Por Antonio Díaz Oliva Diciembre 3, 2010

Hay dos claves para entender el título que encabeza este artículo. La primera tiene que ver con "Memorias de una dama", la novela que convirtió el 2009 en un infierno personal para Santiago Roncagliolo (35). Luego de una serie de eventos que hasta hoy no se clarifican, el autor peruano sabía que lo mejor era esconderse por un tiempo. Desaparecer -o perderse- hasta que el ambiente se calmara. Por eso, y a partir una serie de artículos que ofreció a diversos medios, aprovechó y, sí, se refugió en Japón.

Y lo segundo, claro, tiene que ver con su llegada a tierras orientales. Cuando Santiago Roncagliolo -autor de las novelas "Abril rojo" y "Pudor"- arribó a Tokio el 2009. Y ahí, en un hotel futurista, se dio cuenta de algo: era el mismo recinto en que Bill Murray se hospedaba en "Perdidos en Tokio", la película de Sofia Coppola. "No me di cuenta de que era ese hotel hasta que empecé a reconocerlo día a día. Es un escenario perfecto para la soledad, porque está encima de la ciudad, como sobrevolándola. El lobby está en el piso 45, y llega hasta el 55. Abajo de ti, edificios altísimos e iguales entre sí saturan el paisaje hasta perderse en el horizonte", dice para Qué Pasa. "Además, es un lugar muy lujoso. El lujo te hace sentir solo. Te da la impresión de que el mundo es demasiado bueno para ti".

Era la manera ideal de escapar de "Memorias de una dama", novela que fue retirada de los países donde se alcanzó a distribuir, luego de que la familia de Nelia Barletta -quien supuestamente sale retratada en el libro- presionó a la editorial Alfaguara. Eso sí: ahora, con algo de distancia de la polémica, Roncagliolo se toma las cosas con más calma. Tiene razones. Como haber sido seleccionado por Granta en la lista de los mejores narradores jóvenes en español de la actualidad, lo que le ha significado una plataforma para mostrar sus novelas en el extranjero. De hecho, por estos días anda en Inglaterra dando conferencias, entrevistas y participando en varios encuentros ("es una excelente oportunidad, porque la lengua inglesa siempre ha sido muy difícil para los autores latinoamericanos"). De todas maneras, pese al tiempo que ha pasado, Roncagliolo advierte que no va a contar lo que realmente sucedió con "Memorias de una dama".

-Tomando en cuenta que "Memorias de una dama" es del 2009 y "Tan cerca de la vida" recién se publica, ¿el poco tiempo que hay entre novela y novela es un poco para no quedarte en un silencio incómodo?

-Uno debe amortizar las crisis. Escribí "Pudor" y "Abril Rojo" en Madrid, cuando no tenía papeles ni trabajo. Escribía para no volverme loco, para crear una realidad que pudiese controlar, o incluso para llenar los días. Y el año pasado, con "Memorias de una dama", volví a encontrarme de repente en la misma situación. Era un reto. Llevaba seis años trabajando con historias reales, historias que investigaba en el mundo exterior. Y no estaba seguro de poder volver a imaginar una. Pero una vez que empecé a escribir "Tan cerca de la vida", todo volvió a fluir como antes. Incluso mejor. Sentí que inventaba algo mejor que la realidad. Y necesitaba sentirlo.

Memorias de una polémica

Y la pregunta es inevitable: ¿de qué trata "Memorias de una dama"? Más que nada, son las memorias de un joven peruano, quien en el año 2000 se muda a Madrid. Ahí, con las intenciones de despegar su carrera de escritor, intenta sobrevivir en una cosmopolita ciudad, donde ser inmigrante no es muy fácil. Por eso, el joven narrador toma los trabajos que le vengan. Entre esos, escribir las memorias de una señora de República Dominicana vinculada al gobierno de Rafael Trujillo y que también tiene lazos con Mussolini. Es, claro, la historia de Roncagliolo cuando se fue a España y, como escritor fantasma, redactó "Lobos en el paraíso: Memorias de Nelia Barletta de Cates", que nunca llegó a publicarse. Y lo cierto es que al parecer el autor peruano había firmado un contrato de confidencialidad, por lo que no estaba autorizado a usar ese material en otros libros, lo cual molestó a la familia de Barletta (difunta hace años) cuando se enteraron de la publicación de la novela de Roncagliolo. Desde entonces, y luego de que la polémica explotara a comienzos de este 2010 y que causara que -por ejemplo- no llegaran ejemplares a Chile, el único lugar para encontrar la novela es internet. "Bueno, yo nunca he dicho lo que pasó. En realidad, nadie lo ha dicho. Lo que ocurrió exactamente con 'Memorias de una dama' será un misterio hasta el día en que yo muera", dice Roncagliolo.

-¿Y qué te parece que "Memorias de una dama" se encuentre en la web? Hay varios foros y páginas donde uno la puede bajar y leer.

-Sí, paradójicamente, se ha generado un gran culto en torno a la novela. En muchos países, me traen fotocopias de ella para que las firme. En otros, circula como si fuera un paquete de cocaína.

