Por Marisol García Septiembre 9, 2016

“Suite para piano y pulso velado”, de Luciano Supervielle.

Las visitas de Luciano Supervielle a Santiago han sido hasta ahora injustamente discretas. Como tecladista/programador asociado de Jorge Drexler en al menos tres ocasiones, como DJ de Bajofondo Tango Club otra vez; lo cierto es que el franco-uruguayo ha sido un acompañante de estrellas que merecería ya un trato de solista escénico con aplausos sólo para él. Quizás a la agenda local pueda intimidarle un autor y productor joven que ha decidido funcionar a solas por fuera de las pautas de la cantautoría.

Supervielle es un pianista con inquietudes electrónicas y expresión suficiente en lo instrumental. Su discografía —de tres títulos hasta ahora— es una invitación de desafiante articulación cosmopolita, que integra a su gusto por el hip-hop y las secuencias programadas los ecos rioplatenses heredados por genética y cultivados por brillantes asociaciones.

El nuevo Suite para piano y pulso velado se apoya fundamentalmente en el piano, y en la técnica cultivada desde antes de su adolescencia, pero permite también ciertos adornos salidos de un computador, que van marcando un ritmo personal y de sugerentes énfasis emocionales. Es música reconocible por su flujo, por sus referencias, por un pulso hipnótico, que se hace familiar segundos después de haber largado.

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