Por Evelyn Erlij Diciembre 2, 2016

Zappa en sus propias palabras

“Creo que nadie ha visto al Frank Zappa real, porque ser entrevistado es una de las cosas más anormales que se le puede hacer a alguien”, dice el músico estadounidense en una secuencia de este notable documental, montado, justamente, sólo a partir de entrevistas. Porque nada de lo que cualquiera pueda decir sobre él supera la genialidad de sus palabras: Zappa era un compositor prodigioso que fundió rock, jazz y música clásica, pero también era un letrista y orador punzante.  La película recorre su lucha contra las grandes discográficas, su crítica a las ideologías, su cargo de asesor cultural en Checoslovaquia y la batalla que dio contra la censura a la música impuesta en la era Reagan, una “teocracia fascista”, según él, que combatió con sus letras explosivas.

“Frank  Zappa: Eat that  question”, de Thorsten Schütte  (Francia).

El baile de la liberación

Los años 80 en Estados Unidos fueron un réquiem para la revolución sexual: Reagan combatió la pornografía, el sida aterró a las masas y el péndulo de la moral retrocedió. En 1984, en la época en que se hablaba del virus como una plaga bíblica, Madonna rompía tabús y cantaba sobre sexo premarital en “Like a Virgin”.

Pero no fue hasta 1990 que se convirtió en un ícono de la cultura gay, cuando reclutó a siete esbeltos bailarines para su gira Blond Ambition World Tour, con los que instaló a nivel mainstream el tema de la homosexualidad. 25 años más tarde, dos cineastas van tras la pista de estos hombres. Pero no todo fue gloria: de ser las efigies homoeróticas del video de “Vogue” pasaron a ser víctimas de las drogas, del VIH y del olvido.

“Strike a Pose”, de Ester Gould  y Reijer Zwaan (Bélgica/Holanda).

Los sonidos del exilio

Rodrigo González es bajista de Die Ärzte, una banda legendaria del punk alemán, pero la música que escuchó durante su infancia venía de otro género y otro país: Quilapayún, Inti-Illimani, Violeta Parra, Víctor Jara. El músico, hijo de exiliados en Hamburgo, viaja a Chile para reencontrarse con algunos autores del soundtrack de su juventud, como Eduardo Yáñez y Eduardo Carrasco, de Quilapayún, y para rastrear las huellas de esa música popular y combativa en las nuevas generaciones de artistas, entre ellos Camila Moreno, Chinoy y Aldo “el Macha” Asenjo.

Alemán en Chile y chileno en Alemania, González rescata en este viaje la influencia de la Nueva Canción Chilena en la escena musical actual, pero a nivel personal reafirma lo que Eduardo Carrasco llama “la sabiduría que da el exilio”: que en el destierro se descubre que el ser humano puede pertenecer a distintas partes.

“El viaje”, de Nahuel López (Alemania/Chile).

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