Por Antonio Díaz Oliva Diciembre 10, 2014

Hace un tiempo que ciertas ficciones en América Latina -y acá se puede pensar en novelas de Horacio Castellanos Moya y Germán Marín, entre otros- han investigado lo que, podríamos llamar, son los seres parasitarios de la sociedad moderna. Esos ex soldados que devienen en guardaespaldas, militares de gobiernos de derecha y dictatoriales que encuentran una nueva vida en el narcotráfico, o tipos a los cuales les pagan para que ajusten cuentas.

Zurdo, la microserie a cargo de Pablo Cerda (quien hace un tiempo deslumbró con su filme Educación física), parece ir por esa misma línea. Seguimos la historia de Gonzalo (Luis Corvalán), un tipo en sus 39 que estudió Auditoría pero que no ejerce; ahora gana dinero pegándole a la gente, aunque eso a su polola (Macarena Teke) no le guste mucho: “Tení 39, es supercuma agarrarse en la calle”. Tal como el personaje de la novela de Germán Marín, El Guarén (pero sin la carga política), en Zurdo el protagonista vive una no-vida: Gonzalo está más a gusto en la noche santiaguina que en el día, en su departamento parece siempre haber fiesta y desorden, la soledad le acomoda más que la vida en pareja y, pese a que tiene problemas morales, no le importa salir a pegar combos mientras la paga sea buena. Breve y ágil, Zurdo es además una serie que, como pocas hasta el momento, se aproxima a la inmigración, que le está dando una nueva cara a Santiago (con el personaje de Fergie Kispers). También, es una prueba de que es posible crear pequeñas narrativas que enganchan (cada capítulo dura entre seis y ocho minutos), y que internet, en ese sentido, es un terreno con proyección para el despliegue de más ficciones locales.

“Zurdo”. En www.ln-play.com

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