Por Alberto Fuguet* Febrero 29, 2012

Si un árbol cae en un bosque y nadie se entera, ¿de verdad se cayó? Si todos aquellos que admiran/fetichizan El Padrino nunca la han visto en el cine, sentados en una butaca con gente a su alrededor, ¿implica que nunca la han visto y que de alguna manera están mintiendo?

Claramente, no.

Por cierto que no.

¿Cuántos directores de cine, críticos o cinéfilos en general la han visto como se debe ver? O, si seguimos la pauta de los más ortodoxos (que sostienen que el cine se ve en el cine y todo lo demás son intentos, acercamientos, remedos), hay algo que no calza en el hecho que una de las películas más claves, alabadas y populares nunca ha sido vista en un cine por aquellos que la veneran, por todos aquellos que tienen un afiche de la película pegado en su casa o productora.

¿Cómo admirar algo que no se ha visto?

Es que es aquí donde se comprueba que, si bien la pantalla ancha es el formato ideal para una película, no es necesariamente el lugar desde donde se inicia la conquista del imaginario y del inconsciente colectivo. Es impresionante captar cómo El Padrino es parte de otras cintas y programas (Los Soprano, por cierto, y toda cinta de crimen organizado ligado a los inmigrantes: Caracortada, Buenos muchachos, Boardwalk Empire, Carlito's Way), pero también de sátiras y comerciales (Analízame o Un novato en la mafia, con el mismo Brando autoparodiándose). Es francamente alucinante comprobar cómo las frases-para-el-bronce emitidas por "la familia" se siguen usando por mafiosos de poca monta y hasta por empresarios y políticos ("manten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más"). Cuando Mike Patton se arrodilla en el Estadio Nacional y besa el anillo de Don Francisco y le dice "Don Corleone", todos entienden, aunque quizás nunca la han visto. En ese momento pop muchas líneas se cruzan, pero todas están unidas al hecho que un director indie como Coppola aceptó adaptar una novelilla best seller hace más de cuarenta años atrás.

¿Cómo se logra eso?

Si seguimos la pauta de los más ortodoxos (que sostienen que el cine se ve en el cine ), hay algo que no calza en el hecho que una de las películas más claves, alabadas y populares nunca ha sido vista en un cine por aquellos que la veneran.

Quizás el mismo Coppola intuyó que el medio natural de su saga era, en efecto, la televisión y, más precisamente, el cable: las maratones de El Padrino en AMC para el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos ya son una tradición. Pero tanto en el cable local como en otras señales de cable del mundo, a veces se lanzan a dar (sobre todo los fines de semana) las tres partes de El Padrino (cuyo metraje suma más de 9 horas) y las van repitiendo sin fin. Una vez me tocó estar en una casa en un pueblo universitario americano y, de pronto, alguien gritó: "¡Fredo!". Y bastó eso para que llegara gente a instalarse por horas a verla, comentarla y, claro, repetir los diálogos en voz alta.

Algunos sostienen que la primera vez que se exhibió El Padrino en Chile tenía un metraje menor; otros me dicen que eso no es así, que la censura tijereteó El Padrino II que lidiaba con Cuba y la revolución. Lo que sí es cierto es que hay una versión de las dos primeras que Coppola remontó para la televisión americana y que denominó The Godfather: a novel for television. Esa versión, montada en orden cronológico (la sección de De Niro de Parte 2 inicia la saga, quedando El Padrino I al medio) posee algunas escenas extras y los que la han visto sostienen que no funciona y destroza la poesía de la secuela, donde pasado y futuro conversan con la película fundacional. Esta versión sólo se emitió un par de veces a fines de los 70. Pero con la llegada al cable, la duración de las tres partes de El Padrino fue considerada una bendición más que un problema y, lo más probable es  que ahí, en la tele, más que en los DVD de colección, fue donde los Corleone pasaron a ser una suerte de parientes lejanos que toda familia desea en el fondo tener.

***

Yo nunca he visto El Padrino en un cine.

Nunca he tenido la suerte de verla en pantalla grande.

Era muy chico cuando debutó en las pantallas y, para su reestreno santiaguino, a fines de los 80, quizás estaba de viaje o haciendo otra cosa. Una de las gracias de El Padrino, la razón por la cual se alza como una cumbre en la cinematografía mundial (una cumbre quizás más alta que el del logo de la Paramount, el estudio que la financió) es que, más allá de ser un filme grandioso, es la primera parte de una trilogía no sólo mítica sino intachable. Es un filme que crece y mejora y, a pesar de aún no verla en grande, la volví a ver la semana pasada y es impresionante.

