Por Antonio Díaz Oliva Junio 23, 2011

Fue un golpe duro. De esos que sólo Andrew Wylie, el "Chacal", sabe dar. Hace un año el agente literario más temido y respetado del mercado anglosajón se salió con la suya: anunció la creación de Odyssey Editions, su propia editorial de libros electrónicos. Así, la única forma de conseguir e-books de autores como Borges, Norman Mailer y Saul Bellow, entre otros, sería a través de esa plataforma. Y todo eso, sin preguntarle nada a Random House, la editorial que posee los derechos de estos escritores -en papel- para el mercado anglo. Era, por supuesto, la forma en que Wylie sacaba ventaja del nuevo panorama. Un nuevo mercado editorial que ha cambiado desde la aparición de los e-books, junto los dispositivos para leerlos como e-readers (Kindle, Sony Reader) y tablets (iPad, Samsung Galaxy). Y pese a la enrabiada respuesta que Random House se encargó de darle a Wylie en un comunicado, lo cierto es que no mucho podían hacer. ¿La razón? Con la llegada del libro electrónico se ha abierto un vacío en ese sentido. Hoy, una editorial puede poseer los derechos de un escritor, pero a la hora de las ediciones digitales, hay que negociar de nuevo. Ya sea con el mismo autor o con su agente.

Y ese vacío, claro, es una de las tantas aristas que se han instaurado en este nuevo orden. Que no quepa duda: con la digitalización de los libros, los actores de siempre -escritores, editoriales, librerías, agentes- han tenido que evaluar el papel que jugaban en el mundo de los libros, para ajustarse al mundo de los e-books. Y si en Estados Unidos los signos de ese cambio ya están a la vista (la quiebra de la alguna vez poderosa cadena de librerías Barnes & Noble y las últimas cifras de Amazon, que muestran que las ventas de libros electrónicos superan a los de papel), en España el año pasado fue clave con la creación de Libranda, la principal plataforma hispanoamericana que distribuye e-books.

En Chile, eso sí, aún estamos en la primera etapa. Pero este 2011 es clave en este proceso de metamorfosis. "La idea es que de aquí a fin de año tengamos todo el fondo editorial arriba en formato electrónico. Y desde ahora en adelante vamos a salir en forma simultánea, en libro de papel y digital, con las novedades que editemos, como la última novela de Hernán Rivera Letelier, El escritor de epitafios, que sale en julio", dice Andrea Viu, directora editorial de Alfaguara. Este último sello, Random House Mondadori y Planeta son tres de las editoriales que, el año pasado, llegaron a un acuerdo con Libranda. Las dos primeras ya tienen títulos de autores chilenos para descargar. Y Planeta, a su vez, lo hará en las próximas semanas. "Nosotros vamos más lento", dice Josefina Alemparte, editora de Planeta, que en las próximas semanas tendrá e-books de Diamela Eltit, Pablo Simonetti y Carla Guelfenbein. "Ésa es la política de Planeta. Como todavía el libro digital no es un negocio, lo manejamos con cierta prudencia".

Hasta hace unas semanas, Libranda sólo operaba en España. Pero eso ya es historia: desde inicios de junio se puede comprar desde países como Argentina, México, Colombia, Chile y Estados Unidos. En nuestro país, los e-books de Libranda se consiguen a través de Feria Mix, Bazuca.com, Antártica, Feria Chilena del Libro, Buscalibros.cl y dBooks.cl

Libranda -vale aclarar- no es una editorial. Tampoco es una tienda virtual donde uno puede comprar directamente e-books. Es, como lo dijo Arantza Larrauri, su directora general, "un simple almacén y transportista de archivos". Así funciona: las editoriales le ofrecen su catálogo a Libranda y ellos deciden a qué páginas y librerías les venden ese catálogo, para que el usuario descargue títulos digitales. Hasta hace unas semanas, sólo operaba en España. Pero eso ya es historia: desde inicios de junio se puede comprar desde países como Argentina, México, Colombia, Chile y Estados Unidos. En nuestro país, los libros de Libranda se consiguen a través de seis páginas web con catálogo digital: Feria Mix, Bazuca.com, Antártica, Feria Chilena del Libro, Buscalibros.cl y dBooks.cl. Esta última, una librería virtual creada por Dimacofi, la empresa de fotocopias e impresiones digitales, que hoy ingresa a este mercado. En cuanto a los precios, depende del libro y la editorial: Los hombres que no amaban a las mujeres, el best seller de Stieg Larsson, se puede bajar por $5.910 en buscalibros.cl. Su edición en papel, en cambio, puede alcanzar los $20.000.

Hay, además, editoriales que no han querido asociarse con Libranda. Norma es una de ellas. Ellos mismos ven con qué página distribuir sus e-books y les ofrecen a sus escritores un porcentaje que va desde el 25% al 30%. "Pero también hay autores nuestros, como Pablo Simonetti, Ampuero, Pilar Sordo, que sí están en Libranda, pero no por Norma -dice Sergio Gómez, editor de la sucursal chilena-. Llegaron ahí por su agente. El agente literario queda en una situación nueva en este mundo digital. Su trabajo es fundamental". Un caso emblemático es el de Carmen Balcells. A la poderosa agente literaria y gran impulsora del Boom latinoamericano no le gustó Libranda. Pero ha buscado otras vías: en la página de Dimacofi, por ejemplo, se encuentran disponibles e-books de Mario Vargas Llosa.

