Por Patricio Jara, periodista y escritor Febrero 13, 2010

© Jerry Bauer

A fines de los 90, los hermanos Roberto Bolaño Ávalos y León Bolaño Mendoza hablaban por teléfono. Mientras el primero, radicado en España, escribía de noche, al otro lado del Atlántico, en México, el segundo aprovechaba que era de día y lo llamaba. Eran conversaciones de hermanos, sobre las cosas que hablan los hermanos, pero con un detalle: jamás se vieron en persona. Hasta el día de su muerte, en julio de 2003, para León la imagen de Roberto siempre fue una voz, una voz al otro lado del océano que siempre hacía preguntas y poco contaba de sí mismo.

Que los hermanos Roberto y León hablaran largamente por teléfono sin conocerse, se explica así: luego de que los padres del novelista se separan, a mediados de los 70, Victoria Ávalos y sus hijos Roberto y Salomé se radicaron en España. En tanto, León Bolaño, empresario de transportes, se mantuvo en México, donde formó una nueva familia en la ciudad de Querétaro y tuvo tres hijos, el mayor de los cuales bautizó con su nombre.

Luego del quiebre de sus padres, el contacto entre León Bolaño y su hijo Roberto se hizo esporádico, hasta que un día de 1978 terminó acabándose por completo. Según una nota publicada por La Tercera en octubre de 2006, el total alejamiento habría sido motivado por la ayuda económica que Roberto requería de su padre en los tiempos de vacas flacas. "Pero una vez le pidió una cantidad fuerte y le dijo 'como adelanto de mi herencia'. Eso indignó a mi papá. 'Este cabrón piensa que ya me voy a morir', le dijo a mi mamá. Le mandó el dinero, pero nunca más le habló", contó León Enrique en esa oportunidad.

Cuando ocurrió esta discusión telefónica, León Enrique era un recién nacido. Desde siempre tuvo una imagen difusa de Roberto, aquel hermano mayor viviendo al otro lado del Atlántico: apenas algunas fotos y lo que podía contarle su padre. Eso, hasta cuando cumplió 21 años, en 1998, y decidió buscarlo, transformándose, de paso, en el principal gestor de la reconciliación entre padre e hijo tras dos décadas sin hablarse.

Roberto, paralelamente, había cumplido 45. Durante todo el tiempo que pasó no tuvo noticias de México, formó una familia y se transformó en un escritor reconocido, especialmente tras la publicación de su novela Los detectives salvajes y el Premio Rómulo Gallegos. Pero también, pensaba León Enrique, era ya un hombre lo suficientemente maduro como para aceptar reencontrarse con su padre después de tanto tiempo.

"Sentí que era importante que se acercaran… había pasado tanto tiempo que ni mi papá ni Roberto podían estar aún disgustados", cuenta León Enrique al teléfono desde México. Habla de su padre con cariño y profundo respeto. Es un hijo orgulloso de llevar su mismo nombre y no es indiferente a la historia de su primera familia. De hecho, él ha sido el principal difusor de los libros del novelista chileno entre los Bolaño de México. Pero también tenía una razón más personal para contactar a ese hermano perdido al otro lado del Atlántico: "Me ilusionaba la idea de contactar a Roberto. Sentía que era mi derecho conocerlo. Tanto él como yo sólo tuvimos hermanas; él, una y yo, dos, por lo que una relación de hombre a hombre entre hermanos siempre es bonita, ¿no?".

México, urgente

Hoy León Enrique Bolaño tiene 32 años y, tal como Roberto, nació en abril. Vive en Querétaro y desde los 18 es militante del Partido Acción Nacional (PAN), de derecha y actualmente en el gobierno. Es abogado de la Universidad Cuauhtémoc, magíster en Administración Pública y además tiene estudios en lenguas y letras. Desde 2007 es diputado por su distrito. Antes fue secretario del municipio  y presidente regional de su partido. En una zona árida, una de las principales carencias de Querétaro es el agua, por lo que es habitual ver en la prensa local al diputado Bolaño dando peleas por este tema, especialmente por la urgente construcción de un nuevo acueducto para la ciudad.

