Por Gonzalo Maier Noviembre 20, 2014

La fidelidad teñida de opereta, los besos traicioneros, las promesas de caballeros antiguos: los mafiosos tienen un Manual de Carreño rígido y entrañable que, con un poco de suerte, se transforma en un caldo de cultivo para buenas series. Gomorra, por cierto, es una de ellas. Y hay muertos, claro, y venganzas desmesuradas y maquinaciones dignas del mejor capítulo de House of Cards y hasta una vocación antropológica que invita a entender un poco la vida en Scampia, el barrio de Nápoles donde sólo entran los valientes. Machista, racista,  violenta y predemocrática, la serie son doce capítulos en la vida de la familia Savastano, dueña de un pedazo de la ciudad y de esa parsimonia curiosa que sólo conocen quienes se saben dueños del fundo. Cada capítulo, por cierto, se arma en torno a algún detalle abordado en el libro Gomorra, la famosa investigación de Roberto Saviano, pero el argumento en realidad gira en torno a Genny, el inútil heredero del clan. Vista con distancia, puede que Gomorra sea una reflexión sobre la violencia y el modo en que las nuevas generaciones se alejan de los viejos códigos, aunque de seguro -y más allá del reguetón y los videojuegos- esas tensiones han existido siempre. De lo mejor del año.

“Gomorra”. En Canal Max.

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