Por Pablo Illanes Mayo 7, 2010

Ryan Murphy es el creador de Nip/Tuck, una de las series más perversas y devastadoras de la década. Pero también se le ocurrió hacer Glee, una inteligente "dramedia" musical donde el baile y la coreografía son las herramientas para contar una historia adolescente sobre tolerancia, discriminación y descubrimiento sexual. A estas alturas ya sabemos que Glee es el grupo de baile y canto de un colegio gringo, un grupo no muy popular al que lentamente fueron cayendo los miembros del equipo de fútbol y las porristas. Glee interrumpió sus emisiones para volver a las pantallas hace unas semanas. Lo hizo con sorprendentes resultados de audiencia y todo gracias a un detalle no menor: Madonna cedió los derechos de todas sus canciones para un capítulo especial. El resultado no sólo es un inteligente golpe de marketing, además le sirvió a Murphy (que también escribió el episodio) para esbozar un capítulo vertiginoso donde cada una de las tramas se quebró para comenzar de nuevo. Hubo una secuencia musical de antología, con la malvada Sue Sylvester (la extraordinaria Jane Lynch) cantando "Vogue", y la incorporación de un personaje controvertido, el maquiavélico y talentoso nuevo enamorado de Rachel, Jesse St. James (Jonathan Groff). Una vez más se reveló la premisa de la serie, un mensaje de tolerancia, en este caso, sexual. En la transformación de los personajes, se utiliza la imagen de Madonna para narrar las diferencias de género, la posibilidad del cambio y la lucha constante por conseguir los objetivos sin importar el precio. En una secuencia del comienzo, Finn y Rachel, los vírgenes protagonistas románticos, cantan un mash-up (como el profe le llama al remix de una o más canciones) de "Borderline" y "Open your heart" mientras recorren los pasillos del colegio. Entre los alumnos podemos ver algunos de ellos disfrazados de distintas Madonnas: la de "Into the groove", la de "True blue", la de "Music". Miles de Madonnas distintas compartiendo el mismo espacio mientras los juveniles héroes se juran amor. Por eso Glee es un éxito, porque la música no es un pretexto ni un recurso, es una manera de decir lo que no pueden decir los personajes en su estado normal, una forma de contar la historia y, al mismo tiempo, de ocultarla.

* Escritor y guionista de "Dónde está Elisa?"

Relacionados