"Me ilusionaba la idea de contactar a Roberto. Sentía que era mi derecho conocerlo. Tanto él como yo sólo tuvimos hermanas; él, una y yo, dos, por lo que una relación de hombre a hombre entre hermanos siempre es bonita, ¿no?" , dice el diputado mexicano León Enrique Bolaño.

Es en medio de esta ascendente carrera política cuando la búsqueda de Roberto, transformada ya en un asunto personal, logra materializarse: en 1999 León Enrique lee en internet una nota hecha a Roberto en su casa en Blanes, donde además se menciona la calle donde vive y otras referencias exactas. Con esos datos, intenta hallarlo a través de una operadora telefónica en España, sin embargo el número es privado. Entonces decide mandar un telegrama que, en lo central, le pide contactarse a México  "URGENTE".

Aquella palabra tuvo efecto rápido: Roberto se comunicó de inmediato, preparándose, según contaría después, para que le dijeran que su padre había muerto. No imaginaba que sería él quien le iba a contestar el teléfono.

"Él esperaba una noticia mala, sin duda, pero resultó todo lo contrario. Aquella vez mi padre y él volvieron a hablar", cuenta León Enrique. "Desde entonces comenzamos a hablar nosotros, también. Roberto, en todo caso, no contaba mucho de sus cosas. Más le interesaba saber de cada uno de los Bolaño de México. ¿Sabes? Todo este rato he tratado de recordar más en detalle las cosas que hablábamos y realmente el que hablaba era yo. A él le gustaba por sobre todo escuchar".

León Enrique siempre le insistió a Roberto que fuera a México a visitar a su papá, pero él le decía que por razones de salud era difícil: "Acá desconocíamos la magnitud de su problema. Y en alguna ocasión posterior me comentó que pensaba venir a Monterrey a dar una conferencia".

Ésa era la oportunidad que tenía Roberto para pasar por Querétaro, pero no se concretó y los Bolaño debieron esperar hasta 2002 para hacer posible el reencuentro. Ese año, León Enrique trabajaba en el gobierno y destinó por completo el dinero de un aguinaldo para que sus padres, acompañados por su propia esposa, fueran a Europa.

El hermano diputado de Bolaño

-Tenía muchas intenciones de ir yo también, pero por razones laborales era imposible. De todos modos me encargué de gestionar la reunión de mi papá y Roberto en Madrid. A él le di los datos del hotel, los pasó a recoger y fueron a cenar. En ese momento él estaba teniendo cada vez más complicaciones con su hígado y su estado no era el mejor.

-Cuando lo contactaste, ¿sabías del prestigio de tu hermano?

-Claro que sí, y por lo mismo yo trataba de presumir y de contarle las cosas que yo hacía, a lo que me dedicaba y todo eso, pero entonces comenzaba mi carrera… ¿Sabes? Hoy siento que él, con todos sus premios, las distinciones y la admiración que generó y genera en tantos lugares del mundo, siempre fue muy sencillo. Ojalá algún día yo tenga siquiera una pizca de la humildad que él tenía.

-¿Cómo ha sido tu experiencia como lector de su obra?

-Desde luego que muy buena. Y no sólo por lo que hay en sus libros, también por lo que constantemente opinan de él escritores y otros estudiosos de mucha categoría. Como te decía hace un rato, él nunca fue de hablar demasiado, por lo que en sus libros he tenido la oportunidad de conocer más en profundidad el mundo de Roberto.

-¿Qué dijo Roberto al saber que te dedicabas a la política?

-No le gustó. "¿Por qué estás en eso?", me preguntaba. "¿Por qué te interesa?". Yo le daba mis argumentos, por supuesto, pero no había modo. Además, como yo milito en un partido de derecha, él me decía: "No te entiendo, León. No entiendo por qué estás en un partido como ése". "Bueno", le decía yo, "será porque tuvimos una formación muy diferente".

-Él era un desencantado.