No pude esperar su inminente reestreno.

Ahora regresa.

Una oferta imposible de rechazar

Por algo, entonces, vuelve, aunque quizás nunca se ha ido. Pero estará en los cines y, sin ser adivino, es probable que uno de los grandes estrenos del 2012 será del año 1972.

El Padrino vuelve, sí. Se reestrena próximamente, el 8 de marzo, (ya lo hizo en Buenos Aires) en pantalla grande  y en cines muy distintos a los del año 1974, cuando hizo su debut santiaguino con dos años de atraso. Su regreso ahora es con Dolby y en full HD digital 2D para lucir la fotografía chiaroscura y cenital de Gordon Willis, el "príncipe de la oscuridad". La cinta -dicen quienes la han podido ver- no se ve perfecta. Las escenas muy oscuras denotan un cierto grano. Esto me atrae. En la era Instagram, creo, esta estética setentera real puede jugarle a su favor y la diferencia con sus "primos" en VHS, DVD y, ahora, la última reencarnación (la llamada "versión restaurada") en Blu-ray, nos brindará una sensación distinta, quizás el poder acceder a ella "por primera vez". El Padrino en pantalla grande, por lo tanto, a pesar de estar en digital, lucirá más celuloidico o fílmico de lo que estamos acostumbrados aquella inmensa mayoría que la ha visto muchas veces, pero siempre en pantallas que no superan el tamaño de los plasma y tienden a ser más bien televisores comunes y corrientes.

***

¿Qué escribir de El Padrino? ¿Vale la pena intentar reseñarla? ¿Qué no se ha dicho? ¿Qué no se ha escrito?

Hablo con Héctor Soto, que tuvo la posibilidad de verla en su momento de estreno, y que confiesa que la cinta no lo impactó tanto en su momento. Años después, para su libro Una vida crítica, volvió a revisar las tres. Escribió esto: "…porque siendo un tríptico vibrante y de indiscutible voracidad narrativa, habría que ser miope para adjudicarle atributos tales como originalidad, innovación o modernidad. No es por ahí que va la grandeza de estas películas. En rigor, lo que hizo Francis Ford Coppola fue apelar al legado del cine clásico y desplegarlo con toda la majestad del caso, en una ficción sobre el destino trágico de la familia Corleone… A nivel expresivo, por lo mismo, el proyecto siempre le debió mucho más al pasado que al futuro. Tal vez fue incluso este factor el que le permitió conquistar en su momento y seguir conquistando hasta ahora tantos y tan distintos públicos…".

Puede ser.

¿Es ése su secreto?

Le comento que lo que más me impresionó de este visionado (¿el número quince?) fue la calma; que la violencia está usada de una manera muy distinta a como se usa ahora; de cómo Coppola no le tiene miedo a detenerse en ceremonias y ritos (matrimonios, bautizos, funerales) y que la secuencia que transcurre en Sicilia, a donde va a esconderse Michael Corleone, bien puede estar entre lo mejor del cine italiano de los setenta, superando con creces lo que estaban filmando en ese momento autores como Fellini o De Sica.

Hablamos una hora de la película y, mientras conversamos, más cosas recuerdo: Brando acariciando al gato, Brando muriendo junto a su nieto en una plantación de tomates; Michael caminando por los caminos de tierra de Corleone; Clemenza cocinando salsa para la pasta.

-Es más fácil escribir de una cinta nueva- le digo-. Todo se ha dicho de El Padrino. Hay libros y libros enteros lleno de análisis, de trivia, de interpretaciones.

-Di que es mala- me dice-. Nadie ha dicho eso. Eso sería novedad. Que está sobrevalorada, que no vale la pena, que es puro lobby.

Lo pienso un instante. Y no, no se puede. No hay nada que alegar. El Padrino, con toda su carga, con todo lo que uno sabe de ella, como buen clásico, ofrece algo nuevo cada vez. Es perfecta. Y es popular. Conecta. Identifica. Atrapa.

Creo que la volveré a ver.

Por primera vez.

En pantalla grande.

No aguanto los días.

De hecho, los cuento.

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