Por Carlos Reyes M. Febrero 24, 2017

El Plateao. El Morro
s/n, Bahía Inglesa, Caldera.
Tel. 998260007.

Coral de Bahía. El Morro
s/n, Bahía Inglesa,
Caldera. Tel. 522319160.

Punto de Referencia.
Vallenar 595, Bahía Inglesa,
Caldera. Tel. 982988242.

Morro Bahía.
Playa Bahía Inglesa, s/n.

El Domo.
El Morro s/n, Bahía Inglesa,
Caldera. Tel. 522316168.

En la cocina costera chilena, con más o menos matices, lucen cuatro ejes: los caldos, las frituras, los chupes y la sempiterna (y a veces aburrida) plancha. Por eso cuando en el balneario modelo de la Atacama turística, Bahía Inglesa, aparece un puñado de sitios con un repertorio distinto de salsas, fritos y sobre todo salteados, el aire fresco se goza. Pasa en lugares como El Plateao, donde aparte de su singular terraza desfilan cebiches estilo ecuatoriano, también versiones de la casa, pulpos al olivo y sancochos de pescado
($ 10.000) con salsas de picor atomatado. Su buen servicio completa la experiencia.

Una frecuencia parecida tiene Coral de Bahía, hotel familiar con una deliciosa terraza. Hay pulpos que se apanan en chuño y se fríen, dejando una costra seca y crocante que acentúa el sabor de una carne blanda y de frescor local. Ofrece tártaros marinos con toques de mostaza, escabeches de pescado o generosos Locos al pilpil ($ 12.000), dentro de una carta casi inabarcable. La línea de los salteados sigue en lugares quizá menos vanguardistas como Punto de Referencia, sencillo espacio a pasos de la línea costera, donde un pescado con toques peruano-orientales ($ 10.000) puede servir para dos personas sin problemas.

Salsas con ají amarillo, tomate, ajo, jengibre, aplicados a dorados, rollizos, pulpos o locos generosos en tamaño. También figura la sencillez extrema, como la del jugo de limón puesto sobre los ostiones criados a orilla de playa de Morro Bahía ($ 3.500 la media docena). La despensa es amplia y da para jugar, como en El Domo, donde un cebiche ($ 12.000) puede llevar pulpo, ostiones y trozos de la pesca del día, todo de una sola vez. Otro ejemplo de cocinas coloridas y salerosas, que ayudan a mostrar que otra comida es posible, mirando el sabor del Pacífico con ojos lúdicos.

Y un detalle no menor: todos abren durante el año.

 

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