Por Evelyn Erlij Diciembre 23, 2014

Todo empezó bien. En enero, los cineastas Sebastián Silva y Alejandro Fernández fueron premiados en Sundance; Matar a un hombre -la cinta de este último- fue elogiada en la prensa mundial, y aunque no fue preseleccionada para el Oscar, fue la más aplaudida por la crítica chilena. El Gran Circo Pobre de Timoteo (Lorena Giachino) y Volantín Cortao (Diego Ayala y Aníbal Jofré) fueron dos buenas sorpresas de la cartelera. Todo empezó bien. Y es cierto: fue un gran año para el cine chileno si se considera que en 2014 se estrenó  un 50% más de películas que en 2013. La cifra es inédita, el récord es histórico; nunca hubo tantos filmes nacionales en salas, pero hay algo que aún no funciona: la cifra de espectadores bajó casi en un millón de personas con respecto a 2013, y el promedio de público es el más bajo del siglo. Tampoco hubo algo similar al fenómeno de Gloria (144.603 espectadores, el cuarto filme más visto de 2013), y lo más cercano a una película de autor con cierto éxito fue La danza de la realidad, de Alejandro Jodorowsky (33.096 espectadores). Pudo haber sido un gran año, pero el problema sigue ahí: el cine chileno llega a más salas, pero no llega a más público.

(Fuente: Consultora 8a / Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Las cifras de 2014 equivalen al consumo hasta el 10 de diciembre)

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