Por Gonzalo Maier Noviembre 7, 2009

Antes que nada tengo que avisar que soy un sentimental. Tal vez por eso, hace ya muchos años, cuando Fabián Casas escribió que echaba de menos a los grandes escritores -"Cortázar tiene razón. Quiero que vuelva. Que volvamos a tener escritores como él: certeros, comprometidos, hermosos, siempre jóvenes, cultos, generosos, bocones"-, me conmoví y le encontré razón. Después, gracias a una bibliotecaria generosa, tuve en mis manos nueve libros firmados por ese tal Fabián Casas. Y ahí vi la luz. Ahora quiero que una bomba los borre a todos y que los escritores siempre sean como Casas, que uno sepa que además de buenos escritores también son buenas personas, tipos corrientes, enamorados, aterrados por la muerte y preocupados del fútbol. Porque los escritores -si es que hay alguien que no lo sepa- suelen ser particularmente desagradables y ególatras.

Casas, además de ser dueño de una poesía entrañable, es karateca, ensayista, fanático de San Lorenzo de Almagro y una de las cabezas más hermosas de la poesía argentina de los 90. Casas, que también ha sido periodista en El Gráfico y en Clarín, publica en libros de pocas páginas que muchas veces son difíciles de conseguir, pero que una tropa de fanáticos siempre muerde con los dientes afilados. Casas, para los que no sepan, suena más o menos así: "Entonces salí al pasillo para tirar la basura/ y detrás de mí, por una correntada,/ la puerta se cerró./ Quedé sin llaves y a oscuras/ sintiendo las voces de mis vecinos/ a través de sus puertas./ Es transitorio, me dije;/ pero así también podría ser la muerte:/ un pasillo oscuro,/ una puerta cerrada con la llave adentro/ la basura en la mano".

Cómo decir Buenos Aires en coreano

Viendo el vaso medio lleno, la argentina Beatriz Sarlo ha sido una de las lectoras más lúcidas de la posmodernidad latinoamericana y, de paso, una de esas ensayistas que de tan puntudas a ratos dan ganas de aplaudir. Viendo ahora el vaso medio vacío, es cierto que ya no alcanza las cumbres a las que llegó con sus textos en los años 90, pero La ciudad vista es un libro perfecto para estos días en que Argentina protagoniza la Feria del Libro. A medio camino entre el libro de viajes, el ensayo urbanístico y la disección sociológica, Sarlo muestra ese Buenos Aires del siglo XXI en donde los inmigrantes coreanos vinieron a reemplazar a los italianos, y en el que la crisis de 2001 está lejos de ser un recuerdo. Ensayando sobre la epidemia de los malls o "la ciudad de los pobres", Sarlo desgrana una ciudad invisible repleta de citas literarias que no hacen más que confirmar que la capital argentina sigue viva y que la misma Sarlo aún puede poner el dedo precisamente ahí, en donde molesta. Siglo XXI Editores. $10.100.

Estación Mapocho. 11 y 12 de noviembre.

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