Por Verónica Marinao Noviembre 7, 2009

La idea es prometedora. Durante la Independencia un grupo de realistas es capturado por el ejército patriota. O'Higgins les ofrece recuperar su libertad a cambio de que hagan una obra de teatro.  Hasta aquí, Libres, la Copia Feliz del Edén, proyecto bicentenario dirigido por Francisco Melo, suena bien, sobre todo por la intención de mostrar el arte como un ente liberador.

Aunque la dramaturgia "en equipo" es un ejercicio riesgoso, tres autores (Francisco Albornoz, Andrés Kalawski y Luis Barrales) se atrevieron a escribir un texto a seis manos. Pero más allá de la valentía, no lograron dar una unidad y coherencia al relato. Si a eso se suma una dirección fluctuante, el resultado es disperso.

El discurso contra la opresión que lanza el personaje mapuche es lo más interesante (por lo contingente y certero), pero como la obra no tiene el norte claro, esas críticas sociales -que podrían ser feroces- se diluyen. Hay momentos en que los actores teorizan acerca del "espectáculo" en cuestión, pero esta idea de reflexionar sobre el teatro se vuelve tediosamente literal y, lo que es peor, muy didáctica. Ya era ambicioso y titánico tratar de reflexionar sobre nuestra historia e identidad; sumar a eso teorías sobre el arte escénico fue, sin duda, querer abarcar demasiado.

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