Por Marisol García Mayo 6, 2016

La producción de documentales sobre música y/o músicos no es todavía lo bastante holgada en Chile como para determinar clasificaciones concluyentes, pero entre sus rasgos se ha repetido el de considerar al entusiasmo como medida suficiente para dirigir el trabajo. Más que narradores, quienes nos cuentan en pantalla el trayecto de bandas o solistas activos en el país parecen muchas veces más bien fans que filman, cegados ante la exigencia básica de todo buen documental de ordenar un arco de experiencias que cautive por su historia, más allá del anecdotario y las cuñas de opinantes varios frente a la cámara.

Entre las excepciones —que las hay (Los Blue Splendor, Malditos, Los Rockers: Rebelde rock and roll)— puede incluirse el primer documental sobre Quilapayún, en salas desde esta semana. Los cincuenta años de trabajo del conjunto y su relevante papel en la bisagra que une a los dos países que quedaron en Chile antes y después del golpe de Estado convertían al relato épico, abarcador y minuciosamente biográfico en una opción entendible, pero el director Jorge Leiva (Actores secundarios, Ángeles Negros) asumió esa significación como algo dado, probablemente ya sabido, para elegir en cambio sostener el presente de sus integrantes (fundadores o no), con toda la carga acumulada desde los tiempos de la Nueva Canción Chilena hasta hoy. El pasado en ellos es presente, por supuesto, y el documental no deja de abordar sus años de militancia, su amistad con Víctor Jara y su exilio forzado en París, pero el tono es siempre más de análisis que de simple recuerdo, como cuando se revisan lecciones aprendidas. Es particularmente interesante cómo explican los músicos la relación con su retorno al país en democracia, y acaso una de las deudas del filme esté en no haber registrado con más agudeza la autocrítica generacional que pueda caberles en ese contraste. Quilapayún, más allá de la canción es el tipo de relato que podría convivir con otras muchas aproximaciones biográficas a la historia del grupo, pues elige a propósito el detalle de ciertos pliegues de un abanico mayor. Acaso ningún conjunto surgido en Chile haya estado tan vinculado como este a una experiencia política, y por eso su andar es, también, el de una generación.

“Quilapayún, más allá de la canción”, de Jorge Leiva.

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