-Claro, no le gustaba la política ni creía que pudiera dar la solución a los problemas de la sociedad. Definitivamente, el tema no le agradaba, pero al mismo tiempo tengo la impresión de que, al final, se sentía orgulloso. Lo comento porque cuando mi familia viajó a Europa le pedí a mi esposa que llevara algunos recortes de prensa en los que aparecía como dirigente del partido, para mostrárselos a Roberto, y al final él pidió quedarse con ellos.

-¿Qué dijo Roberto al saber que te dedicabas a la política? -No le gustó. "¿Por qué estás en eso?", me preguntaba. "¿Por qué te interesa?". Además, como yo milito en un partido de derecha, él me decía: "No te entiendo, León. No entiendo por qué estás en un partido como ése".

-¿Trató de convencerte para que dejaras la política?

-Claro que sí. Cuando establecimos contacto acababa de terminar la universidad y me decía que priorizara mi carrera de abogado, que era lo que más me convenía. Como él no tuvo la oportunidad de estudiar, quería que no desaprovechara lo que había conseguido. En todo caso, seguí su consejo y me he perfeccionado con maestrías y otros cursos.

En cierto modo, aquel encuentro que el actual diputado gestionó entre padre e hijo fue contra el tiempo. A mediados de los 90, León Bolaño padre había sufrido un infarto que le redujo el funcionamiento de su corazón a la mitad. Por la misma época, Roberto ya había sido diagnosticado de su insuficiencia hepática y estaba en pleno tratamiento.

Hoy León Bolaño padre tiene 82 años y, pese a la gravedad de su dolencia cardiaca, se mantiene en forma gracias a una serie de cuidados. Ha tenido ganas de viajar a Chile, sin embargo su médico sólo lo autoriza si se prepara debidamente para tantas horas de vuelo y de aire acondicionado. León hijo se entusiasma con la idea de acompañarlo.

-Sí, y me gustaría que sea este año, a más tardar -dice-. Tengo a casi toda mi familia allá, en el sur, en Concepción, en Los Ángeles y en Mulchén. Nuestro abuelo llegó desde España a esa zona. Son muchos los Bolaño que hay allá. Espero conocerlos, esta vez en persona.

* Periodista y escritor.

Las tres patrias de Bolaño

El realizador chileno Ricardo House afina los últimos detalles de La batalla futura, un megaproyecto documental sobre Roberto Bolaño, que consta de tres capítulos: México, Chile y España.

House, quien lleva más de 30 años haciendo televisión, vive en México desde 1974. La primera parte del documental será estrenada en marzo en festivales y en el Canal 22 de ese país, el cual ha financiado este trabajo.

-¿Qué falta por saber de Bolaño?

-Bolaño es inagotable. Más que "saber cosas", lo interesante es explorar al personaje. Nuestro documental presenta una cantidad de manuscritos y cartas personales que nadie conoce.

-¿En qué aspectos profundiza?

-Se trata de un documental orientado al escritor como personaje. Es una mirada amable aunque también tiene guiños que lo muestran como tremendito. Como Bolaño se la pasó jugando bromas con sus amigos (él mismo comentó que Los detectives salvajes era una chacota personal entre él y Mario Santiago), nosotros también nos hemos permitido jugar bromas con él, y que están vertidas en el documental.

-¿Cómo se entusiasma a un canal de televisión para interesarse en la vida de un escritor?

-Afortunadamente el gobierno de México atinó a entregarle la responsabilidad de dirigir Canal 22 a un notable escritor joven, Jorge Volpi. Él y su equipo han generado mecanismos abiertos para presentar propuestas. De esta manera se accede a apoyos que pueden o no cubrir todas las necesidades de producción.

-¿Están previstas las siguientes etapas?

-Suponemos que la difusión de esta primera parte, con todas sus novedades, propiciará la continuación del trabajo para enriquecerlo con la versión de Chile y la de España. Más bien se trata de una visión integradora de estos tres países que, a fin de cuentas, fueron las tres patrias de Bolaño.

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