Suiza. Accede de poca gana, pero el viaje parece cobrar sentido cuando se cruza con Vilnius, un fracasado cineasta que ha venido en representación de su padre, recientemente fallecido, con el objeto de fracasar con su intervención. Naturalmente, sucede lo contrario (fracasa en su fracaso), y entre él y el narrador surge una relación, un diálogo de padre e hijo. Y desde ese cruce Vila-Matas comienza a hacer lo suyo, construyendo a partir de referencias literarias (Hamlet), cinematográficas (la búsqueda de la verdad sobre una supuesta frase de Fitzgerald en un guión hollywoodense) y musicales una reflexión sobre la identidad, un baile en que todos son un poco el otro, y donde Vilnius debe luchar con dos maldiciones: no ser su padre y parecerse demasiado a un joven Bob Dylan. Es decir, ser para el mundo una referencia antes que otra cosa. Por ello, de las infinitas referencias del libro quizás la más importante sea una línea tomada de la película Pat Garrett & Billy the Kid, donde Dylan interpretaba a Alias: “¿Que quién soy? Ésa es una buena pregunta”.

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