Por Diego Zúñiga Febrero 25, 2015

Instagram puede ser -lo sabemos- un lugar insoportable, esnob, pretencioso, falso, intolerable a ratos: demasiada gente bella, demasiados viajes, demasiadas comidas sofisticadas, demasiados filtros para vidas que no son tan especiales, en realidad. Pero a veces Instagram se convierte en otra cosa: un diario de vida, el registro de un proceso que desconocíamos, imágenes pequeñas y fugaces que nos hablan de aquello que ignoramos. Por ejemplo, cuando empezamos a seguir el Instagram de Julieta Venegas -julietavenegasp- y nos enteramos de que terminó de escribir sus nuevas canciones y que está empezando a grabar su nuevo disco. Pero si uno se pone a revisar su cuenta, descubre otras cosas; entre ellas, que Venegas es una lectora ejemplar, de esas que aún leen y se maravillan con las novelas de Robert Walser o con la poesía de Fernando Pessoa. Una lectora que entre viajes y grabaciones, entre fotos con Gepe y Javiera Mena, sube alguna imagen con sus lecturas del momento: una torre de libros que le sirven de inspiración, cuenta ella, para escribir sus letras, que la acompañan. Libros de Gabriela Mistral y de Proust, libros de Octavio Paz y de Juan Villoro. Lecturas diversas. Lecturas cuidadas. Lecturas jóvenes, también, pues no deja de recomendar a la excelente Brenda Lozano o Canción de tumba, de Julián Herbert. Y entonces así nos vamos obsesionando con su Instagram, esperando más fotos y, sin darnos cuenta, también, de alguna u otra forma, nos vamos enamorando. Porque está claro que no hay nada más hermoso que una mujer que lee, ¿cierto?

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