La guerra que se viene

La idea nació el 2008. Ese año Javier Sepúlveda se encontraba haciendo un MBA en una escuela de negocios en Arizona. Para ese entonces ya estaban disponibles las primeras versiones del Kindle y del Sony Reader. Y en Estados Unidos, la sensación de que algo pasaba en el mercado editorial era inevitable. A su regreso a Chile, quiso hacer algo al respecto. "Primero estaba interesado en los audiolibros y armamos un catálogo. Luego metimos lo de los libros digitales", comenta sobre eBooks Patagonia, una editorial chilena que cubre ambas áreas. Hoy, su catálogo es reducido, pero en crecimiento. Se puede encontrar, por ejemplo, Vidas vulnerables de Pablo Simonetti y La reina Isabel cantaba rancheras de Hernán Rivera Letelier. Los dos libros, en las próximas semanas, serán publicados por Norma y Alfaguara, respectivamente, por lo que habrá dos ediciones digitales de un mismo libro circulando. Eso porque eBooks Patagonia se adelantó y, luego de negociar con Guillermo Schavelzon, el agente literario de ambos, consiguió publicarlos fuera del alero de una multinacional. "Si bien se avanza en la digitalización de los libros, aún es de a poco. Principalmente porque poca gente tiene Kindle o gadgets para leer", dice Sepúlveda, quien hace unas semanas fue a la BookExpo America, la principal feria literaria estadounidense, donde los e-books tuvieron un papel predominante.

Es cierto: en Chile, es posible comprar un Kindle en algunas multitiendas o tablets como el iPad, pero aún estamos en una etapa básica. Pablo Dittborn, director de la filial chilena de Random House Mondadori, concuerda: "Con ese escenario, es difícil que se acelere el proceso. Si sólo unos pocos pueden tener la plataforma para leer libros, las ventas no van a ser significativas". Random, en estos días, ya tiene circulando en Libranda libros de Marcelo Lillo, Gabriel Salazar, María Olivia Mönckeberg y hasta títulos como Papelucho.

Pese a que estamos en una etapa incipiente, algunos escritores han sacado provecho de la situación. "Lo de los e-books ayuda para tener libros disponibles en el extranjero. Si antes firmar por una editorial, incluso multinacional, no te aseguraba que tus libros estuviesen en Argentina o países cercanos, ahora eso puede cambiar", dice Andrea Jeftanovic. Su novela Geografía de la lengua (editada por Uqbar el 2007) se puede comprar en varios países a través de la página de Sony.

Pese a que estamos en una etapa incipiente, algunos escritores han sacado provecho de la situación. "Lo de los e-books ayuda para tener libros disponibles en el extranjero. Si antes firmar por una editorial, incluso multinacional, no te aseguraba que tus libros estuviesen en Argentina o países cercanos, ahora eso puede cambiar", dice Andrea Jeftanovic.

"Sólo cambiará el escenario, la guerra ya no será en las librerías del barrio sino en las pantallas de todo el planeta", comenta Jorge Baradit. Para el autor de Ygdrasil,  su incursión en el mundo del e-book ha tenido dos caras. Por una parte, el traspaso de sus libros editados por Ediciones B a la orilla digital. "Me entregaron una extensión de contrato estándard enviada desde España. Era realmente ridículo, me pedían ocho años de exclusividad al 10% de royalty.¡Como si supiéramos lo que va a pasar en dos años más con el mercado! Así que ellos entendieron mis aprensiones y aceptaron modificar el contrato", dice.  Hoy, Baradit tiene dos libros a la venta en formato digital, Synco y Kalfukura, pero asegura que está "esperando un nuevo escenario para comercializarlos apropiadamente". Por otra parte, él mismo tomó riendas en el asunto y autoeditó Mind fuck guerrilla!, un compilado de cuentos y crónicas. Junto a un amigo, lo diseñó y lo subió a Amazon. Fue el primer autor chileno en aventurarse a hacerlo. La gracia, en ese caso, es que recibe el 70% de las ganancias, mientras que el promedio de un autor es recibir 25% por ventas de e-book. De todas maneras, muy superior al 10% que se le entrega cuando se trata de una edición de papel, aunque como el precio de un e-book es menor, las ganancias no son tan diferentes.

"Ok, un Jorge Baradit lo puede hacer, porque es experto en comunicaciones. Pero se necesita la difusión que te puede dar una editorial", dice Andrea Viu. El autor de Synco, de hecho, concuerda en parte con esta visión: "Finalmente, el panorama no será tan diferente para el autor. Un e-book es lo mismo que una autoedición de hoy, destinada a arrumbarse en medio de millones de otras autoediciones si no hay una mano que la haga visible".

"Estamos en una etapa en que el mundo del libro digital está ajustándose", dice Sepúlveda. "Más lento de lo que parece, pero está ajustándose". Y, claro, ese mundo es uno en el que cuando surgen las oportunidades, siempre va a haber alguien a la caza de satisfacerlas (como en el caso del "Chacal" Wylie). Un ejemplo: entre todos los paneles y discusiones de la BookExpo America, una de las novedades que más llamaron la atención fue Autography, empresa que busca satisfacer la siguiente pregunta: en un mundo de Kindles o iPads, ¿desaparecerán los libros firmados? "El lector decide si comprar la versión normal o la autografiada. Si opta por la última, el autor le escribe una dedicatoria que, en unos minutos, se descarga automáticamente en el e-book que el usuario adquirió", explica Sepúlveda. Un detalle que, a fin de cuentas, era uno de los últimos bastiones del mundo de papel. Aunque ahora, al parecer, ya no será más un impedimento.

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