Por Diego Zúñiga Mayo 17, 2012

“Todo lo que vivimos lo vivimos/ ya a los diez años más intensamente”, escribe Enrique Lihn en uno de los mejores poemas de La pieza oscura, sin saber que muchos años después sus versos parecerán la frase perfecta para explicar una historia que se trata de eso: de una persona que antes de los 10 años ya sabía lo que iba a ser, como si esa persona -que es una mujer que se llama Trinidad González- fuera el reflejo perfecto de esos versos. 

Aunque en realidad, para ser exactos, Trinidad González - actriz, dramaturga, directora de teatro- tenía sólo nueve años cuando escribió en su diario de vida: “Mi gran sueño es ser actriz”. Y ese sueño, cuando ya tiene 39, se hizo realidad hace mucho rato, en el momento en que empezó a actuar y deslumbró a directores, críticos y colegas en los años 90, cuando fue parte de la compañía El Cancerbero. Pero el golpe vino después, más específicamente en 2006, junto a la compañía Teatro en el Blanco, cuando actuó en Neva y no se cansó de recibir buenas críticas y aplausos en todas las salas de teatro por donde circuló la obra. Salas chilenas, norteamericanas, italianas, coreanas, españolas. 

“A mí no me gusta cuando alguien dice: ‘Nosotros hacemos teatro político’, porque me parece que lo limita. A mí me gusta hablar del ser humano y su realidad. Y si voy a hacer eso, hablaré de política, obvio, pero me parece que las definiciones son estrechas. A mí me interesan las grandes y eternas preguntas”, dice Trinidad.

Y fue ahí, durante esos viajes, mientras empezaban a ensayar una nueva obra -Diciembre, que recibiría tan buenas críticas como Neva-, cuando pensó: lo hice. “Lo que deseaba a mis 9 años, lo que deseé después, cuando entré a estudiar a la escuela de Gustavo Meza, lo estoy viviendo -cuenta Trinidad-. Y me sentí orgullosa. Porque creo que no era accidental que estuviera ahí, no, creo que era el camino que yo construí”.

Y en eso ha creído siempre Trinidad: en que uno hace el camino, en que hay que trabajar, en que hay que tener pasión, porque si no nada tiene sentido.

Y ese trabajo y esa pasión ahora están centrados en un nuevo camino: La reunión, que significará su debut como dramaturga, y en la que además dirigirá a sus compañeros de Teatro en el Blanco: Paula Zúñiga, Jorge Becker y a Mariana Muñoz -quien se suma para reemplazarla a ella durante esta primera temporada en un pequeño papel-. Es decir, un nuevo camino que tuvo que empezar a construir luego de que Guillermo Calderón -el dramaturgo y director con el que habían trabajado en las dos obras anteriores- decidiera dejar la compañía para dedicarse a escribir y ella asumiera esta responsabilidad: la de reemplazar a uno de los mejores dramaturgos chilenos de la actualidad y estar a cargo de una obra que tendrá todas las luces encima, porque después de Neva y Diciembre, la vara que dejó Teatro en el Blanco es alta, muy, muy alta.

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Trinidad González estudió en la escuela de Gustavo Meza, a principio de los 90. Años después, se fue a Estados Unidos, donde estudiaría en Nueva York y California, y también a Italia. Porque la curiosidad de Trinidad -y los deseos por aprender y perfeccionarse- es algo que está siempre ahí, viva. Y es que ella habla así: como una obsesionada por su oficio. 

“Lo mejor de todo es que vi mucho teatro en Estados Unidos. Vi, por ejemplo, a la Pina Bausch por primera vez y fue una tremenda experiencia. Vi danza de Rusia, de Polonia, se me fue abriendo la cabeza. Ésa fue mi mayor escuela: ver y ver teatro. Además, me hice socia de una videoteca que tenía todas las películas del mundo. Ahí me convertí en fanática de Bergman -dice Trinidad y continúa-. Y también fue una gran experiencia cachar que el mundo es muy grande y que las prioridades cambian. O sea, cuando ves que está lleno de gente haciendo teatro, piensas en el mundo pequeño de la tele y de la fama, acá, y todo se ve tan absurdo y miserable”. 

Fue duro el regreso a Chile, eso sí. Volvió sin trabajo, sin mucho dinero y se sintió perdida. Además, descubrió que la gran mayoría de sus compañeros de generación se habían dedicado a trabajar en la televisión. Ese mundo en el que nunca ha querido entrar ella, aunque dice que le interesan las miniseries. De hecho participó en Algo habrán hecho, interpretando a  Inés de Suárez. Y también fue una de las protagonistas de la película Bonsái, de Cristián Jiménez. “Yo siento que la tele se comió a mi generación, por eso me siento más par de generaciones mucho más chicas. Mis amigos actores son personas 10 años menores, que tienen compañías y con quienes tengo puntos en común. Con ellos hablamos del oficio, pero también de política, porque sentimos que estas dos cosas están de la mano en lo que hacemos, iluminar lo que sucede, escarbar en las zonas donde uno no lo hace en su vida cotidiana, donde la sociedad no quiere hacerlo”, dice.

