Por Antonio Díaz Oliva Julio 15, 2016

Dice la ya manoseada sentencia de Tolstoi que “todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”. Bloodline —la serie de Netflix que este año estrenó segunda temporada— tiene algo de eso: de cómo los Rayburn pasan de ser una familia genéricamente feliz a convertirse en una familia particularmente infeliz. Y es cierto: a ratos la serie se excede en el suspenso y drama, pero se agradece que instale dudas incómodas (¿puede la familia tirarte para abajo?), así como que tenga a Linda Cardellini en su elenco. Y para los que viven en y de las series, claro, no es la primera vez que probablemente se topan con Cardellini. Ahí está la serie de culto Freaks and Geeks, donde el personaje de Linda deja de ser la matea para juntarse con los nerds y punks; o su aparición en Mad Men como la sometida y discreta vecina de Don Draper (con quien por supuesto tiene un affaire) en la sexta temporada; o en Bloodline, de nuevo, como Meg Rayburn, la atractiva hija e inmoral abogada de esta familia, que está dispuesta a todo con tal de salvar lo poco de reputación que les va quedando a los Rayburn.

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