Perdido en Tokio

De esa forma, la idea de Roncagliolo fue irse a Japón: lejos de cualquier sitio donde pudiese meterse en problemas. El viaje le sirvió de terapia post "Memorias de una dama", pero también tuvo un elemento perturbador. Estando en tierras niponas, Roncagliolo sintió cómo la tecnología lo sobrepasaba. "En Japón sólo funcionan los teléfonos 3G, así que el mío era inútil. El ancho de banda del hotel saturó mi computadora. Y ese hotel es tan caro que nadie te presta una. Una computadora cuesta menos que una noche ahí. Quedé desconectado, aislado de todo, en un lugar donde nadie hablaba mi idioma", cuenta.

Por eso no es extraño que cuando uno lee "Tan cerca de la vida" se siente una gran soledad. No es, a fin de cuentas, un thriller psicológico como lo promocionan en la contraportada. Es la historia de un tipo solo, Max, que llega a Japón para trabajar en la Corporación Géminis. Ahí, además de tratar con gente extraña, se enamora de una mesera del hotel donde se está hospedando. El amor, entonces, funciona como válvula de escape. Y es lo único que, a fin de cuentas, mantiene a Max cuerdo, cuando de a poco le suceden eventos extraños, trabajando para una empresa que intenta crear robots que funcionen exactamente como humanos. O como cuando, deambulando por las calles de Tokio, queda choqueado por el extravagante mercado del sexo, en donde las fantasías más pervertidas se concretan.

-¿Qué tanto hay de Santiago Roncagliolo en Max?

-Max soy yo, como todos mis personajes. Mis novelas usan mi vida pero la mejoran hasta hacerla irreconocible. "Pudor" surgió de mi vida familiar, "Abril Rojo" de mi vida como empleado público, "Memorias de una dama" partió de mi experiencia como escritor muerto de hambre en Madrid. Y Max es algo que yo he sido demasiadas veces en los últimos años: un hombre solo en un hotel, tratando de establecer contacto con alguien ahí afuera.

Sexo a la japonesa

De todos los recuerdos y souvenirs que Roncagliolo se trajo de Japón hay uno que resalta. Ahí está: Santiago Roncagliolo junto a una japonesa (con aspecto de menor de edad), quien sonríe y se  acerca al autor peruano. La foto -una Polaroid- tiene dos detalles: corazoncitos y flores pintados en una esquina por la misma mesera. Es parte de lo que, en Japón, se llaman Maid Cafés, lugares donde uno es servido por jóvenes japonesas que se visten como sirvientas del siglo XVII, pero con orejas de conejo, y que sirven torta y café, y hasta revuelven este último mirando coquetamente. Ése fue uno de los descubrimientos que hizo el escritor peruano y que plasmó en "Tan cerca de la vida". "Todo huele a pederastia por donde lo mires. Pero si te fijas bien, todo es inocente. Entre el público hay señoras y familias. La perversión no estaba ahí, sino en mis ojos, o supongo, en los ojos occidentales y su pánico por la pedofilia", recuerda.

"Paradójicamente se ha generado un gran culto en torno a 'Memorias de una dama'. En muchos países, me traen fotocopias de ella para que les firme. En otros, circula como si fuera un paquete de cocaína".

-¿Cómo fue el proceso de investigar en el mercado del sexo japonés? Me imagino que viste cosas muy raras. O por lo menos raras para nosotros.

-Es curioso como todas las culturas ponen normas para el sexo, y si tomas distancia, todas las normas son bastante absurdas. En el caso de Japón, la penetración está legalmente prohibida, a menos que sea por amor. Así lo dice la ley. Si la policía te descubre practicándola con una prostituta, tendrás que ir a una comisaría a declarar que lo hiciste por amor. En el cine porno, justo esa parte se pixela digitalmente. Y hay prostitutas de la conversación: profesionales que sólo te hablan, no puedes tocarlas. Todo eso es el escenario de "Tan cerca de la vida". El personaje, Max, necesita amor, pero ni siquiera puede conseguir sexo porque no entiende nada. Es un marciano en el planeta de la intimidad.

Así, como si ya el viaje de Roncagliolo no tuviese bastantes elementos para convertirse en algo extraño, algo más le sucedió. En el hotel donde estaba, le tocó una exhibición de inteligencia artificial. O sea: una feria de robots. Robots humanizados. Así lo recuerda: "Réplicas de R2D2 correteaban por el suelo sirviendo el té. Humanoides perfectos con piel de silicona me saludaban y sostenían conversaciones conmigo. Una robot me cantaba canciones. Otro recordaba mi nombre".

-Me imagino que ése fue el detalle que hizo aun más extravagante tu viaje ¿no?/strong>

-Sí. Una de las cosas más raras fue que hasta el water del hotel era cariñoso: tenía un asiento calentito e hidromasajes. Por eso ahora creo que, si no te has sentado en un water japonés no sabes lo que es el amor.

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