Iluminar los lugares oscuros, pero no caer en la obviedad: “A mí no me gusta cuando alguien dice: ‘Nosotros hacemos teatro político’, porque me parece que lo limita. A mí me gusta hablar del ser humano y su realidad. Y si voy a hacer eso, hablaré de política, obvio, pero me parece que las definiciones son estrechas. A mí me interesan las grandes y eternas preguntas”, dice.

 

Después de Diciembre

 

Y son ésas las preguntas que ha querido plantear en La reunión. Las grandes y eternas preguntas, pero en un momento determinado: en el descubrimiento de América, es decir, cuando comenzó nuestra historia. Cuando la reina Isabel la Católica mandó a detener a Cristóbal Colón, después de su tercer viaje, porque le habían llegado rumores de que era un tirano, de que había esclavizado a los indígenas, de que estaba corriendo demasiada sangre en esta tierra nueva.

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“Estábamos en Iquique, en enero del año pasado, montando Neva, cuando se me ocurrió la idea -cuenta Trinidad, sentada en el living de su casa, con Simón, de un mes y medio entre sus brazos, quien duerme-. Andábamos hace rato buscando qué hacer. Entonces, estábamos ensayando, cuando de repente les digo: ‘¿Les tinca Colón e Isabel la Católica?’. Y dijeron: Sí. Y ahí se empezó a armar todo”.

Lo que se armó fue una idea que se volvió concreta cuando Trinidad, un mes después, encerrada en un hotel de Liège, en Bélgica, poco antes de montar Neva, escribió la primera escena y se la leyó a Jorge Becker y ahí entendió que sí, que había una historia, así que le pidió tres meses a sus compañeros para escribir. Y cumplió.  A comienzos de junio se reunieron por primera vez, para luego empezar a ensayar en octubre, y hoy está a menos de una semana del estreno, que está enmarcado en el ciclo Teatro Hoy, de la Fundación Teatro a Mil, en coproducción con Teatro del Puente, donde se estrenará el 25 de mayo y estará en cartelera hasta el 15 de julio.

“La reunión” la han leído los actores y también los amigos de Trinidad, entre ellos Guillermo Calderón, a quien le envió las primeras escenas. “Me dijo que le gustaron mucho, así que me alegró”, cuenta ella.

“Han sido meses intensos, porque  además me embaracé de Simón -su primer hijo- en junio del año pasado, así que he estado en casi todos los ensayos, pero mi asistente de dirección -Tomás González, su hermano, quien está a cargo de la música y es parte de la compañía- ha sido increíble”, explica Trinidad, quien recuerda que antes de comenzar a escribir la obra leyó una biografía de Cristóbal Colón y se quedó pegada en una imagen: Colón regresando a España y llegando, apresado, ante la reina Isabel la Católica, llorando, de rodillas. “En la obra se vive un ajuste de cuentas, donde los dos se pasan la responsabilidad de lo que ha ocurrido en América”, agrega Trinidad, quien ve en esa historia la mayoría de los problemas que hay en la actualidad. “Escribí la obra mientras los estudiantes protestaban en las calles y pensaba en que los temas de la obra son esos: el abuso de poder, la arrogancia de los que gobiernan, las injusticias sociales, el resentimiento de las clases más pobres. Y también estaba sucediendo lo de Karadima, que también está relacionado, además del conflicto indígena”.

Los problemas en el origen de nuestra historia continental, los mismos que se viven hoy. De eso habla La reunión, donde Paula Zúñiga interpretará a la reina y Jorge Becker a Colón, y la idea, dice Trinidad, es que no parezca una historia de época, sino que sea lo más actual posible.

La obra la han leído los actores y también los amigos de Trinidad, entre ellos Guillermo Calderón,  a quien le envió las primeras escenas para que las leyera. “Me dijo que le gustaron mucho, así que me alegró. Yo me siento muy cercana en términos creativos a Guillermo. Estudiamos juntos afuera y siempre hemos tenido afinidad artística, referentes similares. Pero indudablemente que nuestros caracteres son distintos, así que imagino que habrá cosas en común en la obra y otras muy distintas”, dice Trinidad, quien por primera vez va a dirigir una obra propia -luego de haber dirigido Insomnio y Fiesta-. Sabe que esta vez, quizás, las cosas serán más difíciles. Sabe que están las sombras de Neva y Diciembre, y de Calderón, pero no tiene miedo. “Yo creo que una de las cosas que juegan a nuestro favor es que como grupo somos fuertes y no nos vamos a desmoronar porque alguien nos diga que la obra es mala -dice y agrega-: La salida de Guillermo fue súperdifícil, porque es un gran tipo, un gran amigo y gran creador, un gran escritor y director. Entonces su salida tuvo su momento de trauma, por supuesto, pero lo superamos y ahora logramos sacar este tercer trabajo. Estamos orgullosos”.

Trinidad sonríe, mientras mece a Simón, que acaba de despertarse. Y comienza a llorar. Así que ella se pone de pie y camina hacia su pieza para amamantarlo. No sabe si podrá estar en todas las funciones de esta primera temporada, acompañando al grupo. Pero dice que ellos la entienden, que son sus amigos y que sabe que lo harán bien. 

 

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