Por Alejandra Costamagna Marzo 11, 2015

El verdadero tema de Otelo, para Jaime Lorca, es la violencia contra la mujer. No los celos, como solemos pensar. Esa idea llevó el ex integrante del grupo La Troppa y actual director de la compañía Viajeinmóvil a desarrollar una particular versión de la obra de Shakespeare que mezcla seres humanos y muñecos. El montaje ha girado con éxito por festivales internacionales y hoy vuelve a la cartelera santiaguina en una breve temporada. El énfasis del Otelo de Lorca está puesto en la agresión contra Desdémona, la esposa del general Otelo calumniada por el alférez Yago. Pero también en la violencia ejercida contra Emilia, la empleada de Desdémona y esposa del cizañero Yago. “¡Puta traidora!”, escucharemos  salir de las bocas de Otelo y Yago para referirse, en distintos momentos, a Desdémona y Emilia. Éste es un montaje fresco, lleno de pliegues, con balanceos dramáticos que van de la crónica roja al humor negro, y que en su mezcla de objetos, marionetas, trozos de maniquíes y humanos invita a un vertiginoso juego de desdoblamientos.

Lorca intenta sacar a Shakespeare del museo sagrado para acercarlo a la actualidad y recuperar su carácter popular. Lo interesante es que la tragedia no pierde ni un milímetro de su espesor: esto es Shakespeare vivo, a la vena. Sólo que esa vena, a veces, se acerca al melodrama pasional y nos lleva derecho a la intimidad. Entonces nos parece estar viendo una telenovela. Y los crímenes nos divierten y dejamos el espanto a un lado para reírnos del mismo espanto. Y lo que vemos al final es la forma en que los clásicos son clásicos al modo de Calvino: Otelo como una obra abierta que no termina nunca de decir lo que tiene que decir.

“Otelo”: hasta el 11 de abril, en Sala Mori Vitacura.

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